El Precio de tu Perdon

Capitulo 27

Dave

La mañana pasó rápidamente. Las cosas finalmente habían avanzado como debían. El problema con el director del departamento de finanzas ya estaba resuelto. Tras una revisión exhaustiva y algunos informes que se contradecían con los registros originales, había logrado trasladarlo a otra sucursal bajo la excusa de una "reorganización estructural". Fue una salida diplomática, pero más que necesaria. Nadie volvería a presionar ni a maltratar a Kate en esa empresa. Había asegurado que todos los empleados, sin importar su puesto, fueran tratados con respeto.

Me sentí aliviado, aunque no lo mostraba en mi rostro. El bienestar de la empresa y de la gente que trabajaba allí siempre había sido mi prioridad, y saber que había puesto las cosas en su lugar me daba una satisfacción silenciosa.

Miré el reloj. Era medio día y ya había quedado con mi padre para salir a almorzar. Sonreí al pensar en lo relajante que sería pasar unas horas con él, lejos de las responsabilidades y las tensiones del trabajo. Mi teléfono vibró sobre el escritorio, y al ver el mensaje, confirmé que él ya estaba esperándome en la entrada del edificio.

Me levanté, recogí mi chaqueta y salí de mi oficina, tomando el ascensor hacia la planta baja. Mientras las puertas del ascensor se abrían, lo vi. Mi padre estaba allí, con su sonrisa característica y esa mirada serena que siempre me transmitía calma.

—¡Hijo! —exclamó al verme, dándome un fuerte abrazo—. Estás trabajando demasiado, puedo verlo en tu cara. ¿Cuándo vas a tomarte unas vacaciones?

Reí suavemente mientras salíamos juntos del edificio.

—Ya sabes cómo es esto, papá. Siempre hay algo que hacer. Pero hoy vamos a relajarnos, ¿de acuerdo?

Caminamos por las calles cercanas a la empresa, en dirección al restaurante que había reservado. Era un lugar tranquilo, nada ostentoso, justo como le gustaba a mi padre. Mientras caminábamos, hablábamos de cosas triviales. Mi padre me preguntó por mi vida personal, como siempre hacía, y yo, como siempre, desvié la conversación hacia temas más neutrales. Aún no estaba listo para compartir lo que sentía, sobre todo el torbellino de emociones que había surgido desde que conocí a Kate.

Finalmente, llegamos al restaurante. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde se podía ver la calle llena de vida. El aroma a comida recién preparada llenaba el lugar, y sentí cómo el estrés del día comenzaba a desvanecerse poco a poco.

—Así que, dime —dijo mi padre mientras examinaba el menú—. ¿Cómo van las cosas en la empresa? Supongo que todo está bien si me tomas la tarde libre para almorzar.

—Sí, todo está bajo control —respondí, dándole una mirada rápida al menú también—. Hubo algunos problemas menores, pero ya los solucioné.

Mi padre me miró con esa expresión que siempre usaba cuando sabía que había más de lo que estaba diciendo.

—¿Problemas menores? —repitió con una ceja levantada—. Vamos, Dave, ¿qué pasó?

Suspiré, sabiendo que no podría esquivar la conversación. Le conté, de manera resumida, lo que había pasado con el director y cómo había afectado a una empleada. No mencioné a Kate por nombre, ni el impacto personal que todo aquello había tenido en mí, pero mi padre me escuchaba atentamente, como siempre hacía.

—Bueno, suena como que hiciste lo correcto —dijo finalmente, dejando el menú a un lado—. No siempre es fácil tomar decisiones así, pero es lo que un buen líder hace.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Pero había algo más en juego aquí. Mi conexión con Kate era algo que no terminaba de comprender, y aunque no le había contado a mi padre sobre ella, la forma en que la situación me había afectado me dejaba pensando en por qué me importaba tanto.

—Gracias, papá —respondí, sonriendo mientras el camarero se acercaba a tomar nuestros pedidos—. Tú me enseñaste a tomar decisiones difíciles, ¿recuerdas?

Él se rió suavemente, asintiendo con la cabeza.

—Solo hice lo que cualquier padre haría, hijo. Estoy orgulloso de lo que has logrado. Has llevado esta empresa a alturas que ni yo imaginaba. No puedo pedir más.

Mientras tomábamos nuestros almuerzos, la conversación fluyó con la misma naturalidad de siempre. Hablamos de recuerdos de la infancia, de la vida tranquila en las afueras, y de lo importante que era para él que yo encontrara un equilibrio entre el trabajo y la vida personal. No podía dejar de pensar en cómo, de alguna manera, sus palabras tenían más sentido ahora que nunca.

Cuando finalmente terminamos de almorzar, sentí una paz que hacía tiempo no experimentaba. El tiempo con mi padre siempre lograba hacerme ver las cosas desde una perspectiva más clara. Pero también sabía que, a partir de ahora, había muchas cosas que no podría ignorar, especialmente mis propios sentimientos.

***

Después de un almuerzo tranquilo y lleno de anécdotas con su padre, Dave se sentía en paz, como si hubiera dejado atrás parte del estrés acumulado en las últimas semanas. Mientras caminaban juntos de regreso al edificio de la empresa, el sol de la tarde empezaba a suavizarse, dando un toque cálido a las calles que los rodeaban. Dave miraba de reojo a su padre, sabiendo que la conversación sobre equilibrar el trabajo y la vida personal había calado más hondo de lo que él mismo quería admitir.

Al acercarse a la entrada del edificio, algo llamó su atención. Una figura conocida, acompañada de un pequeño niño, estaba caminando hacia ellos.

Era Kate, y junto a ella, su hijo Lucas, que correteaba alegremente. El corazón de Dave dio un vuelco inesperado. Aunque ya había solucionado todo el asunto de su contrato, lo que le permitía ahora hacer uso de la guardería de la empresa, no se esperaba este encuentro tan pronto, y mucho menos con su padre presente. Sintió cómo una ola de nerviosismo le recorría el cuerpo, algo que rara vez experimentaba en su entorno laboral.




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