Capítulo 9
Estheisy mira la portada de la revista y sonríe ante la foto que esta en la portada. William maldito Johnson besando a un chico muy lindo, debe aceptar, en una jodida cita. La selfie, porque la foto lo subió el mismo, ya cuenta con más de diez mil likes y casi mil comentarios, muchos en señal de apoyo, unos cuantos de asco y homofobos, pero en la gran mayoría son positivos.
Aunque esta nueva noticia es repentina y se perdió ella misma de hacer la primicia no se siente para nada desanimada, solo tendrá que cambiar su enfoque para lograr su objetivo. Ama el periodismo, pero sobre todo el conocimiento, y debe mantener un perfil bajo mientras eleva su imagen pública, nadie debe sospechar de lo que realmente está haciendo.
Agustina esta sentada en su oficina, revisando las facturas del hotel que debe presentar a su contador cuando la puerta se abre y entra la última persona que quiere ver en estos momentos. Ignacio le sonríe descaradamente mientras se acerca con petulancia a su escritorio, la sonrisa pegada a su rostro solo le causa mala espina.
—No.
—Oh, vamos. Ni siquiera dije algo. —replicó su negativa, haciendo un puchero para la consternación de ella.
—Igual, tus ideas siempre son malas. —Y lo sabe, aunque obtuvieron resultados monetarios positivos el costo de su tranquilidad y reputación se vieron amenazados.
—Mentira, y lo sabes.
—Si, si, como digas. ¿Qué quieres? —Agustina se resigna, dejando sus facturas de lado para prestarle a Ignacio su completa atención.
—Quiero que invites a tu hermano y su pareja a la fiesta anual del hotel . —Bueno, Agustina no se esperaba esa solicitud.
Piensa descartarlo al instante, pero luego comienza a analizar lo que acaba de solicitar Ignacio y va entendiendo su punto, la fiesta del hotel es en noviembre, mes del orgullo acá en Argentina y si uno de los dueños del hotel se presenta con su pareja a un evento tan importante dejaría implícito que el hotel es un espacio amigable y seguro para las parejas que se movilicen de otros lugares para la marcha y los festejos.
—Lo pensaré, pero no te confíes. Aunque diga que si mi hermano puede decir que no. —Es la verdad, su hermano se ha aislado mucho estos últimos meses.
Cosa que no es propia de él, la última vez que se aisló así fue cuando era un adolescente y su abuela falleció. Su madre y su padre le dieron su espacio, pero nunca lo dejaron solo, siempre alguno de ellos buscaba hacerle compañía, estar cerca por si todo el dolor que William guardaba en su interior salía, y lo hizo, fue horrible pero liberador y lo mejor es que tenía una red de apoyo.
—Bueno, tenemos un acuerdo.
—¿Cuándo salimos de nuevo? —Ignacio le pregunta, a lo que Agustina se sonroja un poco.
—Fue una vez, Ignacio.
—Sabes que no quiero que sea de una sola vez, no tengo edad para juegos. —Aseguró, mirándole a los ojos con tanto cariño que hizo temblar a Agustina.
—Te mereces a alguien mejor.
—No hay ninguna otra mujer mejor que vos, Agus. Y no habrá otra igual. —Ignacio no de contiene.
—Mereces tener una familia, lo sabes. —La respiración de Agustina se acelera y sus ojos le arden, su pecho se siente presionado por todo lo que está guardando en su interior y casi libera. Si tan solo tuviera el mismo valor que tienen su hermano menor.
—Quiero que formes parte de ella. —Y ella se rompe y comienza a llorar.
—No puedo… Yo no puedo… —Dice ella entre sollozos, confundiendo a Ignacio ante eso.
—¿No me quieres? ¿No quieres estar conmigo? —Ahora el también suena dolido y vulnerable, haciendo que Agustina se sienta peor.
—No es eso, Ignacio. —Suplica.
—¿Entonces qué es? Lo que sea podemos solucionarlo juntos, si me das la oportunidad. —Asegura, acercándose a ella y poniéndose en cuclillas para quedar a la misma altura.
—Soy estéril. —Apenas lo dijo Agustina estalló en llantos, a lo cual Ignacio rodeo con sus musculosos brazos y le da caricias buscando en muestra de apoyo mientras se desahoga.
Ignacio no dice nada por unos momentos, procesando la nueva información que Agustina le ha dado, ella ha compartido una parte de su alma con él, ella no puede darle hijos biológicos ¿Y qué? Pueden adoptar, pueden contratar un vientre subrogado, hay muchas otros posibles futuros, pero él sabe sin lugar a dudas que quiere que ella forme parte de ese futuro junto a él.
—¿No dirás nada? —pregunta una vez que logra calmarse, pero sin abandonar la seguridad que le proporciona los brazos de Ignacio.
—Amo todo de ti, Agus. Eres perfecta para mí y quiero tener una relación contigo. —Le asegura, dándole besos en la coronilla —. Te lo dije hace una semana atrás, te lo digo hoy y te lo repetiré las veces que sean necesarias. Yo te amo, Agustina Johnson.
—Yo también te amo, Ignacio. —Confiesa mirándolo a los ojos antes de juntar sus labios en un cálido beso.
Todavía no tenían todo resuelto, aún le falta aclarar muchas cosas y hablar sobre ellos, pero ahora mismo su amor es recíproco y ambos quieren darse la oportunidad de intentarlo.
Adrianne observa como el enfermero prepara al paciente mientras ella hace la nueva receta. La mañana ha sido bastante llevadera, no hay tantos pacientes como se esperaría y es feliz por eso. Ama su trabajo, pero prefiere los días en que apenas si llegan personas al hospital, eso significa que menos personas están sufriendo o padeciendo cosa que la hace feliz.
Ha visto la foto que William ha subido a su insta la noche de ayer y sintió celos, por primera vez en su vida, por unos segundos, sintió celos de William y enojo. Pero esa emoción murió tan rápido como llegó, dejándola llena de culpa y pesar.
William no tiene la culpa que ella se haya enamorado de Richard, incluso Richard no tiene la culpa de ello, fue ella quién se sintió atraído por el incluso cuando el le confesó desde un inicio que es homosexual. No puede culpar a nadie más que a ella misma.
—Estas distraída. —La voz de su amiga la sorprende y le hace prestar atención a su consultorio.
El enfermero que la estaba ayudando no está, en cambio, está otra enfermera que la mira con simpatía.
—Carina. Es bueno verte.
—Diría lo mismo, pero estaría mintiendo —dice de forma juguetona, haciendo reír a Adrianne, un poco más alegre.
—Gracias.
—De nada Adri, para eso estoy. —Asegura ella, dándole unas palmadas en el hombro en señal de simpatía.
—Ahora me dirás ¿Qué es lo que tiene tan distraída? —sondea, queriendo descubrir la causa de la mirada melancólica que lleva hoy.
—Nada, solo… Me equivoque.
—Bueno, todos lo hacemos. Respira, toma un tiempo y soluciona eso. —Lo apoya con seguridad.
—En esto no, por desgracia. Es algo del corazón. —Y es cierto, para su pesar.
—Ah… Te enamoraste.
—Por desgracia. —Comenta, haciendo que Carina gire los ojos por el dramatismo de su amiga.
—El amor no es una desgracia, las personas de los cuales nos enamoramos si pueden ser unos desgraciados. —Asegura, haciendo reír a Adrianne.
—Como siempre siendo franca. —Adrianne sonríe, feliz por el apoyo firme de su amiga.
—No me querrías de otra manera.
—Perdonen, señoritas, pero hay pacientes que esperan. —Dice el enfermero, ingresando de nuevo al consultorio.
—Ya vamos, Ivan,
—Si, llama al próximo paciente.
Richard mira a su madre dormir tranquila sobre la cama del hospital, su piel trigueña se ve amarillenta a causa de la palidez que le produce la enfermedad. Su enfermera ya había pasado a revisar sus signos vitales y para hacer nuevos controles y ahora ella descansa.
Atrás quedo la mujer alegre y energética que tanto amaba, ahora solo puede ver fragilidad donde antes veía fuerza y una profunda tristeza donde antes resplandecía la alegría. El cáncer no sólo ataca tu cuerpo, también ataca tu mente y espíritu. Richard detesta esto, su padre falleció en un accidente laboral cuando era más joven y ahora está enfermedad estaba tratando de llevarse a su último familiar vivo. Lo odia.
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Editado: 23.02.2024