Capítulo 20: Lazos Rotos
La madrugada en Mumbai era densa y sofocante. Priya no había pegado ojo. El mensaje de su madre aún ardía en su mente, como una cadena invisible que intentaba arrastrarla de vuelta a la prisión que había dejado atrás. Pero no. Esta vez no iba a ceder.
Desde el colchón en el suelo, observó la tenue luz que entraba por la ventana enrejada de la casa de Raghu. Aditi dormía en un sillón cercano, con un brazo colgando y el ceño fruncido, incluso en reposo. Priya se preguntó cuánto tiempo llevaba viviendo en ese estado de alerta constante.
Se levantó con cuidado y salió al pequeño patio trasero. El aire olía a humedad y a polvo, pero al menos allí podía respirar. Cerró los ojos, intentando organizar sus pensamientos.
—No deberías estar aquí sola. —La voz ronca de Raghu la hizo girarse. Estaba en la puerta, encendiendo un cigarrillo.
Priya se encogió de hombros.
—No puedo dormir.
Raghu la observó por un momento antes de exhalar el humo lentamente.
—No eres la primera en esta casa con la mirada de alguien que lo ha perdido todo —dijo—. Pero si quieres sobrevivir, necesitas decidir qué harás después. ¿Vas a huir para siempre o vas a pelear?
Priya bajó la mirada. No tenía una respuesta aún.
—Si me enfrento a mi familia, perderé más de lo que ya he perdido —susurró.
Raghu dejó escapar una risa seca.
—Déjame decirte algo, niña rica. Ya perdiste todo lo que importaba. Solo queda ver qué haces con lo que te queda.
Priya no respondió, pero las palabras se quedaron con ella.
Al amanecer, Aditi despertó con la misma determinación de siempre.
—Tenemos que movernos —dijo mientras bebía un té caliente—. Sé que tu padre te buscará, y no pasará mucho tiempo antes de que descubra este lugar.
Priya asintió, pero su mente estaba en otro lugar. Había una última pieza que necesitaba encajar antes de cortar con todo. Arjun.
Sacó su teléfono y tecleó rápido.
“Nos vemos en una hora. No traigas a nadie.”
La respuesta no tardó en llegar.
“Eres más temeraria de lo que pensé. Está bien.”
Aditi la miró con recelo.
—¿Qué estás haciendo?
Priya exhaló, sintiendo el peso de su decisión caer sobre ella.
—Voy a romper mi compromiso con Arjun. Oficialmente.
El café donde se encontraron estaba casi vacío. Arjun llegó puntual, vestido con una camisa impecable, como si nada en su vida estuviera desmoronándose. Pero sus ojos hablaban de otra cosa: una mezcla de enojo, curiosidad y algo más que Priya no pudo descifrar.
—¿Me citarás en lugares clandestinos a partir de ahora? —preguntó, acomodándose en la silla frente a ella.
Priya ignoró su tono sarcástico.
—Quiero dejar esto claro. No voy a casarme contigo. Nunca lo haré.
Arjun sonrió con ironía.
—¿Y qué te hace pensar que yo aún quiero casarme contigo, después de lo que hiciste?
—Porque sé que para ti esto siempre ha sido un juego de poder —replicó Priya—. Pero para mí no. Y ya no voy a ser parte de él.
El rostro de Arjun se endureció.
—¿De verdad crees que puedes salirte de esto así de fácil? Priya, tu apellido es tu condena. No importa cuánto corras, siempre te alcanzará.
Priya sostuvo su mirada sin vacilar.
—Entonces me encargaré de destruirlo.
Por primera vez, Arjun pareció sorprendido. Se inclinó hacia adelante, bajando la voz.
—Si haces esto, tu familia no te perdonará. Tu padre no te perdonará.
Priya tragó saliva, pero no apartó la vista.
—Ya no me importa su perdón.
Se levantó de la mesa, dejándolo allí, en medio del café vacío. Con cada paso que daba, sentía el peso del pasado desprendiéndose de ella.
Había roto los lazos que la ataban. Ahora solo quedaba enfrentar las consecuencias.