El Precio Del Poder

el juicio final

El caos de la noche anterior todavía resonaba en la mente de Priya mientras observaba la ciudad desde el refugio temporal que Aditi y ella habían encontrado. Un viejo edificio abandonado, lejos del centro, alejado de cualquier lugar donde los Chaudhary pudieran buscarlas. Pero no podían esconderse para siempre. Sabían que el tiempo se agotaba.

Aditi estaba sentada en el suelo, con el portátil sobre sus piernas, escribiendo con la misma urgencia con la que habían huido. Priya la observó en silencio por un momento, admirando su determinación. Había visto a muchas personas ceder ante el miedo, pero Aditi no era una de ellas. A pesar de todo lo que habían pasado, de las amenazas, de la violencia, seguía luchando.

—¿Qué estás escribiendo? —preguntó Priya finalmente.

Aditi no levantó la vista de la pantalla.

—El artículo final. El que lo destruirá todo.

Priya se acercó y leyó por encima del hombro de Aditi. Era más que un simple artículo. Era una recopilación de pruebas irrefutables: documentos filtrados, transacciones ilegales, conexiones entre los Chaudhary y jueces corruptos, videos comprometedores. Era el golpe que acabaría con el imperio de una vez por todas.

—Cuando esto se publique —dijo Aditi, levantando la mirada—, no habrá marcha atrás.

Priya asintió.

—Es exactamente lo que queremos.

Aditi tomó aire y, con un solo clic, envió el artículo a todos los medios aliados, asegurándose de que ninguna presión externa pudiera silenciarlo. Priya sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era el final del juego.

No pasaron ni dos horas antes de que el mundo explotara.

Las noticias inundaron los medios, las redes sociales ardieron con cada nueva revelación. La élite de la ciudad tembló mientras los secretos más oscuros de los Chaudhary salían a la luz. Arrestos comenzaron a ocurrir en distintos puntos de la ciudad. Políticos, empresarios, funcionarios… Nadie estaba a salvo.

Pero Priya sabía que no terminaría ahí.

—Nos buscarán —susurró.

Aditi le tomó la mano.

—Que lo hagan. Esta vez, somos nosotras las que tenemos el poder.

Y, por primera vez en su vida, Priya supo que era verdad.




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