El Precio por Tenerla (en edición)

Capítulo 5

Natasha.

Me quedo de pie observándolo marcharse, ni siquiera me di cuenta en qué momento decidí seguirlo hasta aquí. Es solo que sentí, que nuestra despedida había sido demasiado impersonal. «Acaso te escuchas Natasha no hace ni veinticuatro horas, que conoces a ese hombre y ya quieres que se despida de ti con beso y abrazo».

Regreso a la mesa, luego de correr como idiota detrás de Alonso para despedirme, estamos de acuerdo en que no soy ninguna adolescente para dejarme llevar de esa manera por mis impulsos. «Pero sucede que los dos únicos encuentros que he tenido con ese hombre han sido realmente intensos, solo por lo que hace sino también por lo que dice y cómo me trata. Pero bueno, recuerda que es un hombre Natasha, es decir, un ser nada confiable».

–A ver belleza, cuéntame quién ese bombón relleno de chocolate que nos acaba de dejar solas y abandonadas —pregunta mi amiga Soraya al verme llegar de vuelta a la mesa.

—Ya sabía yo, que así lo ibas a bautizar —dije sonriendo.

—No se me haga la loca y respóndame, que esto es importante, Natasha —cuestiona curiosa.

—Su nombre es Alonso Ferrara, es italiano y está como quiere, Soraya —comento con cara de inocencia.

—Lo primero y lo segundo no lo sabía, pero lo tercero salta a la vista —afirma con picardía—. Natasha ese hombre es un papucho y el otro tampoco está nada mal —justifica.

— ¿Cuál otro? —pregunto intrigada.

—Ese que está, que se le escurre la baba observándome —dice con total picardía.

—¡Ay! Soraya Russo, tú y tu modestia —La miro siendo, tan ella y no me sorprende.

—A ver, niégame que no me quiere comer con la mirada —contesta Soraya. Volteo a ver al tío de Alonso y en efecto, su mirada penetrante está sobre mi amiga—. A ver. dime a ?dónde está la mentira?

Como la mujer coqueta y segura de sí misma que es, se acomoda el cabello con un movimiento sexy, se sienta erguida luciendo su muy pronunciado escote. Toma la copa de su bebida y se la lleva a los labios de manera muy sensual, mojándolos con el líquido amarillento y luego saboreándoselos lentamente con su propia lengua y tal como era de esperarse el pobre hombre, no puede hacer otra cosa que tragar grueso.

—¡Ay! pelirroja, siempre tan tú. ¡pobre hombre! —Le digo conociendo sus alcances.

—Estoy segura que ese bizcocho, hoy soñara conmigo y ahora sí me vas a decir quién es —inquiere Soraya con una sonrisa de triunfo.

—No sabía que te gustaban mayores, amiga.

—Ni tanto Naty, si acaso me lleva unos diez añitos, además has escuchado esa canción que dice «a mí me gustan mayores» creo que la convertiré en mi nuevo himno —comenta divertida.

—Pues yo creo, que se te volaron los tapones pero a mi amiga lo que pida, espérame aquí ya te lo presento. —Le informo y me acerco al tío de Alonso.

—Señor Ferrara me permite un minuto, quisiera presentarle a alguien. —Caminamos juntos, hasta donde está la loca de mi amiga—. Le presento a mi mejor amiga y abogada Soraya Russo.

—Un placer señorita Russo, Augusto Ferrara para servirle. —Toma su mano y deja un suave beso en el dorso.

—Soraya Russo, es todo un placer —contesta con su voz melosa.

—Estoy seguro que en mi agenda, tengo una cita concertada con usted esta noche y en este lugar, señorita Russo —justifica coqueto.

—Bueno, yo debía ver a unos clientes italianos esta noche pero por alguna razón no coincidimos, pero descuide eso no es nada que no podamos resolver, Augusto. —Le afirma mi amiga.

—De haber sabido que me iba a reunir con una mujer tan hermosa, hubiese entrado a este lugar buscándola desesperadamente —asegura el italiano.

—Bueno los servicios que les brindaré, si logramos hacer negocios, dependen más de mi inteligencia que de mi belleza —afirma la pelirroja segura.

—Estoy seguro, que es usted una perfecta combinación de ambas cualidades —asegura embobado.

—Gracias, espero ansiosa no defraudarlo. —Le dice mi amiga.

Recibo una llamada en mi celular, me fijo en el identificador y es Víctor, me alejo un poco para contestar.

—Aló. Dime, querido —respondo de inmediato.

—Hola Naty, tengo el número y la llave de la habitación donde está tu esposo infiel con la modelito. —Sus palabras, me desubican un poco.

—Voy para allá —contesto cuando me recompongo ante la información que me dió.

—Listo te espero abajo, es en el Waldorf Astoria de la calle 52, no tardes Natasha. —Me informa y me dirijo de regreso a la mesa y tomo mi bolso.

—Debo irme, Soraya. —Le digo a mi amiga.

—¿A dónde demonios vas Nati? estás pálida —cuestiona la pelirroja.

—Tengo algo que hacer —digo sin más.

—No vas a ningún lado sin mí, Natasha Rivas. —Me afirma con decisión.

—Ok, entonces vamos. ¿Trajiste auto? —pregunto.

—Claro que sí, mi chofer tuvo la noche libre —contesta Soraya.

—Entonces vamos. —Augusto Ferrara, nos mira como si estuviésemos locas, atropellando las palabras logramos despedirnos de los presentes y salimos despavoridas rumbo al estacionamiento en busca del Mercedes Benz de Soraya.

—Ahora sí, dime ¿ a dónde demonios vamos? ¿a quién hay que matar y ¿a dónde lo enterraremos? —pregunta Soraya.

—Esa es mi chica, siempre para las que sean. —Le digo a modo de agradecimiento.

—Para las que sean, mi Naty —afirma.

—Víctor, está esperándonos en el Waldorf Astoria —contesto algo nerviosa.

—Todo este corre, corre por ir con Víctor a un hotel, Nati yo sabía que tu marido no daba la talla, pero de eso a andar así, desesperada por sexo es como demasiado. —Me dice divertida.

—No seas idiota, allí está Andrés con su amante y Víctor tiene la llave. —Le explico.

—Jiiiiiiii, en serio que veremos porno en vivo, me encanta. Será que puedo grabar, nos servirá como evidencia si no quiere firmar el divorcio. Muero por ver la cara de ese estúpido cuando lo agarremos con las manos en la masa, bueno no será la mano propiamente o sí pero no, bueno tú me entiendes —parlotea sin pausa.




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