El precio del barro

Capítulo 11 "El barro no desaparece solo"

València, 30 d’octubre, 06:21 h

El amanecer no trajo luz. Solo un gris sucio que parecía una continuación de la noche. València amaneció con el corazón empapado y las aceras sembradas de restos: zapatos sin dueño, papeles deshechos, juguetes embarrados, bolsas atrapadas en las ramas de los árboles.

En el centro de coordinación del Cecopi, los técnicos habían dormido mal o no habían dormido. Los cafés se acumulaban, fríos, al borde de las consolas, como testigos de una noche de impotencia.

Miquel no había vuelto a dormir. Seguía en Torrent, con los ojos abiertos y la cabeza ardiendo. A las 06:57, el primer mensaje del dia le llegaba de Clara:

“Ya están empezando a limpiar. Están llegando centenares de voluntarios de todas partes a los pueblos afectados. Pero los responsables no responden, ni que hacian, ni que hicieron, ni donde estaban. Esto no puede esperar, tenemos que sacarlo todo”

Él respondió simplemente:

“Adelante. Tengo una copia de todo. Si sale, no hay marcha atrás.”

València. 10:03 h. Redacción de La Informació

Clara entró con el paso rápido y la cara de quien ya no espera disculpas. Llevaba una mochila con dos portátiles, una carpeta azul llena de documentos sellados y un pendrive con el nombre “Forat_29O” escrito con rotulador negro.

El jefe de redacción la miró desde su pecera de cristal.

—Clara... no tenemos capacidad ahora mismo. Estamos cubriendo las víctimas, los cortes, la UME desplegada…

—Esto no es cobertura. Esto es un escándalo.

—¿Y las fuentes?, en estos momentos de bulos se requiere mas que sospechas.

Ella alzó una ceja.

—Tengo documentos. Grabaciones. Y una red de contratos falsos que lleva al despacho de presidencia. ¿Te sirve?

El redactor jefe tragó saliva. Sabía que decir que no era perder la exclusiva del siglo. Decir que sí, era jugarse el cuello.

—Envíame un resumen. Si lo publicamos, lo haremos con todo.

Ella asintió.

—Envíame un abogado. Y un seguro.

Torrent. 12:44 h

Miquel imprimió en una copistería de la plaza muy cerca de la Torre, los informes que comparaban los planos de evacuación de aguas de 2015 con los documentos de ejecución de 2023. En algunos, las firmas estaban calcadas. En otros, ni siquiera coincidía el nombre del técnico.
La chica de la copistería lo miró raro, pero no preguntó.

En la pantalla del televisor del local, un presentador de À Punt anunciaba:

"El president Canós comparecerá a las 13:30 h para explicar las medidas tomadas antes y durante la DANA. Se centrará en la reconstrucción de la DANA"

Miquel sonrió con ironía. Medidas. Como si hubieran existido. Y ahora, la reconstrucción...otra escusa mas para engrosar las cuentas de politicos y empresarios corruptos.

València. 13:32 h. Palau de la Generalitat

La sala de prensa estaba llena. Políticos, periodistas, cámaras. El president Canós entró con gesto grave, traje impoluto, y el nudo de la corbata apenas flojo. Un asesor le dio el último apunte al oído.

—Señorías, ciudadanos... Lamentamos profundamente las víctimas de esta tragedia. Se están investigando las causas, y todo apunta a una acumulación súbita de precipitaciones sin precedentes.
Ningún sistema es infalible, pero activamos todos los protocolos establecidos. Desde la Generalitat estuvimos siempre al frente y tomando medidas para minimizar los daños. El Gobierno central es respnsable por omisión de su responsabilidad como responsable de las agencias que tenían que haber avisado en tiempo y forma.

Clara miraba desde la tercera fila. Miquel, desde casa, apuntaba en su cuaderno: "Activaron la alerta a las 20:12. , mas de 200 muertos. El protocolo era el silencio."

Entonces ocurrió.

En La Informació, saltó la notificación: Publicación automática programada activada.

TÍTULO: “La red invisible: contratos falsos, obras fantasmas y un presidente ausente”

Dentro: el pendrive completo. Nombres. Fechas. Videos. Declaraciones. Fotografías aéreas de obras no ejecutadas. Correos cruzados entre técnicos, asesores y una empresa en Andorra.

El barro ya no se podía tapar.

Torrent. 14:22 h. Casa familar

Pau entró en la casa de sus padres con el rostro desencajado. Tiró el móvil sobre la mesa.

—Ha salido. Todo. Ferran. Els contractes. Les empreses de Rubén. Hasta el despatx del president.

Miquel lo miró sin levantar la cabeza del portátil.

—Y eso que aún no hemos sacado lo de la Fundació Mare Terra ni los correos de presidencia.

—¿Tú estás loco? Te van a machacar.

—A los mas de 200 muertos y subiendo ya los han machacado. No hay mayor amenaza que callar.

València. 17:10 h. Redacción de La Informació

El teléfono no dejaba de sonar. Clara, firme, contestaba a medios de Francia, Alemania, incluso de USA.

La portada online era ya viral. Canós, al salir de la rueda de prensa, supo que estaba acorralado.

Su jefe de gabinete le mostró el móvil.

—Le acusan de inacción criminal. Y de ocultar informes. ¿Suspendemos la agenda?

—No. Convocad al gabinete. Y buscadme a un abogado que no tenga miedo. LLama a los medios afines, que preparen informaciones confusas que tapen esos titulares y centremos la culpa de este desastre en el Gobierno central. Desde Madrid nos apoyarán.

València. 18:47 h. Bar-librería El Trapezi

Clara y Miquel volvieron al lugar donde todo había empezado. No necesitaban hablar mucho.

—Hoy hemos abierto una grieta —dijo ella, bebiendo un sorbo de vino—. Pero aún no hemos ganado nada.

—La gente ya sabe. Aunque se haga la sorda. Aunque no salga a la calle. Ya no pueden decir que no sabían.

Ella lo miró fijamente. El deseo estaba, pero también el cansancio. La soledad de quien ha gritado demasiado tiempo en la oscuridad.




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