El precio de un deseo

Cap 20

Luis Mejia  
su curiosidad, luego se fueron para la sala donde ringo continuo con el relato 
mientras ella cocinaba algo de comer para cenar. Así pasaron unas cuantas horas 
hasta que cayó la noche y su madre llegó a casa, al entrar miro en el sillón de la 
sala sentado a Ringo; con un pantalón y camisa que pertenecieron a su difunto 
esposo quien había muerto en un accidente, Zona al verla corrió hacia ella y le 
tomó del brazo la llevo hacia él, diciendo ¡madre te acuerdas de aquel hombre en 
la plaza del que siempre estábamos al pendiente! ella resp “si”, preg ¿Por qué 
hija? “Madre” te lo presento, él es Ringo y es la misma persona que siempre 
estaba sentado en ese lugar, la mujer se sorprendió diciendo ¡no lo puedo creer! 
es imposible estas segura de lo que me está diciendo lo he visto desde hace 20 
años en ese lugar sin comer ni beber nada y que este sea su aspecto físico es 
como si no hubiera transcurrido nada de tiempo para él, Ringo al verla le vinieron 
a la mente vagos recuerdos de cuando estaba en la calle frente a ellas, diciendo 
me acuerdo de usted, es la que siempre está al frente mirándome todos los días y 
siempre estira la mano para saludar, la madre asombrada preg ¿en realidad eres 
tú?, “si” resp: la señora se acercó con incredulidad para saludarlo en medio de su 
impresión, mucho gusto me llamo ¡Florentina!, después de saludarlo le hizo la 
misma preg que su hija, Ringo resp, le estaba contando en este momento a su hija 
mi historia, la señora intrigada le pidió que si no le molestaba, que a ella también 
le gustaría escucharla, luego los dos se sentaron mientras Zona terminaba de 
cocinar, Ringo puso al corriente a la señora de todo lo que ya le había contado en 
eso, la cena estuvo lista y la sirvieron en la mesa; zona al igual que madre estaba 
esperando a ver qué pasaba porque nunca lo habían visto comer ni beber nada, 
ringo sorprendido por la cara que las dos mujeres frente al tenían al verlo en la 
mesa preg ¿porque me miran a si? Las dos respondieron en una sola vez como si 
se hubieran puesto de acuerdo ¡en todo este tiempo, que te hemos observado 
nunca te he visto comer ni un solo bocado de comida y no sabemos si esto te va a 
gustar o no!, sonriendo les dijo ¡en realidad no necesito comer ni beber nada para 
poder vivir!, ¡soy un cascaron vacío. que no tiene nada por dentro!, mi corazón 
dejó de latir y ni si quiera recuerdo cuando fue que sucedió!, tampoco fluye la



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En el texto hay: tristeza dolor aleligria y sufrimiento

Editado: 22.02.2022

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