El precio del barro

Capítulo 7. "Los planos perdidos"

Torrent. Casa de la mare, 28 d’octubre, 8:02 h

Miquel se despertó con el ruido sordo de la lluvia golpeando los canalones. No era el aguacero torrencial que auguraban, aún no, pero sí esa clase de lluvia que parece quedarse, persistente como las dudas. Había dormido poco. La conversación con Clara la noche anterior le había dejado la mente girando. Quedarían hoy a las 12:30 en El Trapezi. La cita estaba marcada en su memoria como si fuera una trinchera.

En la cocina, su madre ya tenía el café listo. No dijo gran cosa.

—Avui plourà sense treva —murmuró, mientras removía el azúcar en su taza.

—Sí. I més enllà de l’aigua, hi ha altres coses que també volen rebentar.

Miquel subió al desván tras un desayuno frugal. Buscaba los planos antiguos del sistema de retención de aguas de la Ribera Alta. Tras rebuscar entre cajas y archivadores polvorientos, encontró lo que buscaba: croquis en papel vegetal, anotaciones a mano —la letra era de Ferran— con frases alarmantes: “Modificació prevista — no executada”, “Desviació sense plànol oficial”, “Anul·lació sobtada”.

Torrent. Arxiu Històric Municipal, 10:13 h
El archivo municipal, muy cerca de la iglesia arciprestal , olía a humedad y a papeles viejos. Pidió ver licencias de obra para Torrefita, Benitancó y L’Hortella entre 2021 y 2024. Le trajeron carpetas casi vacías. Permisos con el mismo número de referencia. Firmas idénticas. Y ningún plano.

—Com si tot fora una plantilla... —susurró.

Tomó fotos con el móvil. Afuera, el cielo era cada vez más denso.

Torrent. Bar Cèntric, 11:27 h
Se refugió en el bar de la Plaza y pidió un cortado. En la televisión del fondo, un tertuliano hablaba del aumento del precio del arroz. Nadie mencionaba la alerta roja. El móvil vibró.

Novaterra Systems
—Miquel, te necesitamos. Ya. La reunión con conselleria es inamovible. Si no estás, peligran tres contratos.

—¿Sabes que esos contratos están podridos? Informes inflados. Firmas que no cuadran.

—Por eso mismo. Si no vienes tú, se va todo a la mierda.

—Doncs que es vaja —y colgó.

Torrent. Casa de la mare, 12:13 h
Al regresar, su hermano Pau estaba en el porche, empapado y con cara de preocupación. Entraron sin decir palabra. Su madre les dejó solos.

—He parlat amb Rubén i un parell de coneguts. Estàs removent massa, Miquel. La gent està nerviosa.

—Si continuen nerviosos, potser és perquè tenen motius.

—Un d’ells és del gabinet del president. Això ja no és una trama local. És institucional. És política.

Miquel tragó saliva. Miró a su hermano con firmeza.

—Doncs caldrà posar-li nom i cognoms. Si no ho fem nosaltres, qui ho farà?

Pau bajó la mirada. No dijo nada más. Sin despedirse de su madre, salió de la casa familiar, dió una pequeña carrera, subió a su coche y enfiló la avenida en dirección a la parte baja de Torrent.

Clara
La pantalla del móvil vibró con el nombre de ella. Miquel salió al porche para contestar.

—Hola.

—Canvi de plans, Cervera. M’ha eixit una entrevista a la tele comarcal a migdia. Preferisc quedar a les 17:00. Al Trapezi de nou. T’anirà bé?

—Millor, així tinc temps de revisar unes coses. Ens veiem a les cinc.

—Perfecte. Porta els documents. Jo poso el vi. I potser... algunes preguntes que no t’agraden.

Miquel sonrió.

—Estic acostumat.

Casa de la mare, 14:22 h
Subió de nuevo al ordenador. Conectó los planos antiguos a las capas de datos recientes. Había coincidencias siniestras: zonas donde debía haber una red de evacuación, ahora eran solares vacíos. Y en otras, obras inexistentes cobradas dos veces.

Reaparecía un nombre: Fundació Mare Terra. Y otro más preocupante: Camps i Roig, un bufete vinculado al gabinete técnico de Presidència.

El sistema no solo tenía goteras. Estaba podrido.

Torrent. 15:47 h
Un último correo llegó desde una dirección encriptada. Dentro, una foto de Ferran frente al barranco. Un coche negro detrás. El mismo que Miquel había visto en Torrent días atrás.

La tormenta aún no había llegado. Pero los truenos, como siempre, se oían antes del primer relámpago.

Miró el reloj. Faltaban menos de dos horas para volver a ver a Clara.
Y sabía que esta vez, todo cambiaría.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.