El Precio Del Poder

El ultimo golpe

La amenaza aún ardía en la pantalla de su teléfono cuando Priya supo que no podía titubear. Su padre había dejado claro que estaba dispuesto a todo para proteger sus secretos. Pero Priya también lo estaba.

—No podemos detenernos ahora —dijo en voz alta, más para sí misma que para Aditi.

Aditi asintió con firmeza, tecleando frenéticamente en su computadora.

—Encontré algo más —anunció—. No es solo Rohan Malhotra. Hay al menos tres casos similares en las últimas dos décadas. Empresarios, funcionarios de bajo nivel, periodistas. Todos desaparecieron o murieron en circunstancias sospechosas después de desafiar a tu familia o a sus aliados.

Priya sintió el peso de esas palabras hundiéndose en su pecho. Su padre no era solo un hombre corrupto; era un hombre peligroso. Y ella era su enemiga ahora.

—Tenemos que asegurarnos de que esta información salga a la luz de una manera que no puedan detenerla —dijo Priya, levantándose de golpe.

—¿Tienes algo en mente? —preguntó Aditi.

Priya la miró con una determinación férrea.

—Voy a hacer lo impensable. Voy a hablar directamente con alguien que pueda destruir a mi padre desde adentro.

La reunión fue en un lugar discreto, un antiguo hotel en las afueras de la ciudad. Priya llegó antes del amanecer, con las manos aferradas a un sobre que contenía copias de los documentos más incriminatorios que habían conseguido hasta ahora.

El hombre que la esperaba en la sala privada era Ajay Mehta, un exsocio de su padre que había sido traicionado años atrás y relegado al olvido. Su rencor hacia los Kapoor era bien conocido, pero hasta ahora nunca había tenido el valor de enfrentarlos públicamente.

—Así que finalmente decidiste cruzar la línea —dijo Ajay con una sonrisa ladeada al verla entrar.

Priya tomó asiento sin rodeos.

—Tienes información sobre mi padre. Yo tengo pruebas que pueden hacer caer su imperio. Trabajemos juntos.

Ajay entrecerró los ojos, evaluándola.

—¿Por qué harías esto? —preguntó—. Sigues siendo una Kapoor. Podrías haber elegido quedarte en silencio.

Priya sostuvo su mirada.

—Porque ya no soy una Kapoor. No como ellos quieren que lo sea. Y porque hay cosas que son más importantes que el apellido.

Ajay sonrió levemente y tomó los documentos.

—Si esto es tan bueno como dices, tu padre no tendrá escapatoria.

—No la tendrá —confirmó Priya—. Pero necesitamos hacerlo bien. No podemos fallar.

Ajay asintió.

—Entonces preparemos el golpe final.

Las siguientes 48 horas fueron un torbellino de preparación. Aditi y Priya trabajaron sin descanso junto a Ajay y otros contactos que se unieron a su causa. La información debía liberarse en múltiples plataformas al mismo tiempo: medios internacionales, redes sociales, foros de transparencia. No dejarían que su padre tuviera tiempo de reaccionar.

La noche del lanzamiento, Priya subió a la azotea del apartamento y respiró hondo. Sabía que una vez que presionara el botón de “enviar”, su vida cambiaría para siempre.

Aditi apareció a su lado y le entregó su teléfono.

—Es tu turno.

Priya tomó el dispositivo. Miró la pantalla una última vez y sin dudarlo más, pulsó el botón.

La información salió al mundo.

En cuestión de minutos, los servidores de noticias explotaron con el escándalo. Se revelaron documentos, grabaciones, testimonios. El nombre de Vikram Kapoor estaba en todas partes, vinculado no solo a corrupción financiera, sino a desapariciones, manipulación política y crímenes que hasta ahora habían permanecido en las sombras.

Priya cerró los ojos por un momento.

Sabía que su padre intentaría contraatacar.

Pero esta vez, ella estaba lista.




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