Axel
El terreno que estábamos explorando era mucho más accidentado de lo que parecía a primera vista. Senderos estrechos, llenos de piedras y maleza, se entrelazaban a lo largo de la ladera, subiendo hacia la cima de una colina con una vista espectacular de la isla. Todos en el equipo estaban comentando sobre lo impresionante que sería construir allí, pero mi mente estaba en otra parte.
—Este lugar es perfecto para un desafío —comentó Dave, con su típico aire despreocupado, atrayendo la atención del grupo mientras caminábamos—. Siempre he sido bastante bueno en esto. Apuesto a que podría ganarle a cualquiera subiendo esa colina en menos de cinco minutos.
Las chicas del equipo comenzaron a murmurar entre risas y adulaciones. Podía sentir la atención que Dave atraía sin esfuerzo, y cómo disfrutaba de ello. Las miradas de algunas de mis colegas se dirigieron a él con admiración, pero cuando vi a Ambar sonreír, algo dentro de mí se agitó.
—¿De verdad? —dijo Ambar, con un tono que sabía que estaba usando solo para provocarme—. Me encantaría ver eso. Siempre he escuchado que Dave es muy competitivo... ¿Será cierto?
Me detuve por un segundo, los celos chispeando en mi interior. No me gustaba la dirección que esto estaba tomando, y Ambar lo sabía. Ella me lanzó una mirada rápida y juguetona, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.
—No soy el único aquí con habilidades, ¿verdad, Axel? —continuó Dave, claramente disfrutando de la pequeña competencia que comenzaba a formarse—. Aunque no sé si podrías seguirme el ritmo.
—Por favor —le respondí, no queriendo quedarme atrás—. Yo podría ganarte en cualquier cosa, Simons, y lo sabes.
—¿En serio? —Dave levantó una ceja, desafiándome con una sonrisa—. ¿Te atreves a hacer una apuesta?
—Depende, ¿cuál sería la apuesta? —crucé los brazos, fingiendo indiferencia, pero por dentro estaba dispuesto a ganar lo que fuera con tal de demostrarle a Ambar que no tenía que andar coqueteando con nadie más.
Dave se detuvo y miró hacia la colina, antes de lanzarme una sonrisa provocativa.
—El primero en llegar a la cima gana una cena en una de las cabañas nuevas —dijo, señalando las estructuras que habíamos construido para nuestros clientes VIP—. El ganador podrá hacer lo que quiera por un día. ¿Qué dices?
Antes de que pudiera responder, Dave se acercó más y, en un susurro que solo yo pude escuchar, añadió:
—Con Ambar, claro.
Sentí cómo la sangre me hervía. Esa pequeña provocación fue suficiente para encenderme. Miré a Ambar, quien estaba conversando con una compañera de trabajo y riendo. Sabía que lo hacía para hacerme reaccionar, pero lo que Dave acababa de decir hizo que la idea de ganar fuera mucho más atractiva.
—Estás dentro —dije, con una sonrisa desafiante. No me importaba lo que costara, no iba a perder.
Dave se estiró y comenzó a prepararse, mientras el grupo se agolpaba alrededor de nosotros, expectantes por la competencia. Las chicas del equipo, especialmente Alice, empezaron a hacer apuestas sobre quién ganaría. Sabía que la mayoría estaba del lado de Dave, pero eso solo me motivaba más.
Ambar, por su parte, me lanzó una mirada interesada, aunque trataba de esconderlo. Se acercó a una de las chicas y susurró algo, y pronto ambas comenzaron a reírse mientras nos observaban.
—¿Qué tramas? —le pregunté, acercándome a ella antes de que la competencia comenzara.
—Nada —respondió con inocencia fingida, pero sus ojos brillaban—. Solo quiero ver quién gana. Dave parece muy seguro de sí mismo.
Me incliné hacia ella, bajando la voz para que solo ella pudiera escucharme.
—Voy a ganar. Y cuando lo haga, vas a desear no haber coqueteado con él.
Ambar sonrió, ese tipo de sonrisa que sabía que me volvía loco.
—Veremos, King —respondió antes de alejarse con su compañera, dejando que la competencia comenzara.
Dave y yo nos pusimos en posición, ambos listos para salir disparados hacia la cima. El camino era empinado y estrecho, lleno de obstáculos, pero nada iba a detenerme. Las chicas del equipo nos animaban desde abajo, y podía escuchar las risas de Ambar en la distancia. Esa risa me impulsó.
Cuando dieron la señal de salida, ambos salimos corriendo. El terreno era difícil, pero mis pasos eran rápidos y calculados. Dave no era ningún novato, así que se mantenía a mi lado, ambos luchando por mantener la delantera.
La primera parte del sendero fue fácil, pero a medida que avanzábamos, el terreno se volvía más resbaladizo y empinado. A pesar de que Dave se mantenía cerca, yo tenía una ventaja: estaba acostumbrado a enfrentar retos difíciles bajo presión.
—No vas a ganarme esta vez, Simons —le dije entre resoplidos, mientras saltaba sobre una roca.
—Eso está por verse —respondió él, sin perder el aliento.
A mitad de camino, ambos empezamos a notar que el desafío no era solo entre nosotros. Las chicas, lideradas por Ambar, habían decidido seguirnos desde la distancia para observar la competencia de cerca. A pesar de su embarazo, Ambar se mantenía firme, observando cómo nos enfrentábamos.
Narrador Omnisciente
El sol comenzaba a descender lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos naranjas y rosados, mientras el grupo avanzaba por el sendero hacia la cima de la montaña. Las risas y conversaciones llenaban el aire, especialmente cuando Dave y Axel terminaban la competencia, ambos sudorosos pero llenos de orgullo por su esfuerzo.
Sin embargo, mientras todos festejaban, Ambar se mantenía ligeramente apartada. Un malestar creciente la invadía, un recordatorio incómodo de las inevitables necesidades humanas. Intentó ignorarlo, pero la urgencia aumentaba con cada paso.
—Chicas, creo que las alcanzaré en un momento —dijo Ambar, buscando excusas—. Necesito... ajustar mis zapatos, me están lastimando.
Alice, una de las chicas, la miró con curiosidad pero no insistió.
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Editado: 05.05.2025