A mi hermana que no creía en mí
A todos aquellos escritores por ser mi inspiración
a escribir mis propias historias.
-Hola chicas -dije avanzando hacia Anaí, Mirna y Lianet, mis mejores amigas desde la infancia.
Hoy era el primer día de clases despues de las vacaciones de verano, no me habia dado cuenta de cuanto las extrañaba hasta que las volvi a ver.
-Hola Victoria -me saludaron las tres al unísono. Cuando hacian eso daban miedo.
-Te enteraste de que va a entrar un nuevo alumno, hay rumores de que va a estar en último año- me dijo Mirna.
-No lo sabía, ¿eso se puede? -pregunte dudando.
-Si, se puede ya que viene de intercambio -pude notar que Anaí estaba un poco emocionada.
-¿Y como es? -respondí con curiosidad.
-Aún no lo sabemos -me contestó Lianet.
-Ojalá sea guapo, alto, rubio y de ojos azules -a Anaí casi se le cae la baba al pronunciar dichas palabras.
-Sigue soñando, no creo que sea así -puse lo ojos en blanco, esto hizo que Lianet y Mirna se rieran, pero dejaron de hacerlo al ver que Anaí las miraba mal.
-Por lo menos yo si voy a intentar algo con ese chico, si esta bueno obviamente -dijo Anaí muy segura de si misma.
En ese preciso momento aparecio por el pasillo un chico guapo, alto, rubio y de ojos azules. Anaí casi se desmaya al verlo. El chico paso a nuestro lado y me dedico una sonrisa de lado, yo solo me limite a verlo directamente a los ojos. Senti una sensación extraña, como si una corriente electrica me recorriera por completo el cuerpo. Anaí se volteó y se puso enfrente de mi.
-Victoria, desde ahorita te aviso que ese hombre que te acaba de sonreír es mío, ¡solo mío! -contesto con un tono amenazante en su voz.
-Tranquila fiera -le dije calmándola-, no pienso quitártelo.
Para ser sinceros, me producía una gran curiosidad. Tenía que hablar con él, pero le dije a Anaí que no me acercaría a su "chico". Tengo que cumplir con mi palabra. Una buena amiga hace eso.
En ese momento sonó el timbre indicando que las clases habían empezado. Lamentablemente no tenía ninguna clase con mis amigas, solo con Lianet en ciencias, peor es nada ¿no?
Me fui al salón de literatura, tomé asiento, pero para mí mala suerte, el chico nuevo se había sentado a mi lado. Decidí ignorarlo hasta que acabara la clase, pero me fue imposible no voltear a verlo. Él noto mi mirada y de inmediato me volteo a ver con esos ojos azules que parecían dos hermosos diamantes.
-Hola linda.
-Hola y me llamo Victoria no "linda" -le respondí tratando de sonar dura para no llamarle la atención. Cosa que no funcionó, note un brillo en sus ojos.
-Victoria, bonito nombre -dijo mirándome de arriba abajo.
Asentí y fingí una sonrisa.
-Me llamo Caleb -me dedico una sonrisa que dejaba al descubierto sus perfectos dientes blancos-. Soy nuevo, un placer conocerte.
-Si no me dices no me doy cuenta -sarcasmo. No creo que le guste.
-Pues ahora ya lo sabes -me sonrió otra vez.
-Porque mejor no pones atención a la clase y dejas de distraerme -rode los ojos y en un tono que pareciera que no quisiera hablar con él, cuando la realidad era otra.
Yo era demasiado sociable y me moría de ganas por hablar con él y ser amigos, pero recordaba las palabras de Anaí y descartaba la idea de mi mente. Al parecer no funcionó ya que Caleb volvía a dirigirme la palabra cada vez que podia, yo solo me limitaba a ignorarlo y tratar de concentrarme en la clase, lo cual me fue muy imposible.
El timbre sonó anunciando la hora del almuerzo. Agradecí que el maestro lo detuviera para hablar con él y así poder escapar.
-Porque tardaste tanto en venir? -me reclamó Mirna.
Nos encontrábamos en la cafeteria de la escuela y estaba que explotaba de tantos alumnos que había.
-Perdón chicas, tuve un pequeño inconveniente... que hay de comer hoy -no quería hablar de Caleb y menos enfrenté de Anaí.
-Lo mismo de siempre, sándwiches de pollo, sopa... - Lianet empezó a mencionar todo el menú.
-Que asco -decía Analí mientras nos acercábamos a que nos dieran nuestra comida.
-Peor es nada -le respondí con una sonrisa.
-Tu siempre tan positiva -para luego ver (otra vez) con cara de asco su comida.
Cuando acabamos de comer nos dirigimos cada quien a sus respectivos salones. Me despedí de ellas en el pasillo ya que tenía que recoger unos libros de mi casillero. Cuando cerré la puerta, ahí estaba él con una sonrisa dibujada en su rostro.
-¿Qué quieres?
-Quería hablar contigo.
¿En serio?
-Pero yo contigo no -comencé a caminar al salón de historia.
No me apetecía hablar con él. En cuanto vio que me alejaba me empezó a seguir.
-No importa, tu solo escúchame.
-Y si me tapo los oídos, así no te escucharía -acelere más el paso.
-Te hablo en lengua de seña.
En serio este tipo no se cansa.
-No tengo tiempo -volví a avanzar más rápido.
-Mentirosa, si tienes tiempo.
¿Acaso me espías pedazo de escoria?
Por lo que veo alguien se levantó de mal humor.
-Está bien, si tengo tiempo, pero no quiero -volví a retomar el tema.
-¿Por qué?
-Porque no y ya. No sé si estas enterado, pero todo este tiempo estuviste preguntando cosas sin sentido cuando pudiste hablar de lo que querías decir desde un inicio.
-Eso solo era una excusa para hablarte -contesto sonriente.
-Y si aceptaba hablar contigo ¿qué me ibas a decir? -pregunte confusa.
-Si eso pasaba, simplemente improvisaría, soy bueno improvisando.
-No me digas -respondí otra vez sarcásticamente.
-Pues ya te dije -y seguía con esa sonrisa que me estaba empezando a martirizar, no entiendo el porque si no me gusta.
Miré mi reloj y para cuando me di cuenta ya era demasiado tarde, llegaría 10 minutos tarde a la clase, todo por culpa de Caleb.
-Me tengo que ir -empecé a correr sin esperar respuesta.
Editado: 01.12.2025