El amanecer trajo consigo una inquietante calma. Priya se despertó con el cuerpo entrelazado con el de Aditi, su calor todavía impregnado en su piel. Pero la realidad no tardó en alcanzarla. Habían tenido un respiro, un momento de intimidad en medio del caos, pero la batalla aún no había terminado.
Se deslizó fuera de la cama con cuidado para no despertar a Aditi y se dirigió a la ventana. La ciudad estaba despertando, indiferente a la guerra que se libraba en las sombras. Pero Priya sabía que hoy sería diferente. Hoy enfrentaría a su padre por última vez.
El mensaje llegó al amanecer: un lugar, una hora. Vikram Chaudhary quería verla. No hubo amenazas, ni advertencias. Solo una cita silenciosa, un reconocimiento de que el destino de ambos estaba a punto de decidirse.
—Vas a ir, ¿verdad? —Aditi se había despertado y la observaba con ojos aún llenos de sueño, pero con la misma determinación de siempre.
Priya asintió.
—No puedo seguir huyendo. Es hora de terminar con esto.
Aditi suspiró y se levantó de la cama, acercándose a ella.
—No tienes que hacerlo sola —susurró.
Priya le tomó la mano y la besó suavemente en los nudillos.
—Lo sé. Pero esta pelea es mía.
Horas más tarde, Priya llegó al antiguo palacio de los Chaudhary. Era irónico que su padre eligiera ese lugar para su último enfrentamiento, el mismo sitio donde él le había enseñado que el poder era más importante que la verdad. Ahora, ella estaba allí para demostrarle lo contrario.
Vikram la esperaba en la gran sala con las manos cruzadas detrás de la espalda. Su rostro, normalmente impenetrable, mostraba los rastros del cansancio. La caída de su imperio había comenzado, y lo sabía.
—Nunca pensé que mi propia hija sería mi mayor traición —dijo con voz grave.
Priya sostuvo su mirada, negándose a ceder ante la culpa que él intentaba imponerle.
—Nunca pensé que tendría que destruirte para hacer lo correcto.
El silencio entre ellos se hizo denso, lleno de todo lo que nunca habían dicho. Pero esta vez, Priya no necesitaba palabras. Había llegado el momento de decidir si Vikram Chaudhary caería de pie o sería arrastrado por la tormenta que él mismo había creado.