Narissa
"La venganza es un camino solitario, pero con la determinación y la valentía, puedo enfrentar cualquier desafío".
Años atrás...
La noche era oscura y silenciosa, solo interrumpida por los sollozos de los niños secuestrados. Yo estaba entre ellos, encerrada en un contenedor en el puerto, esperando ser transportada a quien sabe dónde. Mi mente estaba llena de recuerdos de mi madre, asesinada por la Mano Negra, y de mi padre, que me vendió a esta red de trata de blancas. Pronto descubrí que esta red tiene dos estructuras aquí no solo habían niñas, si no también niños, a los que obligaban a trabajar o... los mataban y les quitaban sus órganos. Lo que es una red de trata de blancas y trata de personas, que básicamente es todo junto.
De repente, sonaron disparos y gritos fuera. La red de trata de personas estaba siendo atacada. Me agarré a la pared, temblando de miedo.
La puerta del contenedor se abrió y un hombre armado entró.
—¡Salgan! ¡Rápido! —gritó.
Todos Los niños salimos corriendo, confundidos y asustados. Afuera, había un tiroteo intenso entre la red de trata y los atacantes. Vi a varios hombres armados, con trajes negros y máscaras, luchando contra los secuestradores.
Mientras corría, no me di cuenta que había pasado por el lado de un hombre que no estaba del todo muerto, me agarro por el tobillo de mi pie izquierdo y mi cuerpo chocó contra el suelo con un sonido sordo. Me golpeé la cabeza, y me desoriente por unos momentos, cuando me dí cuenta que el hombre me estaba jalando hacia el con mi pie libre le golpeé la cara, me levante rápidamente y salí corriendo,
Choqué contra un hombre y volví a caer al suelo por el impacto. Alcé la vista y el hombre me estaba mirando con ojos fríos, era un hombre alto y acuerpado, me agarro con el codo y me levanto del suelo.
-Tu estás con los otros niños no es así. -dijo el hombre.
Asentí.
-Bien. -dijo,
Me llevó a un vehículo blindado, donde estaban los otros niños que estaban conmigo hace unos momentos atrás. La batalla continuaba afuera.
-¿Que pasara con nosotros? -Me atreví a preguntar.
El hombre me miró con una sonrisa leve.
-Ahora sois libres. Pero también sois nuestros. Tenéis un potencial que podemos desarrollar.
Me estremecí. ¿Que significaba eso?.
Cerro el vehículo y una hora mas tarde llegamos a un complejo secreto, rodeado de altas paredes y guardias armados.
Me sentí confundida y asustada mientras miraba el complejo secreto. ¿Qué era este lugar? ¿Qué querían de nosotros?.
El hombre que me había rescatado, ahora conducía el vehículo blindado hacia el interior del complejo.
—¿Dónde estamos? —pregunté, intentando controlar mi miedo.
—En un lugar seguro —respondió él, sin mirarme.
Llegamos a un edificio central, donde nos recibió una mujer alta y delgada, con el cabello oscuro y ojos claros.
Cuando llegamos mire a mi alrededor, me di cuenta que habían más niños y otros mas mayores que nosotros.
Había un niño masomenos de mi misma edad, delgado de cabello castaño oscuros y de ojos verdes esmeralda, me gustaba el color de sus ojos.
Sentí como que alguien me estuviera mirando, heche un vistazo a mi alrededor y era aquel niño volví la mirada al frente pero sentía esa mirada encima, volví a voltear y seguía con la mirada puesta en mi.
y yo en mi mente dije: "Este que, le debo plata o que"
—Bienvenidos, niños —dijo la mujer que nos había recibido con una sonrisa forzada—. Me llamo Aria. Soy su instructora.
Nos miro a todos, me sentí incómoda con su mirada
—¿Qué vamos a hacer aquí? —me atreví a preguntar.
—Aquí aprenderán a defenderse —dijo Aria—. A sobrevivir. Y a trabajar juntos.
No entendí.
—¿Trabajar juntos? ¿En qué? -seguí preguntando, tenia que saber que era lo que quería de nosotros.
Aria sonrió.
—En la lucha contra la trata de personas.
Me estremecí.
—¿Qué tenemos que ver nosotros con eso?.
—Sois supervivientes —dijo Aria—. Y tenemos un propósito para ustedes.
No me gustó el sonido de eso.
—¿Qué propósito?.
Aria se acercó a mí.
—preguntas mucho, pero es bueno que lo sepa de una vez. Ustedes tienen un potencial que podemos desarrollar. Un potencial para cambiar las cosas.
Me sentí confundida y asustada.
—¿Qué potencial?. -Pregunté.
Aria sonrió.
—El potencial de convertirse en asesinos.
Me quedé sin aliento.
Me sentí conmocionada por las palabras de Aria. ¿Asesinos? ¿Qué quería decir?
—¿Asesinos? —repetí, intentando procesar la información.
Aria asintió.
—Sí. Ustedes han sido víctimas de la trata de personas. Pero ahora tienen la oportunidad de luchar contra ella.
—¿Cómo? —pregunté, confundida.
—Entrenándose para eliminar a los responsables —dijo Aria—. Para proteger a otros niños como ustedes.
Me sentí horrorizada.
—¿Matando personas?
—No es solo matar, es justicia. Es proteger a los inocentes.
No estaba segura de estar de acuerdo.
—¿Y si no quiero hacerlo? —pregunté.
Aria me miró fijamente.
—No hay opción. Ustedes están aquí ahora. Y deben aprender a sobrevivir.
Me sentí atrapada.
—¿Qué pasará si no lo hago bien? —pregunté.
Aria sonrió.
—No hay errores permitidos. Solo hay éxito o muerte.
Me estremecí.
—¿Muerte?
Aria asintió.
—Sí. Si no pueden cumplir con su misión, no sirven para nosotros.
Me sentí aterrada.
—¿Quiénes son ustedes? —pregunté.
Aria sonrió.
—Somos la Organización. Y ustedes ahora son parte de ella.
Me sentí perdida y asustada.
Después de eso, nos dieron comida, ropa, toda de color negra y una habitación para descansar.
Había puesto atención en todas las entradas, las ventanas y salidas, tenía que escapar de aquí. Espere a que fuera media noche y salí de la habitación, había una puerta que son se a donde daba, pero no estaba custodiada, fui hasta ella y la abrí, no estaba con seguro, daba a un patio grande, habían unos muros altos, tendría que hacer algo para poder escalarlos y salir, lo intente varias veces, pero fracase y caí, lo seguí intentando ignorando el dolor de mi cuerpo a causa de las caídas.
-No vas a poder escapar. -Dijo una voz a mis espaldas.
Me volteé para ver de quien se trataba.
Era aquel niño que no dejaba de mirarme cuando llegue.
-Y a ti que te importa- dije a la defensiva.
El niño se acercó a mí, con una mirada intensa en sus ojos verdes.
-No vas a poder escapar.-repitió. -Este lugar está diseñado para que nadie salga.
-¿Y tú cómo lo sabes?.-le pregunté, cruzando los brazos.
-Porque he estado aquí desde antes- dijo, con una sonrisa leve. -Y sé cómo funciona.
Me sorprendió su respuesta.
-¿Qué quieres decir?- pregunté.
-Quiero decir que no es la primera vez que intento escapar.- dijo. -Pero siempre me atrapan. los otros que han intentado escapar han muerto.
-entonces, ¿tu por que no estas muerto?. -Pregunté.
Se quedó pensativo por unos momentos.
-La verdad no se, tal vez por que crecí aquí y me tienen aprecio por así decirlo.
Me sorprendi
-¿creciste aqui? -Pregunté sorprendida.
-Si, no tengo padres, o no los conozco, no se. - dijo como si fuera algo normal para el. -el caso es que si tu intentas escapar y te atrapan no vas a vivir para contarlo.
-¿Qué te hace pensar que no puedo escapar? - le pregunté.
-Porque Aria y caled tiene demasiado control. -dijo. -Y tiene demasiados recursos. Lo único que queda es aceptar la realidad que nos rodea.
-¿Eso es lo que propones que haga?- dije.
-Si tu quieres, ve e intenta escapar. Si es que quieres morir. Aunque yo no te lo recomendaría.
-miré hacía el muro que había frente a mi, di un suspiro de resignación. Como dije el, lo único que queda es aceptar esta realidad.
Me llamo Liam.-dijo de repente.
-Y yo... - comencé a decir.
-Sé quién eres. -me interrumpió. -Eres la chica que siempre hace preguntas.
Me reí.
-Sí, dije. -Esa soy, pero mi nombre es Narissa.
-me disculpo si fui algo insensible, al decirte esto. -dijo Liam.
-No importa, prefiero una verdad cruda a una mentira dulce.
Liam y yo nos quedamos en silencio por un momento, mirando el muro que nos rodeaba. Sentí una sensación de resignación, como si hubiera aceptado mi destino.
-¿Qué hacemos ahora?- pregunté finalmente.
Liam se encogió de hombros.
-No hay mucho que hacer. Solo esperar y ver qué pasa.
-No me gusta esperar-, dije, frustrada.
Liam sonrió.
-Lo sé. Pero a veces es lo único que podemos hacer.
Me miró fijamente, y por un momento pensé que iba a decir algo más. Pero no lo hizo.
Estuvimos un rato mas hay.
-lo mejor será volver alas habitaciones, no valla a ser que venga algún guardia. -dijo Liam
-Tienes razón. -Respondí.
Regresamos adentro y cada uno fue a sus habitaciones designadas.
Al otro día nos llevaron a una sala grande y oscura, donde había varios instructores y equipo de entrenamiento.
—Aquí comenzará su entrenamiento —dijo Aria—. Aprenderán a luchar, a disparar y a sobrevivir.
Me sentí abrumada.
—¿Cuánto tiempo durará el entrenamiento? —pregunté.
Aria sonrió.
—Hasta que estén listos. O hasta que fallen.
Me estremecí.
Comenzó el entrenamiento. Era intenso y agotador. Me enseñaron técnicas de combate, disparo y estrategia.
Mi instructor, un hombre llamado caled , era duro y exigente.
—No hay espacio para errores —decía—. Solo hay victoria o derrota.
Me sentí desafiada.
Pero también había momentos de debilidad. Momentos en que recordaba a mi madre y mi pasado.
—No te rindas —me decía caled—. Eres fuerte.
Y seguía adelante.
Días se convirtieron en semanas. Semanas en meses.
Me estaba convirtiendo en alguien nuevo.
Alguien peligroso.
En el tiempo que ha pasado Liam y yo hemos formado como un tipo de amistad, todas las noches nos encontramos en aquel patio en donde lo conocí. Es el único momento en el que podemos olvidar la persona en la que nos estamos convirtiendo, aunque el ya lo tiene mas asimilado que yo. Le tengo aprecio, es un buen amigo, desde que llegué no me ha dejado sola.
Después de meses de entrenamiento, Aria nos llevó a una sala oscura y aislada.
—Es hora de la siguiente fase —dijo—. La resistencia al dolor.
Me sentí nerviosa.
—¿Qué vas a hacer? —pregunté.
Aria sonrió.
—Vamos a hacer que comprendan el verdadero significado del dolor.
Comenzaron a aplicarnos técnicas de tortura psicológica y física:
- Privación del sueño
- Aislamiento sensorial
- Golpes y heridas controladas.
- Manipulación emocional
Me sentí desmoronar.
—No puedo más —rogué.
Caled me miró con frialdad.
—No hay opción. Debes resistir.
Días se convirtieron en semanas. La tortura continuaba.
Me sentí perder la esperanza.
Pero entonces, algo cambió dentro de mí.
Me enfurecí.
—No me vencerán —dije, mirando a caled.
Caled sonrió.
—Eso es lo que queremos, La rabia. La sed de venganza, eres una de nosotros —dijo.
Aria me miró con orgullo.
—Eres una asesina —dijo.
Me di cuenta de que estaban creando monstruos.
Y yo estaba convirtiéndome en una asesina.
La rabia y la sed de venganza crecían dentro de mí con cada paso que daba. Me sentía como si estuviera perdiendo mi identidad, como si la Narissa que una vez fui estuviera desapareciendo.
Caled me miró con una sonrisa satisfactoria.
-Eres una de las más rápidas en adaptarse-, dijo. -Tienes un potencial increíble.
Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Qué había pasado con la chica que solía hacer preguntas, que solía tener esperanza?.
Liam me encontró en el patio esa noche, como siempre.
-¿Cómo estás?- preguntó, mirándome con preocupación.
-Me siento... diferente-, dije, intentando encontrar las palabras. -Como si estuviera perdiendo mi alma.
Liam se acercó a mí.
-No te rindas, Narissa-, dijo. -No te dejes consumir por la rabia.
-Me siento como si no tuviera opción-, dije, desesperada. -Me siento como si estuviera convirtiéndome en una de ellos.
Liam me miró fijamente.
-No eres una de ellos-, dijo. -Eres Narissa. Y siempre lo serás.
Su palabras me tocaron el corazón. Me recordaron quién era antes de que la Organización me cambiara.
-Pero ¿qué pasa si ya no sé quién soy?- pregunté.
Liam sonrió.
-Te ayudaré a recordar-, dijo.
Y con eso, me tomó de la mano y me llevó a un lugar secreto dentro del complejo. Un lugar donde podríamos ser nosotros mismos, sin la influencia de la Organización.
-¿Qué es este lugar?- pregunté.
-Un refugio-, dijo Liam. -Un lugar donde podemos ser libres.
Me sentí una sensación de esperanza que no había sentido en mucho tiempo.
-Gracias, Liam-, dije.
Liam sonrió.
-Siempre estaré aquí para ti, Narissa-, dijo.
Y en ese momento, supe que no estaba sola. Que aún había una parte de mí que no había sido consumida por la rabia y la sed de venganza.
Pero ¿por cuánto tiempo?.
En los siguientes meses la tortura continuó.
Me sentí perder la humanidad.
Me convertí en una máquina de supervivencia.
Mi rabia y sed de venganza crecieron.
había perdido mi inocencia.
Me habían convertido en un arma.
Un arma para la Organización.
Comencé a ver el mundo de manera diferente.
Todo era una misión.
Todo era una lucha.
Me entrené para ser la mejor.
Me entrené para matar.
Y entonces, llegó mi primera misión.
—Elimina al objetivo —dijo Kael.
Me sentí vacía.
Cumplí la misión.
Y luego otra.
Y otra más.
Me convertí en una sombra de mi pasado.
Una asesina sin consideración.
••••
Seis años habían pasado desde que ingresé en la Organización. Seis años de entrenamiento, de misión tras misión, de muerte y destrucción. Me había convertido en una máquina, una asesina implacable y eficiente.
Liam había sido mi aliado y amigo durante todo ese tiempo. Juntos habíamos cumplido misiones imposibles y habíamos sobrevivido a situaciones que otros no habrían superado.
Pero algo había cambiado en mí. La rabia y la sed de venganza que me habían inculcado en la Organización habían crecido hasta convertirse en una llama que ardía dentro de mí.
Quería destruir la Organización. Quería acabar con la gente que me había convertido en lo que era.
Liam me miró con una sonrisa cuando le dije mi plan.
-Lo hemos estado planeando durante años-, dijo. -Es hora de actuar.
Nuestra misión era infiltrarnos en la sede central de la Organización y eliminar a los líderes. Era una tarea casi imposible, pero Liam y yo éramos los mejores.
Pero no estábamos solos. Habíamos reunido a otros niños que habían sido secuestrados y entrenados por la Organización.
Estaban Mateo, experto en explosivos; Sofía, experta en combate cuerpo a cuerpo; Juan, experto en hacking; María, experta en infiltración; Tomás, experto en francotirador; Alejandro, experto en tácticas; Lucía, experta en inteligencia; y Gabriel, experto en demolición.
Juntos, nos infiltramos en la sede sin problemas. La seguridad era laxa, confiada en la superioridad de la Organización.
Liam y yo nos movimos con sigilo, eliminando a los guardias y avanzando hacia el corazón de la sede. Los demás se encargaron de desactivar las cámaras y los sistemas de seguridad.
Finalmente, llegamos a la oficina de Aria. La mujer que me había convertido en una asesina.
-¿Te sorprende verme?- pregunté, sonriendo.
Aria se levantó de su silla, su rostro pálido.
-No puedes hacer esto-, dijo.
-Sí puedo-, dije. -Y lo voy a hacer.
Liam se acercó a Caled, que estaba sentado en una esquina de la habitación.
-Tú también-, dijo Liam. -Tú también vas a pagar.
Caled se rió.
-No podrán detenernos-, dijo. -La Organización siempre resurgirá.
-No esta vez-, dije. -Esta vez, la vamos a destruir.
Y con eso, Liam y yo acabamos con Aria y Caled. Acabamos con la Organización.
La sede central estalló en llamas mientras nos escapábamos. La Organización se desmoronaba.
Después de la destrucción de la Organización, nos reunimos para repartir el dinero que habíamos encontrado en la sede. Era una fortuna, suficiente para que cada uno de nosotros comenzara una nueva vida.
Mateo se fue a vivir a Europa, Sofía a América Latina, Juan a Asia, María a África, Tomás a Oceanía, Alejandro a Sudamérica, Lucía a Medio Oriente y Gabriel a Norteamérica.
Cada uno tomó rumbos distintos, buscando dejar atrás su pasado.
Pero yo no podía dejar atrás mi pasado. Quería hacer justicia. Quería matar a los pedófilos, violadores, secuestradores y otros criminales que habían hecho daño a inocentes.
Quería destruir la Organización Mano Negra y matar a mi padre, el hombre que me había vendido a la Organización.
Liam me miró, sabiendo que no podía detenerme.
-Voy contigo-, dijo.
-No-, dije. -Este es mi camino. Mi venganza.
Liam se encogió de hombros.
-Entonces, voy contigo-, repitió.
Sonreí. Sabía que Liam siempre estaría a mi lado.
Juntos, comenzamos nuestra cruzada contra la injusticia. Nuestra primera meta era matar a mi padre.
Y después, iría por la mano negra, iba a cobrar venganza por lo que me habían hecho, por la sangre derramada de mi madre.
La venganza era mi objetivo. La justicia era mi motivación.
Y Liam estaba conmigo, siempre.
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PRESENTE:
El taxista me esperaba afuera de el hotel, hoy es el día en el que iba a conocer a Kael, me subí al taxi y le dije al conductor que me llevará al centro de la ciudad. Mientras avanzábamos miraba la ciudad pasar ante mis ojos. Hasta que el sonido de mi iPhone me sacó de mi concentración. Era el contacto de Liam. De seguro ya se dio cuenta de que no estoy en la ciudad. No quería que se metiera conmigo en esto, quería hacerlo yo sola. Si por alguna razón llega a salir todo mal, al menos no morira conmigo alguien a quien aprecio.
Me detuve un momento antes de responder, sabiendo que Liam no se daría por vencido fácilmente. Respiré profundamente y pulse el boton de su número para responder.
-¿Dónde estás?.- fue su pregunta directa.
-Estoy en una ciudad, haciendo algunos recados.- mentí, intentando sonar lo más natural posible.
-Narissa, no juegues conmigo.- dijo Liam, su voz llena de sospecha. -Sé que no estas por donde sea que estes solo por recados. ¿Qué estás haciendo?.
Me mordí el labio, debatiendo si debía confiar en él. Pero sabía que si le decía la verdad, haría todo lo posible por detenerme.
-Te prometo que estoy bien, Liam. -dije, intentando calmarlo.-No te preocupes por mí.
-Siempre me preocupo por ti.-respondió, su voz suave pero firme. -Y esta vez no es diferente. ¿Dónde estás exactamente?
Suspiré, sabiendo que no podía evitar su insistencia.
-Estoy en Moscú exactamente yendo ahora hacia el centro de la ciudad. -dije finalmente.-Pero no te preocupes, Liam. Esto es algo que debo hacer sola.
Hubo una pausa antes de que Liam respondiera.
-Narissa, ¿qué estas haciendo?.
-Ya te dije, solo algunos recados.
-Aja. Narissa yo nací de noche no anoche, así que dime que es lo que pretendes.
Suspiré, ya no quería seguir mintiendole.
-Me estoy infiltrando en la organización mano negra. -Dije finalmente.
El silencio reinó por unos momentos, pero duraría poco para su el show.
-¡¡¡¡¡QUÉ!!!!!. -literal grito.
-Casi me revientas los tímpanos- dije.
-Por qué no me habías dicho de eso Narissa. Dijiste que sólo iba a averiguar sobre la organización por Elisa.
-No sólo es por eso Liam, es complicado de explicar.
-No puedo creer qué no me hayas dicho nada en todo este tiempo. -Respondió haciéndose el dramático.
-ahora no puedo explicarte bien el porqué, pero te juro qué en cuanto pueda te voy a contar el por que de esto que estoy
haciendo.
-Narissa te estas metiendo a la boca del lobo. ¿Lo sabes verdad?. -Dijo con voz preocupada.
-Lo tengo muy claro, Liam. Pero esa organización tiene que caer, sea como sea.
Liam suspiró.
-Ten mucho cuidado Narissa, esa organización es muy peligrosa.
-Lo sé Liam, gracias por preocuparte por mí.
-Nada que ver, sabes que te consideró mi hermana.
Sonreí.
-Cambiando de tema. -Dije. -hiciste lo que te pedí que hicieras con Elisa.
-Sí, la semana pasada la llevé de vuelta con su padre y le dejé una nota impresa advirtiéndole que tuviera cuidado la próxima vez.
-Bien muchas gracias Liam, te debo una.
-No es nada. -Respondió
-Te llamaré cuando puedo ya tengo que irme.
-Esta bien, cuídate.
-Igualmente.
Liam colgó. Y el taxi se detuvo frente a un edificio de cristal y acero, y el conductor se volvió hacia mi
-¿es aquí donde querías ir, señorita?
Asentí, pagué el viaje y salí del taxi.
Ahora estaba frente al edificio donde supuestamente se encontraba Kael. Respiré ofundamente y me preparé para lo que viniera después.
Editado: 06.01.2025