Axel
El eco de las risas, el tintineo de las copas y el murmullo constante de las conversaciones llenaban la enorme mansión de Alice, pero para mí, era todo un ruido ensordecedor. Las luces cálidas y la decoración impecable hacían que la fiesta pareciera perfecta, como si todo estuviera en su lugar. Las familias King y Hamilton estaban reunidas en lo que pretendía ser una celebración del próximo gran paso: el compromiso oficial entre Alice y yo.
Sonreí, fingiendo que todo iba de maravilla. La fachada perfecta, como siempre. Los socios y aliados de ambas familias circulaban entre los invitados, hablando de negocios, haciendo promesas veladas y sellando acuerdos con una copa de champán en la mano. Esto no era una fiesta; era una negociación encubierta. Y yo era el trofeo que sellaba la unión entre las familias.
Alice estaba al otro lado del salón, rodeada por un grupo de mujeres que no dejaban de alabar su vestido, un diseño exclusivo que, como todo lo relacionado con ella, debía ser perfecto. Me alcanzó con la mirada y me regaló una sonrisa, esa sonrisa que había aprendido a detestar. No había amor en ella, solo conveniencia. Sabía lo que representaba para su familia, lo que mi apellido traía consigo, y ella estaba más que dispuesta a obtenerlo.
Fingí devolverle el gesto, pero mi mente estaba en otro lugar. En otro momento. En otra persona.
La imagen de Ambar inundó mi cabeza, tan nítida que por un instante me costó volver a la realidad. ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Estaría bien? Me preguntaba si su mirada todavía me detestaba tanto como la última vez que la vi, pero más que eso, si el dolor que le causé seguía presente en sus ojos. Me estaba carcomiendo por dentro, pero sabía que todo esto era parte del plan.
—Axel, querido —la voz de mi madre me arrancó de mis pensamientos—. Los socios de Hamilton quieren saludarte.
Suspiré para mis adentros y ajusté la corbata, disimulando mi incomodidad. Asentí y seguí a mi madre entre la multitud, fingiendo una vez más que todo esto me importaba. Una pequeña parte de mí se preguntaba hasta cuándo podría mantener esta máscara.
—Es tan encantador que estés aquí, Axel —dijo uno de los socios, extendiéndome la mano. Lo reconocí de una de nuestras reuniones pasadas—. Esta unión será un gran éxito para ambos lados.
—Eso espero —respondí, estrechándole la mano con una sonrisa fría.
Las palabras salían de mi boca con facilidad, pero cada segundo que pasaba en esa fiesta sentía que me ahogaba un poco más. Todo era tan irreal, tan forzado. Todos sabían que este compromiso no era por amor, pero nadie lo decía en voz alta. El matrimonio con Alice estaba arreglado desde el principio, un trato para fortalecer los lazos entre las dos familias, pero yo… no lo quería. No quería a Alice.
Mi mente seguía en otra parte, en un plan que había estado gestando desde hacía tiempo. El compromiso era un teatro. Una actuación que me permitiría ganar tiempo, pero mi verdadero objetivo estaba más allá de todo esto. Cada palabra que pronunciaba, cada sonrisa falsa que ofrecía, era solo un paso más para liberarme de las cadenas que me habían impuesto.
Me alejé de la conversación apenas pude, buscando un respiro entre la multitud. Sabía que Alice estaría buscándome pronto, así que me moví hacia una esquina más oscura del salón, donde las luces no brillaban tanto y las conversaciones eran menos intensas. Allí, casi sin querer, encontré a Dave.
Nuestros ojos se cruzaron, y por un instante, el mundo pareció detenerse. No necesitábamos palabras; ambos sabíamos lo que estábamos tramando. Un leve asentimiento fue suficiente. Todo iba según lo planeado.
Dave estaba aquí no solo como un invitado, sino como parte de algo mucho más grande. Su presencia era clave para todo lo que estaba por venir. A pesar de que la gente alrededor no lo sabía, nosotros teníamos un trato que cambiaría todo, y este maldito compromiso era solo una pieza más en el tablero.
Las conversaciones y los brindis continuaban, pero en mi mente, los engranajes seguían girando. Pronto, todo este teatro se derrumbaría. Y cuando lo hiciera, yo me llevaría conmigo lo único que realmente me importaba: Ambar y nuestro hijo.
Pero por ahora, tenía que mantener la farsa. Mi mirada volvió a cruzarse con la de Alice, que sonreía plácidamente mientras conversaba con algunos miembros de su familia. No sabía lo que venía. Ninguno de ellos lo sabía.
—¿Estás bien, Axel? —preguntó de repente Alice, que había aparecido a mi lado sin que me diera cuenta. Su tono de voz era suave, dulce, como siempre cuando estaba frente a otros.
—Perfectamente —respondí, obligándome a sonreír—. Solo necesitaba un poco de aire.
Ella me miró, como si no estuviera completamente convencida de mi respuesta, pero no insistió. Sabía que mientras todos los invitados estuvieran satisfechos y nuestra actuación continuara, no importaba cómo me sintiera. Lo único que le importaba era asegurarse de que este compromiso llegara al altar.
—Es bueno verte tan involucrado en la fiesta —dijo suavemente, tomando mi brazo de manera posesiva. Cada contacto con ella me hacía sentir como si estuviera encadenado, atrapado en una prisión de la que no podía escapar… aún.
Pero pronto, todo cambiaría.
—Voy a saludar a mi padre —murmuré, deshaciéndome de su agarre con una excusa, y ella asintió, sin sospechar nada.
Crucé la sala, haciendo todo lo posible por evitar más conversaciones. En mi mente, las piezas del plan seguían encajando una por una. Pronto… muy pronto, todo este mundo falso, esta vida que no quería, llegaría a su fin. Y lo haría a mi manera.
Mientras tanto, con cada paso que daba, mi mente volvía una y otra vez a Ambar. Sabía que ella me odiaba, que lo que hice la destrozó, pero no iba a detenerme. No hasta que todo estuviera resuelto, hasta que pudiera tenerla a mi lado una vez más. Dave lo entendía, y por eso estaba aquí, como parte de algo mucho más grande que esta ridícula farsa de compromiso.
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Editado: 05.05.2025