El Precio por Tenerla (en edición)

Capítulo 4

Alonso.

Me muevo en un mundo en donde la oscuridad, la muerte y las luchas de poder reinan.

La herencia de mi padre fue ser el jefe de la mafia italiana, mi tío Augusto Ferrara, era el consejero de mi padre y ahora el mío, no soy un matón,  pero sí he ordenado la muerte de algunos de mis enemigos. En mi mundo mi nombre impone respeto y miedo, pero no fue esa la razón por la que vine aquí.

Siempre me han interesado las tecnologías, de hecho antes de asumir mi rol de jefe, estudiaba ingeniería  en sistemas. Jamás pensé que la muerte de mi papá fuera tan prematura y siendo el primogénito debía yo asumir el cargo, no era mi sueño, fue más bien mi condena.

Aunque mi padre me preparó, física, mental y emocionalmente para esto. En  los últimos años intentó alejarme, el mejor que nadie sabía el peso que esto conllevaba, y también empezó a legalizar la mayoría de nuestros negocios, dejando de un lado el tráfico de armas, la trata de personas y el narcotráfico. Definitivamente, dichos cambios hicieron menos rentable el negocio, pero ese era el precio por volverse más humano.

Mi hermano Santiago, era quien estaba en Italia, yo desde hace un par de años vivía fuera del país, en España. Así que al eliminar a papá, porque así fue, mi padre fue asesinado, sus enemigos asumieron que mi hermano tomaría el puesto de jefe. Esto era favorable para sus planes ya que Santiago es un tipo de carácter dócil y con apenas 22 años, un elemento más fácil de manipular. Lo que nadie esperó fue que mi padre tuviera todo cubierto y que su primogénito  Alonso Ferrara, llegase a asumir su puesto como jefe de la mafia Italiana.  

Mi progenitor me enseñó a ser implacable con los traidores, pero también agradecido y leal. Me enseñó que el poder puede infundir temor, pero también puede ayudar a los menos afortunados. Me enseñó que no solo las cosas pueden ser blanco o negro, sino que existe una gama invaluable de colores.  

Pero ya había una promesa hecha a una hermosa mujer, mi madre, y un  hombre de honor siempre cumple sus promesas. Los cambios profundos, iniciaron en la organización por supuesto que con gran oposición. Mi padre, sufrió muchos atentados  hasta que uno logró su cometido y ahora yo soy la garantía que esos cambios no se detendrán,  lo que me hace a mí ahora, el blanco de muchos enemigos.  Sin embargo no tengo miedo, eso es algo que también le debo a papá.

Fue mi madre la que logró cambiar la forma en que mi padre veía la vida. Un mafioso que por muchos años solo dejó muerte a su paso, pero ella le regaló dos hijos y lo amó hasta su último suspiro, hasta que los enemigos de papá la arrancaron de sus brazos y de los nuestros. Sí, a mi madre  la mataron como una advertencia a mi padre, de que  los negocios son negocios y las emociones estorban. 

Mi madre era una mujer hermosa, inteligente y de temple. Rompió  todos esos esquemas de que la esposa se quedaba en casa a criar hijos, ella se involucró en los negocios, daba ideas a papá y defendía su postura frente a ellas, se volvió su socia, su aliada y su compañera en todos los sentidos. 

Era una mujer  de mirada dulce, con una voz que te arrullaba al hablar. Ella siempre dijo que cuando conociera a la mujer para mí, mi corazón me lo diría. Y cuando vi a Natasha por primera vez, estoy seguro que mi corazón se saltó un latido, sentí como mi boca se secaba y mis manos sudaban, como si fuese un adolescente, eso jamás lo había experimentado con ninguna otra mujer. 

Salgo del área de los baños y me detengo en un lugar que me permite divisar sin dificultad el salón por completo. Mis hombres no están visibles, pero tengo la certeza de que me observan, uno de los meseros pasa junto a mí y me ofrece una copa de vino, la cual accedo a tomar.  

—No sabía que un hombre de tu nivel social, pudiera tener costumbres tan bizarras como seguir a mujeres casadas hasta los baños. ¿Sí estás claro en que es mi esposa, Ferrara? —comenta petulante Andrés.

—Ese, es un pequeño inconveniente que puedo resolver con solo chasquear mis dedos, Azuero —replico calmado.

—Pues para tu información, no tengo planes de divorciarme y dudo mucho que Natasha esté pensando en dejarme, soy algo así como su mundo entero —asegura convencido. 

—Creo que no has entendido, que tu esposa podría quedarse viuda de manera repentina y casual —alego sereno. 

—Me estas amenazando, Ferrara —cuestiona dubitativo .

—No, para nada, yo solo pensé en voz alta Azuero —digo con ironía—.  Además no soy un hombre de amenazas sino de hechos —espeto perdiendo la paciencia.

—Aléjate de mi mujer o… —Intenta amenazar.

—¿O qué, Andrés Azuero? —Por primera vez en nuestra conversación, fijo mi mirada fría y penetrante en él—.  Estoy seguro, que no sabes quién soy ni mis alcances, así que te voy a recomendar que no te atravieses en mi camino, ah y no se te ocurra volver a exponer a Natasha de esta manera al escarnio público, porque te juro que cada humillación que ella sufra por tu causa, te la cobrare con intereses, y ya por último pero no menos importante, te sugiero que vayas preparando tu divorcio o tu funeral lo que te parezca más atractivo. —Le demando de manera directa.

Fijo la mirada en Natasha que viene entrando al salón con ese porte de reina, tan suyo, observo como todos los presentes la admiran. Estaba tan absorto observándola, que ni siquiera me percaté de que el imbécil de Andrés Azuero, ya no se encontraba a mi lado.  

—Algún problema con Andrés Azuero, sobrino —pregunta mi tío, al toparme camino a la mesa.

—Nada que un hombre como yo no pueda manejar. Creo que es hora de retirarnos, encárgate de que el guardaespaldas de Natasha, se asegure de que llegue bien a su casa —ordeno calmado.

— Me encargaré de eso, ?en serio sobrino que te vas a ir dejando a la mujer que acaparó durante toda la noche tu atención aquí sola? —cuestiona curioso.




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