El Precio Del Silencio.

Capitulo 1. Dime que no me amas.

Cuando vi a Liam por primera vez mis ovarios se alborotaron de forma estruendosa, una calentura me recorrio todo el cuerpo, como si estuviera nadando en un volcán apunto de hacer erupción. El era un pecado andante...bueno todavía lo es, su cabello castaño perfectamente peinado, sus ojos grises que me miraban con un aire de misterio y sus fanciones endurecidas lo hacían ver tan atractivo y ni que hablar de su 1.90 de estatura. Eso logró que en primer momento me atrapara irremediablemente; luego, cuando conocí al hombre, cuando me dejó ver su alma, me di cuenta que su apariencia física, era lo menos que debía admirar.

Nunca pensé que el podría fijarse en una chica como yo, no es que sea una mujer poco agraciada, pero mi 1.72 de estaura, cabello castaño, piel trigueña, ojos verdes y cuerpo delgado, me hacía ver como una chica del común, nada comparado con las mujeres con las que podía estar.

Mi vida era envidiable, tenía una familia que me amaba, un trabajo estable, amigos y el novio perfecto, pronto esposo, pero todo se fue al caño y aquí iba yo, reuniendo todas las fuerzas necesarias para acabar con mi relación de 3 años. Tenía las manos heladas, pero la garganta ardiendo. Sentía un peso sobre mis hombros como si cargará una tonelada sobre ellos. Cada paso hacia esa oficina era un sacrificio, un golpe contra mi misma. Pero no podía dudar. No ahora. Lo había prometido. La amenaza era clara. “O lo dejas, o tu familia y él pagan las consecuencias.”

Y yo, yo no podía permitirlo.

—Liam —dije al entrar, con la voz tan firme como pude—. Tenemos que hablar.

Él alzó la mirada desde su escritorio, sonrió al verme. Esa sonrisa… esa que me derretia las piernas y me iluminaba el día, esa que me dedicaba cuando todo era amor. Pero hoy, esa sonrisa me dolía, porque la haría desaparecer.

—¿Pasa algo? —preguntó él con evidentemente preocupación, poniéndose de pie —. Te ves tensa—se acerca a mi y me sujeta por los hombros, toma mi mentón con su mano y lo eleva.

—Has estado llorando...¿qué sucede cariño?—me dijo luego de verme a los ojos y ver los mismos teñidos de rojo. Un rojo que delataba mi dolor.

Me estoy muriendo por dentro, saber que estaba apunto de acabar con esto, de destruir al amor de mi vida me quemaba, pero ¿Qué más podía hacer? No podría decirle, no tenía pruebas de ello y el no podría creerme, no cuando competía con ella...

Cuando estoy apunto de reponderle mi corazón se dispara a mil por hora, por instinto me cruzó de brazos, me obligó a mirarlo a los ojos y tomar todas las fuerzas que tenía para lo que iba hacer. Tenía que ser cruel. Tenía que hacerlo creíble.

—Esto no va a funcionar, Liam. Me di cuenta que no te amo y si estoy llorando es porque siento que he perdido mi tiempo contigo.

Él frunció el ceño, su cara fue de evidente sorpresa. Retrocedió unos pasos y luego camino hacia mi con cautela, como si no hubiera entendido bien.

—¿Qué estás diciendo? ¿Estás bromeando amor?

Desvíe la mirada, no podía verlo o iba a flaquear.

—No quiero casarme contigo. No quiero esta vida Liam, espero que lo entiendas y no me presiones.

—¿Qué estás diciendo, Sophi? —Repitió con su voz temblorosa —Si es por la boda, porque te sientes insegura y presionada, podemos esperar, no tenemos afán, lo haremos como tu quieras y si es por algo que hice, hablemos. Por favor.

Él me intentó tocar la mano, pero yo retrocedí, su toque podía quemarme la piel, podía hacerme sentir que no podía estar lejos de su calor y no podía permitirlo.

—No es por ti, es por mí. Me aburriste, Liam. No quiero pasar el resto de mi vida con un intento de empresario, controlador, aburrido y... predecible—dije con una seguridad que no poseía y un dolor indescriptible en mi pecho.

Vi cómo algo se rompía en su mirada. Él dio un paso atrás y eso fue suficiente para que mi corazón se estrujara...pero rápidamente recupero su postura.

—No te creo —murmuró—. Dime la verdad. Mírame a los ojos y dime que no me amas. No puedes mentirme así, no se que este pasando por tu cabeza, pero buscaremos una solución.

Apreté los dientes. Quería correr. Quería abrazarlo. Quería decirle que todo era una mentira. Pero pensé en mi madre. En mi hermano. En la amenaza. En él. Y con la voz más fría que jamás pensé tener, escupí

—¡No. No te amo. Nunca lo hice!

—Sophia, no sé que carajos pasa contigo, pero tus caricias, tus besos, tus gestos, la forma en que tu cuerpo vibra bajo del mío, cuando te hago el amor, eso .. eso no miente–dijo eso con rabia y deseo contenido. Se abalanzó sobre mi con fuego en su ojos.

Me tomo por la nuca y me dio un beso con desesperación, como si quisiera hacerme entender que yo le pertenecía y que el me pertenecía. Comenzó a besar mi cuello, bajando por mi clavícula, quería detenerlo, pero mi voz interior me decía que esta sería la despedida, lo deje explorar y siguió besandome con tanta pasión, todo en el era apasionante, desde la forma en que hablaba de sus sueños, hasta cuando me hacía el amor incansablemente. Me distrae de mis pensamientos cuando se aparta de mi con rápides y pone la puerta con seguro. Trago seco porque ya sé que significa, Liam es un semental y me a follado muchas veces en esta oficina.

—Voy a enseñarte gatita que tu eres irremediablemente mía—dijo eso con una voz ronca y llena de deseo que hizo que mi entrepierna se humedeciera.

Me cargo por las nalgas mientras me besaba y me depositó en su escritorio, bajo mi blusa y se pego a mis pesones con ansias, mientras que al tiempo subía mi falda y hacía a un lado mi panty para introducir dos dedos en mi húmedad y como el maestro que era en esto me hizo gemir desesperadamente.

—No me amas Sophia, pero si se te moja el coño por mi hee—dijo eso cerca de mi oído y por Dios que mi húmedad aumento.

No respondí...se inclinó hasta quedar a la altura de mis caderas y subió su mirada que de inmediato conectó con la mía, me giño un ojo, sonrió de lado y apresuro su boca a mi coño húmedo, me beso con vehemencia hasta que me desborde en su boca, subio hasta quedar frente a frente y me dijo:




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