El Precio por Tenerla (en edición)

Capítulo 16

Natasha.

Un toque suave en la puerta de mi habitación me alerta. Abro la puerta para encontrarme  con Víctor y Soraya. 

—Ayyy mis amores ya están aquí, que ricoooo. —Soraya y yo gritamos como si tuviéramos un año de no vernos y Víctor solo mueve la cabeza en señal de desaprobación.

—Están locas, si lo saben ¿verdad? —dice negando.

—No te pongas celoso. —Camino hacía él, le doy un abrazo y un beso en la mejilla. —Víctor y Soraya son los hermanos que mis padres no me dieron pero que la vida me regaló.  

—Oye, nos encontramos al casi sobrino allá abajo —comenta la pelirroja con picardía.

—Sí —digo poniéndome algo nerviosa. Soraya me mira con cara de interrogatorio. 

—Habla Naty —demanda. 

—¿Qué,  de qué? No sé a qué te refieres Soraya. —Intento hacerme la desentendida.

—Natasha Rivas, te conozco mejor que si te hubiera parido, ni doña Leticia tu madrecita santa te conoce tanto como yo, así que habla. —Presiona mi amiga.

—Si no le cuentas, me va a poner a investigar a mí que hacía Alonso Ferrara aquí. Con lo buen investigador que soy, descubriré todo y más, quedará como la amiga ofendida porque no confiaste en ella, te hará la vida miserable por mucho tiempo y terminará  haciendo que le pidas perdón de rodillas.  —Presiona ahora mi amigo—. Mejor cuentas y evitamos todo el drama —dice Víctor mientras se acomoda como dueño y señor en la cama.  

—¡Ayyyyy! Son insoportables —protesto.

—Pero así nos amas, Naty. Habla ya o haré todo lo que él dijo y aún más.  —Continúa insistiendo mi amiga.

—Alonso y yo pasamos el día juntos. Ha estado enviándome flores y mensajes cada día desde que llegué aquí —comento.

—Interesante, así que es mi casi sobrino quién tiene esta suite convertida en una sucursal de un jardín botánico —Hace notar Soraya—. Y qué más, porque estoy seguro que hay algo más.

—Quiere que le de una oportunidad, para tener una relación seria —argumento 

—Jiiiiiiiiii, en serio mi Naty que ese bombón relleno de chocolate quiere de todo contigo —pregunta divertida.

—Pues sí, muy en serio —afirmo.

—Y tú qué nena, te sientes lista para eso. —Me pregunta Víctor.

—Amigo ese hombre me gusta, bueno en realidad me encanta, pero a decir verdad tengo miedo, no quiero otra decepción, el respeta mi decisión y aceptó que vayamos a mi ritmo —Les respondo.

—O sea que además de papucho, también es todo un caballero —alega divertida.

—Así es amiga —admito.

—Pues mira Naty, a mi no me parece que debas guardarle a Andrés ningún tipo de luto, ese animal nunca te respetó como esposa y mucho menos como mujer, así que por mí dale vuelo a la hilacha con mi casi sobrino. —Me alienta mi amiga. 

—No es por Andrés Soraya, es por mí. Yo no soy tan desinhibida ni lanzada como tú amiga y no es para que te ofendas —explico.

—Y de cuando acá la verdad ofende —dice Víctor.

—Cállate. —Le grita Soraya lanzándole un almohadón. 

—Ahora pídele nena, que te cuente que hace ella aquí —comenta Víctor.

—Ya te dije que vinimos a ver a Naty, cizañoso —argumenta.

—Yo vine a ver a Naty.

—Tú viniste por el mayor de los Ferrara. —Continúa  Víctor molestando a Soraya.

—¿Cómo así? —cuestiono.

—Anda exígele que te cuente, nena. —Insiste Víctor.

—Me estoy arrepintiendo de haberte invitado, Víctor. —Le dice la pelirroja.

—Habla Soraya, cuéntame. —Insisto ahora.

—Bueno,  a decir verdad, yo te extrañaba y mucho, pero también necesitaba venir a tratar asuntos importantes con Augusto Ferrara. —Admite mi amiga.

—Sé específica, dile a Naty que se tratan de asuntos de cama —dice Víctor.

—Víctor José Fuentes Marino, cállate la boca o te corto la lengua.  —Protesta Soraya indignada.

—Así que asuntos de cama, que interesante. —digo yo.

—Váyanse los dos a fregarle la vida a su abuela. —Nos dice a modo de protesta.

—Yo no tengo, ambas murieron. —Le recuerdo.

—Las mías también son difuntas— dice Víctor. 

—Pues ya, le bajan a sus burlas —dice — y sí,  también vine a verlo a él,  no me iré de aquí hasta que haya conseguido lo que quiero, satisfechos ya lo confesé, está demasiado bueno y apetecible y…

— Cien dólares a que Augusto no cae  —dice Víctor

—¿Qué? Cien dólares a Soraya, estoy segura que caerá redondito. —Hago mi apuesta.

Ya hace cuatro días que llegaron a Italia, hemos aprovechado para salir a conocer Roma, pero de Augusto no se ha sabido nada.

—Naty, necesito ver a Augusto —dice mi amiga.

—Yo tampoco he visto a Alonso desde el fin de semana, solo llegan las flores y el saludo de cada mañana pero nada más —respondo.

—Podrías escribirle, por fis amiga. Dile que queremos ir a un antro y que si nos recomienda algún lugar. Con un poco de suerte nos invitan a uno de sus negocios y logro ver al madurito como le dice Víctor. —Pide mi amiga.

Yo: «Hola, me ha extrañado no verte estos días, pero supongo que estás ocupado. Si no es molestia, podrías recomendarme un antro donde podamos ir esta noche mis amigos y yo a pasarla bien». 

—Listo, Soraya ya lo envié. —Le digo.

— Gracias mi Naty. 

Casi de inmediato el tono de llamada de mi celular suena.  

—Hola, bella signora (hermosa señora). —Me saluda Alonso.

—Hola Alonso —respondo.

—Acabo de ver tu mensaje, he estado algo ocupado, pero necesito verte. Estén listos a las 8:00 de la noche, habrá un vehículo con chofer esperando por ustedes en la entrada del hotel para llevarlos a un lugar. Te veré allí si no te molesta. —Informa y me siento feliz.

—Por el contrario, también quiero verte. —Le aseguro.

—Hasta más tarde bella dama.  —Se despide. Me giro hacia Soraya y le informo lo que me ha dicho el italiano.

—Bueno querida avisemosle a Víctor y manos a la obra hoy debemos ponernos hermosas —dice Soraya mientras sale corriendo hacía al baño de mi habitación—. Yo voy en plan de conquista y tú tienes que impresionar a ese bombón relleno de chocolate. La escucho gritar desde el baño. 




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