El Precio de tu Perdon

Capitulo 16

Después de una exitosa jornada en la isla, todos se encuentran en el aeropuerto esperando sus respectivos vuelos de regreso a la ciudad. El ambiente es relajado, pero lleno de cansancio y satisfacción por el trabajo bien hecho. Dave se acerca a cada uno de los miembros del equipo, agradeciéndoles por su esfuerzo.

—Buen trabajo a todos, fue un éxito. Ahora, a descansar y disfrutar del fin de semana —dice Dave con una sonrisa relajada, estrechando manos y despidiéndose.

Ambar, ligeramente agotada pero contenta, se encuentra conversando con una de sus compañeras cuando de repente Alice, la inversionista, se acerca a Axel con una sonrisa radiante.

—Axel, debo decir que estuviste increíble durante todo el proyecto. Realmente me has impresionado —dice Alice, en un tono que insinúa algo más que solo admiración profesional.

Ambar, al escuchar esas palabras, levanta la mirada, notando cómo Alice se inclina un poco más de lo necesario hacia Axel, buscando cualquier excusa para estar cerca de él. Axel, por su parte, responde de manera cordial, aunque con una evidente frialdad.

—Gracias, Alice. Solo hice mi trabajo —responde él, su mirada buscando de inmediato a Ambar entre la multitud, como si quisiera asegurarse de que todo estuviera en orden.

Alice sonríe con cierto aire de coquetería. —¿Sabes? Siempre me pregunté cómo alguien tan... ocupado como tú encuentra tiempo para relajarse. Quizás deberíamos tomar un café algún día. Podría mostrarte un par de lugares interesantes en la ciudad —sugiere, con un doble sentido claro en su voz

***

Axel y Ambar caminan juntos por el estacionamiento del edificio, cada uno con sus maletas, listos para regresar a la normalidad tras el viaje. Ambar, aunque algo cansada, está contenta de haber terminado con éxito el proyecto. Mientras se acercan a la entrada del edificio, se encuentran con Kate y su hijo, quienes justo salen de su departamento.

—¡Ambar! —saluda Kate con una sonrisa—. ¡Qué gusto verte de vuelta! ¿Cómo estuvo el viaje?

Ambar sonríe al ver a su amiga. —Muy bien, algo agotador, pero todo salió perfecto. ¿Y tú? ¿Cómo están las cosas por aquí?

Kate mira a su hijo con ternura mientras él sujeta una pequeña bolsa de compras. —Oh, ya sabes, lo de siempre. Estaba a punto de llevar a este pequeño travieso a la tienda, necesitamos comprar algunas cosas para la cena.

El niño se acerca tímidamente a Axel y lo mira con curiosidad, lo que provoca una sonrisa en Axel, quien se agacha un poco para saludarlo.

—¿Y tú cómo estás? —pregunta Axel con una sonrisa, haciendo que el niño se sonroje y esconda su rostro tras las piernas de su madre.

Kate suelta una pequeña risa. —Parece que tienes un fan por aquí.

Ambar y Axel intercambian una mirada cómplice, mientras Kate y su hijo se despiden para ir a la tienda.

—Nos vemos más tarde, ¡descansen! —dice Kate mientras se alejan.

Ambar y Axel continúan su camino hacia el ascensor, pero justo cuando llegan frente a las puertas de sus respectivos departamentos, Axel se apoya casualmente en el marco de la puerta de Ambar, una sonrisa pícara dibujándose en su rostro.

—¿Qué pasa? —pregunta Ambar, levantando una ceja al ver su expresión.

Axel se inclina un poco más cerca, fingiendo preocupación. —Bueno, parece que tengo un problema... Una inundación en mi departamento. Algo grave —dice con un tono ligeramente dramático, aunque no puede evitar sonreír.

Ambar lo mira incrédula, pero con una sonrisa divertida. —¿En serio? ¿Justo ahora?

Axel asiente con seriedad fingida. —Así es. Creo que me quedaré en tu departamento hasta que lo arreglen. No puedo quedarme en un lugar inundado, ¿verdad?

Ambar suelta una risa. —¿En serio esperas que me crea eso? —pregunta, cruzándose de brazos, pero no puede evitar sonreír al ver lo evidente que es la excusa.

Axel se encoge de hombros con una expresión inocente. —No tengo otra opción. A menos que quieras que me quede en el coche... —añade, guiñándole un ojo.

Ambar suspira, pero su sonrisa sigue en su rostro. —Está bien, fingire que te creo y más te vale no causar problemas —responde, abriendo la puerta y dejándolo entrar.

Una vez dentro del apartamento, Ambar se deja caer en el sofá con un suspiro, estirando sus piernas. Axel, por otro lado, no parece tan interesado en descansar. En vez de eso, comienza a recorrer el apartamento como si estuviera explorando un nuevo lugar.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Ambar, alzando una ceja mientras lo observa moverse de un lado a otro, revisando el mueble de la sala, curioseando los estantes, abriendo y cerrando la nevera.

—Solo... explorando —responde Axel con una sonrisa traviesa mientras abre uno de los cajones de la cocina.

—Pareces un niño curioso. ¿Qué estás buscando exactamente? —pregunta Ambar, divertida, mientras lo ve revisar el contenido de su estante de libros.

Axel se detiene, se lleva un dedo a los labios como si estuviera pensando, y luego se vuelve hacia ella con una expresión seria.

—Solo estoy asegurándome de que todo esté en orden para que yo pueda dormir aquí —responde, fingiendo seriedad—. Ya sabes, es importante tener todo controlado.

Ambar no puede evitar reírse. —Por favor, Axel, no eres un niño. Ya te dije que vas a dormir en el sofá —dice mientras se levanta del sofá y se dirige hacia la cocina.

Axel la sigue, acercándose por detrás y apoyándose contra la encimera con una expresión inocente. —¿En el sofá? —pregunta con tono de incredulidad, como si fuera lo peor del mundo.

Ambar le lanza una mirada divertida. —Sí, en el sofá. Es cómodo, prometo que sobrevivirás una noche.

Axel suspira dramáticamente, pero asiente con aparente resignación. —Está bien, está bien... Me quedaré en el sofá. Pero solo porque tú lo dices —añade, con una sonrisa que deja ver claramente que tiene algo más en mente.

Horas después, la noche avanza y Ambar, agotada por el día, se acurruca en su cama, disfrutando del silencio y el confort. Sin embargo, a los pocos minutos de cerrar los ojos, siente una presencia a su lado. Entre sueños, percibe que alguien se ha metido bajo las sábanas.




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