El Precio por Tenerla (en edición)

Capítulo 10

Alonso.

El informe de mi gente en Italia acaba de llegarme, Natasha está hospedada en un hotel del cual soy socio.  

—¿Todo bien Alonso? —pregunta mi tío.

—Todo bien, tío —respondo sin dar detalles.

—Me gustaría saber si una hermosa rubia es la responsable de esa sonrisa de idiota que tienes. —comenta Augusto con ironía.

—Pues sí, acabo de enviarle un mensaje y estoy esperando ansioso su respuesta —digo serio.

—Pareces un chiquillo —espeta Augusto.

—Suelto mi celular y me concentro en él, hablemos de cosas de hombres entonces —formulo áspero.

—Eso está mejor, nos reuniremos con Soraya Russo esta noche. La idea es plantearle que se encargue de las inversiones que dejemos andando cuando regresemos a Italia. —Puntualiza Augusto.

—Soraya Russo, tu chica que aún no sabe que es tu chica. —Augusto, acomoda su saco y carraspea la garganta. 

—Así es —dice serio. 

—Y eso que yo soy el chiquillo —argumento inexpresivo, mi tío sonríe y por primera vez desde que mi padre murió veo como su rostro se ilumina con una verdadera sonrisa. —¿A qué hora será esa importante reunión?—pregunto satisfecho.

—A las 8:00 pm en un restaurante español de la avenida central, y no te preocupes si no puedes asistir, puedo excusarte con la licenciada Russo —agrega Augusto sonriendo.

—Son ideas mías o no quieres que vaya —cuestiono divertido.

—Solo reservé mesa para dos —informa Augusto.

—Vaya, gracias por informarme, cuadra todo con tu chica, para que podamos dejar toda la documentación lista cuanto antes,  de manera que podamos regresar a Italia lo más pronto posible. En otras palabras, concéntrate en los negocios y cuando tengas ese tema resuelto, ocúpate del placer —Demando altivo.

—Como ordene jefe —contesta mi tío saliendo de la sala donde me encuentro, la suite tiene una especie de estancia previo a la habitación. Vuelvo a tomar mi celular en espera de la respuesta al chat que le envié a Natasha.

«¿Será esta mujer capaz de ignorarme?» pienso.

Entra un mensaje y lo leo una y otra vez buscando una manera interesante de cómo responderle.  

 

Natasha.

Yo: «Buenas noches, agradecida con su ofrecimiento, prometo tenerlo en cuenta Señor Ferrara. Sin embargo me gustaría saber ¿cómo sabe usted que me encuentro en su país? ».  

Desconocido: «Porque cuando a un hombre como yo, le interesa saber algo remueve cielo y tierra hasta lograrlo. Que pase buenas noches Natasha, le desearía que soñara conmigo pero prefiero ser yo quien sueñe con usted, estoy seguro que en mis sueños haremos cosas mucho más interesantes». 

Me quedo sin  palabras frente a ese último comentario, definitivamente que este hombre no tiene filtro.  

Suelto el teléfono nerviosa, creo que me he sonrojado son su comentario, el cuál evidentemente está cargado de doble sentido, tonta ni que te estuviera viendo. Decido mejor no responderle. 

Me meto bajo las sábanas y me dispongo a descansar. Mañana trataré de organizar una agenda que me permita aprovechar mi tiempo en Italia. 

 

Soraya.

—Hola Víctor —saludo a mi amigo.

—Hola pelirroja, ¿qué ocupas? —Me responde, dispuesto como siempre. 

—Quería comentarte algo y no quise hacerlo en la llamada con Naty —Le explico preocupada.

—¿Qué sucedió? —pregunta Víctor.

—Andrés, me dijo que ella no podría vivir sin él y que pronto vendría a rogarle que volvieran —Le transmito lo dicho por Azuero.

—Andrés está fanfarroneando, Soraya —Asegura Víctor.

—¿Y si Naty se arrepiente y como siempre termina perdonándolo? —le expongo mi inquietud.

—¿Crees que ella llegaría tan lejos, si no estuviera realmente convencida de que quiere dejarlo? Le dejó firmado los papeles del divorcio —explica Víctor.

—No sé amigo, tengo miedo, no quiero que ese imbécil la siga lastimando. Si ustedes se hubieran casado nada de esto estaría pasando, serían un matrimonio feliz y ya me hubieran  dado cinco o seis sobrinos para malcriarlos. —Le comento.

—No estaba escrito, que pasara así Soraya —alega Víctor.

—Pero ahora puede ser, pronto Naty estará libre y tú estás soltero, Víctor —Le sugiero.

—Esa historia ya terminó, además ya aprendí a verla con otros ojos,  así como te veo a tí. Acepté que no me amaba y que había preferido a Andrés, lo superé y ahora la quiero como a una amiga, Soraya. —Me explica convencido.

—Víctor, yo quiero que Naty sea feliz. —Le digo en un ruego.

—Yo también Soraya,  pero los verdaderos amigos no te juzgan, ni te cuestionan sino más bien te apoyan. Lo que Natasha decida hacer, nosotros debemos respetarlo. —Me comunica resuelto.

—Es decir, ¿qué si decide volver con Andrés, no me apoyarás si quiero meterla a un sanatorio mental para evitarlo? —Lo interrogo de forma acusatoria.

—No, no haremos eso Soraya —aclara sereno.

—Bueno, entonces espero que Naty se mantenga firme en su decisión, Víctor —comento.

—Ahora dime, ¿Cómo es eso del «casi sobrino»? me marearon y no me contaron nada —pregunta Víctor intrigado.

—Lo que pasa es que Natasha me presentó al tío de Alonso Ferrara,  un nuevo inversionista de Azuero&RivasCorp. Su nombre es Augusto Ferrara y el hombre me movió el piso amigo, es un monumento, alto, fornido, ojos azules, cabello negro, labios carnosos…—enumero coqueta y entusiasmada.

Ok, ok, ya entendí, ya entendí, pero porque Naty dijo que ahora te gustan mayores. —Sigue cuestionando Víctor.

—Porque el papucho que te acabo de describir es un rico cuarentón, Víctor —suelto emotiva.

—Entiendo, igual ten cuidado tal vez tenga un chorretal de hijos o una esposa y tres queridas o algo así —pronuncia Víctor divertido.

—¡Ay no! Víctor, deja de estarme echando la sal —le pido malhumorada.

—Yo solo digo que tengas cuidado, pelirroja —aclara. 

—Esta noche iré a una cena de negocios con ellos, te cuento que averiguo de su estado civil y su progenie. —Le aseguro pícara.




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