València, como el resto del país, estaba viviendo una nueva era. La corrupción había quedado expuesta, pero la lucha no había terminado. Miquel y Clara, ahora más unidos que nunca, sabían que su batalla por la justicia era solo el principio. Los nombres que cayeron en este caso eran solo una fracción de los que aún quedaban por caer. Y aunque el futuro parecía incierto, había algo que era claro: Miquel Cervera no sería recordado solo por su lucha contra la corrupción, sino como el hombre que, después de la tormenta, construyó un futuro más justo para todos.
Mientras Miquel miraba al horizonte, la ciudad que lo había visto nacer y crecer parecía estar a punto de convertirse en el epicentro de una nueva batalla. Y entre las sombras de las altas torres, se gestaba un nuevo caso, un nuevo desafío para la justicia.
La pregunta ya no era si Miquel seguiría luchando. La pregunta era: ¿quién será el próximo enemigo al que se enfrentará?
Porque lo que había comenzado con una tormenta, continuaría con un vendaval. Y Miquel, ahora más que nunca, era el hombre que estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier oscuridad.