El Precio Del Poder

La trampa del destino

Las luces del amanecer

Priya despertó con el cuerpo enredado entre las sábanas de lino y el calor de Aditi aún impregnado en su piel. La luz del amanecer filtraba un resplandor dorado a través de las cortinas, iluminando los rastros del pecado que habían cometido.

Pero en ese momento, no había culpa. Solo una sensación de plenitud que hacía tiempo no sentía.

Aditi dormía a su lado, con su cabello oscuro esparcido sobre la almohada y su rostro sereno, ajena a la tormenta que se avecinaba. Priya la observó en silencio, grabando cada detalle en su memoria.

Porque sabía que esto no duraría.

Porque sabía que el mundo no les permitiría ser felices.

El sonido de su teléfono vibrando en la mesita de noche la sacó de su ensueño. Con el corazón latiendo rápido, lo tomó y leyó el mensaje.

Arjun: "Tenemos que hablar. Ahora."

Un escalofrío recorrió su espalda.

El enfrentamiento

Priya llegó a la mansión de los Kapoor con una sensación de peligro en el aire. Se detuvo en la entrada de la biblioteca, donde Arjun la esperaba con una expresión de absoluto control.

—Tardaste en venir —comentó con tono indiferente.

Priya cruzó los brazos.

—¿Qué quieres, Arjun?

Él se levantó lentamente de su asiento, caminando hacia ella con la elegancia felina de un depredador.

—Quiero que terminemos con este juego.

Priya sintió su estómago contraerse.

—No sé de qué hablas.

Arjun dejó escapar una risa baja.

—¿En serio, Priya? ¿Después de lo que vi anoche?

El corazón de Priya se detuvo por un segundo.

—No puedes probar nada.

Arjun ladeó la cabeza, divertido.

—No necesito pruebas, querida. Solo necesito hacer la pregunta correcta a la persona correcta. Y en esta sociedad, los rumores pueden ser más letales que la verdad.

Priya sintió la ira subir por su pecho.

—¿Qué quieres?

Arjun se acercó más, su voz reducida a un murmullo venenoso.

—Quiero que dejes a Aditi. Ahora mismo.

Priya sintió como si la hubieran golpeado.

—No puedes obligarme.

Arjun sonrió.

—Oh, pero sí puedo. ¿Sabes lo fácil que sería arruinar su carrera? ¿Hacer que la arresten por conspiración o sedición? ¿Sabes cuántos contactos tengo en la policía y el gobierno?

Priya sintió un nudo en la garganta.

—Tú no harías eso.

Arjun sostuvo su mirada sin parpadear.

—Pruébame.

El silencio entre ellos se volvió espeso, sofocante. Priya sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

Si seguía con Aditi, Arjun la destruiría.

Si la dejaba, se condenaría a una vida de sumisión y vacío.

Pero Priya Chaudhary nunca había sido de las que se rendían fácilmente.

Inspiró profundamente y lo miró con frialdad.

—No has ganado todavía, Arjun.

Él sonrió, como si estuviera esperando esas palabras.

—Veremos cuánto tiempo puedes seguir resistiendo.

Un adiós imposible

Cuando Priya llegó al departamento de Aditi esa noche, su corazón pesaba como una piedra en su pecho.

Aditi abrió la puerta con una sonrisa, pero se desvaneció al ver la expresión en su rostro.

—¿Qué pasó? —preguntó de inmediato.

Priya entró, sintiendo que las palabras la asfixiaban.

—Tenemos que terminar.

El silencio que siguió fue demoledor.

Aditi cerró la puerta con calma y se giró hacia ella, con la mandíbula tensa.

—¿Qué?

Priya apartó la mirada.

—Arjun sabe lo nuestro. Nos vio anoche.

Aditi exhaló un suspiro.

—Sabía que esto pasaría.

—No lo entiendes, Aditi. No solo me está amenazando a mí. Te está amenazando a ti. Puede destruirte.

Aditi se cruzó de brazos.

—¿Y crees que ceder hará que esto termine?

Priya cerró los ojos con fuerza.

—No puedo arriesgarme a que te pase algo.

Aditi dio un paso adelante y tomó su rostro entre sus manos.

—Priya, mírame.

Priya abrió los ojos y vio la determinación en los de Aditi.

—Si dejas que él te controle, nunca serás libre.

Las palabras hicieron que el alma de Priya temblara.

Pero el miedo era más fuerte.

Con un último susurro, Priya se apartó.

—Lo siento.

Y con el corazón destrozado, salió de la habitación, dejando atrás el único amor verdadero que había conocido.

La última carta

Arjun esperaba en su despacho cuando Priya llegó a la mansión.

—¿Ya está hecho? —preguntó con satisfacción.

Priya lo miró con odio.

—Sí. Pero si crees que eso significa que me someteré a ti, te equivocas.

Arjun se encogió de hombros.

—No importa, Priya. Al final, siempre consigues lo que quiero.

Priya sintió la furia arder en su pecho.

No. No podía permitir que Arjun ganara.

Aún había una carta que no había jugado.

Una que podría destruirlo.

Porque lo que Arjun no sabía...

Era que Priya también tenía secretos.

Y estaba lista para usarlos.

FIN DEL CAPÍTULO 9




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