El Precio Del Poder

La rebelion de una hija

La entrevista de Priya se convirtió en un fenómeno nacional. Los medios replicaban sus declaraciones, las redes sociales ardían con debates sobre la caída de los Kapoor, y las investigaciones oficiales finalmente comenzaron a tomar forma. Pero para Priya, esto era solo el principio. Sabía que su padre no se quedaría de brazos cruzados.

El mensaje anónimo que recibió la noche de la entrevista la había dejado inquieta. “No todos en la familia están en su contra.” Desde entonces, había pasado horas analizando quién podría haberlo enviado. Su madre, atrapada entre la lealtad a su esposo y el amor por su hija. Su hermano, siempre en la sombra, sin la fuerza para rebelarse. Algún primo distante, viendo cómo el imperio de los Kapoor se tambaleaba y buscando su propia salida.

Decidió responder con cautela.

Priya: “Si realmente quieres ayudarme, dime algo que pueda usar contra él.”

Esperó en vano una respuesta inmediata. El remitente permaneció en silencio, y la incertidumbre se instaló en su pecho.

Mientras tanto, Aditi y su equipo de periodistas trabajaban sin descanso. Cada nueva revelación sobre los Kapoor empujaba al gobierno a tomar medidas. Se abrieron investigaciones por fraude, corrupción y posible homicidio en algunos casos sospechosos. Las cuentas bancarias de la familia comenzaron a ser congeladas.

Priya observaba el caos desde el apartamento de Aditi, sintiendo una mezcla de satisfacción y ansiedad. Pero sabía que su padre aún tenía cartas por jugar.

El contraataque llegó una semana después.

Vikram Kapoor apareció en una conferencia de prensa, flanqueado por sus abogados y aliados políticos. Su rostro era una máscara de indignación y decepción.

—He dedicado mi vida a construir este país, a generar empleo y oportunidades. Es doloroso ver cómo una hija, manipulada por enemigos de nuestra familia, intenta destruir lo que con tanto esfuerzo hemos construido —declaró con voz firme—. Lo que Priya está haciendo no es justicia, es venganza disfrazada de moralidad.

Priya apagó el televisor con rabia.

—Está jugando la carta de la víctima —murmuró Aditi.

—Lo esperaba —respondió Priya—. Pero no cambiará nada.

—Necesitamos un golpe final —dijo Aditi—. Algo que acabe con su credibilidad de una vez por todas.

Priya miró su teléfono. Seguía sin respuestas del misterioso remitente. Pero si alguien en su familia estaba dispuesto a traicionar a Vikram, tal vez aún tenía una última oportunidad.

Al día siguiente, Priya recibió otro mensaje.

Número desconocido: “Mañana a las 10 a.m. en el templo de Shivaji Nagar. Ve sola.”

Era un riesgo. Pero ya no tenía nada que perder.

Cuando llegó al templo, un hombre la esperaba. Alto, de cabello oscuro y con rasgos familiares. Era su hermano, Rohan.

—¿Tú fuiste quien me envió los mensajes? —preguntó Priya, sorprendida.

Rohan asintió, nervioso.

—No puedo seguir callando. Papá es un monstruo. Pero si me descubren ayudándote, estaré acabado.

—Necesito pruebas definitivas —dijo Priya sin rodeos—. Algo que lo destruya completamente.

Rohan vaciló, pero luego sacó un pequeño dispositivo USB de su chaqueta.

—Aquí dentro hay grabaciones. Conversaciones de papá con políticos, empresarios y jueces. Pruebas de sobornos, amenazas, incluso órdenes de eliminar a ciertas personas. Si esto sale a la luz, no podrá escapar.

Priya tomó el USB con manos temblorosas. Esto era lo que necesitaba.

—Gracias, Rohan. Sé que esto no es fácil para ti.

Él bajó la mirada.

—Hazlo rápido, Priya. Antes de que él te detenga.

Esa noche, Priya y Aditi trabajaron sin descanso para verificar y organizar la información. A la mañana siguiente, lanzaron la última bomba.

Las grabaciones se volvieron virales en cuestión de horas. El país entero escuchó la voz de Vikram Kapoor negociando crímenes, manipulando elecciones, y ordenando eliminar a sus enemigos.

No hubo forma de detenerlo. La policía irrumpió en la mansión Kapoor al anochecer. Vikram Kapoor fue arrestado entre el destello de las cámaras y los gritos de la prensa.

Cuando Priya vio la noticia, sintió algo inesperado: alivio.

El imperio Kapoor había caído. Y ella había sido quien lo derrumbó.

Pero su lucha no terminaba aquí.

Porque ahora, debía construir algo nuevo con las cenizas.




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