El sol apenas iluminaba la ciudad mientras Axel y Ambar caminaban hacia la oficina. Había una sensación de calma en el aire, pero Axel, siempre observador, sentía que algo no iba bien. No era solo la tensión interna que había vivido por semanas con Ambar, sino algo más. Sin embargo, decidió ignorarlo, al menos por el momento, mientras se preparaban para la reunión crucial del día.
Cuando entraron a la sala de juntas, todos ya estaban presentes. Dave revisaba los documentos del proyecto, las conversaciones fluían suavemente, pero entonces, Alice, con su acostumbrada sonrisa arrogante, se levantó de su asiento. Axel apenas le prestó atención al principio, hasta que las palabras que pronunció resonaron en la sala como una bomba:
—Quiero dar la bienvenida a una persona muy especial. Algunos de ustedes ya me conocen como representante, pero hoy tengo el honor de presentarles a mi padre, el verdadero inversionista detrás de este proyecto.
El silencio se apoderó de la sala cuando un hombre alto y de presencia imponente entró. Su traje perfectamente hecho a medida y su caminar seguro dejaron claro que estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Los ojos de Axel se entrecerraron ligeramente, y aunque su expresión no cambió, por dentro estaba procesando rápidamente la situación. El hombre se presentó con una sonrisa calculada.
—Soy Robert Hartman, y vengo a conocer de cerca el proyecto en el que estamos invirtiendo. —Su mirada recorrió la sala hasta que se detuvo en Axel, observándolo con particular interés—. He escuchado mucho sobre usted, señor King.
Axel asintió educadamente, sin perder su compostura. Sabía que estaba siendo evaluado, no solo como hombre de negocios, sino como un potencial objetivo para algo más. Por su apellido y su fortuna, no era extraño que personas intentaran sacar provecho, pero esta vez el interés era más personal, y el hecho de que Alice estuviera involucrada complicaba las cosas. Sentía que la verdadera razón de la llegada de Hartman no era solo por negocios, sino por las caprichosas intenciones de su hija.
Desde el otro lado de la sala, Dave observaba la escena con una mezcla de sorpresa y recelo. No había sido informado de la visita del inversionista principal, lo cual ya levantaba sospechas. Sin embargo, decidió mantener una postura neutral, intercambiando miradas breves con Axel, sabiendo que ambos estarían jugando un juego de poder en silencio.
Mientras las formalidades continuaban, Hartman no perdió oportunidad de ser "amigable" con Axel.
—He escuchado que mi hija ha estado trabajando cerca de usted. —Robert hizo una pausa estratégica—. Es un honor para mí que Alice esté aprendiendo de alguien como usted. Espero que puedan formar una alianza… más estrecha.
La sugerencia implícita en sus palabras no pasó desapercibida. Axel, siempre astuto, sonrió con frialdad.
—Alice ha sido una gran colaboradora. Sin embargo, aquí todos mantenemos una relación profesional. Estoy seguro de que comprenderá que, en los negocios, es importante mantener ciertos límites.
Hartman soltó una ligera carcajada, como si todo fuera un simple comentario, pero Axel sabía que la verdadera intención estaba cargada detrás de esas palabras. Las cosas acababan de volverse más complicadas, y Axel no podía permitirse bajar la guardia. Alice seguía observándolo, tratando de captar su atención con miradas coquetas y pequeños comentarios en doble sentido, pero él mantuvo su foco en lo que realmente importaba: proteger lo que ya había conseguido, especialmente con Ambar y su futuro hijo.
La junta continuó, pero Axel apenas podía concentrarse en los detalles. Sabía que tendría que trazar un nuevo plan. Hartman era un jugador peligroso, y si su hija estaba decidida a atraparlo, las cosas podían descontrolarse rápido. Aun así, Axel tenía algo que Hartman no: la confianza de Ambar. Ella era su prioridad, y no dejaría que ningún capricho de Alice, ni los juegos de poder de su padre, interfirieran en lo que estaban construyendo.
Cuando la reunión terminó, Axel se despidió con la misma formalidad y diplomacia con la que había manejado la situación. Sin embargo, por dentro, ya estaba calculando su próximo movimiento.
—Nos veremos pronto, señor King. —Robert estrechó su mano con una sonrisa enigmática, como si todo ya estuviera decidido.
—Sin duda. —Axel devolvió la sonrisa con igual astucia.
Al salir de la sala de juntas, Axel caminaba junto a Dave, quien, finalmente, rompió el silencio con una leve risa.
—Bueno, eso fue inesperado. ¿Qué opinas de nuestro nuevo "amigo"?
Axel solo sacudió la cabeza.
—No confío en él. Y mucho menos en su hija.
Dave asintió, sabiendo que Axel tenía razón. Ambos eran jugadores en un juego más grande, pero Axel siempre había tenido la habilidad de mantenerse un paso adelante.
Sabía que la verdadera batalla apenas comenzaba.
La mañana en la oficina transcurría con relativa calma. Axel y Ambar estaban concentrados revisando los informes del último contrato, sumidos en su rutina habitual. Habían trabajado en silencio, compartiendo pequeños comentarios aquí y allá, pero todo cambió abruptamente cuando se escuchó un golpe en la puerta.
—Adelante —respondió Axel, sin apartar la vista de los documentos.
La puerta se abrió y, para sorpresa de ambos, Robert Hartman apareció en el umbral. Su presencia imponente llenaba la habitación mientras observaba a Axel y luego a Ambar, con una expresión que bordeaba la condescendencia.
—Disculpen la intromisión, señor King, pero quería hablar con usted. —El tono de Robert era cortés, pero había una firmeza que dejaba claro que no aceptaría un "no" por respuesta—. Me interesa ver los detalles de los avances del proyecto que revisaron en su viaje. Mi hija me comentó que todo fue bien, pero preferiría que me diera más detalles personalmente.
Ambar, siempre profesional, esbozó una leve sonrisa y se levantó de su asiento. Se inclinó hacia Robert para ofrecerle la silla en la que había estado sentada.
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Editado: 05.05.2025