El Precio por Tenerla (en edición)

Capítulo 19

Augusto  
 

—Dígame, señorita Russo ¿En que puedo servirle?—Pregunto, mientras rodeo el escritorio y tomo asiento en mi silla. Recibí su recado de parte de mi sobrino pero han sido días complicados— termino diciendo.

 

 

—Más bien pienso que no te interesaba contactarme—responde indignada—

 

 

—No entiendo porque piensa eso señorita Soraya, tengo claro que soy el puente entre Alonso y usted— Digo serio.

 

 

—¿Podemos hablar de nosotros, por favor?— responde ella. 

 

—No se preocupe, ni tampoco piense que me debe alguna explicación, la última vez que hablamos me dejó todo muy claro, Soraya.

 

(***)

Soraya

Mi nombre en su boca suena a melodía, doy un par de pasos hasta rodear el escritorio y virar la silla en donde se encuentra sentado,  hacía mí. Inclino mi cuerpo y atrapo su boca con un beso, sorprendiéndolo con mi acción. 

 

Siento como empieza a incorporarse y me toma por la cintura, mientras mis manos van a su pecho y sujetan su camisa como una forma de evitar que intente apartarse de mi. 

 

—Yo…— intenta hablar, pero mi boca lo calla. 

 

—No digas nada Augusto, llevo días deseando esto, solo bésame.

 

Sin dejar mi boca, siento como extiende su mano izquierda para tomar una especie de control, segundos después, escucho el ruido de un mecanismo que empieza a desplegar unas cortinas que cubren el vitral que está a nuestras espaldas.  

 

 

—Vine hasta aquí porque necesito negociar contigo, Augusto— Digo mientras me separo de su boca, porque si sigo deleitándome con ella, no podre ordenar mis ideas.

 

 

—Habla— dice mientras me  atrae  a él y me mete entre sus piernas, una vez se recuesta sobre el escritorio—Me acaricia con sus manos y hunde su naríz en mi cuello para aspirar mi olor.

 

 

—Tengo una propuesta para ti —digo con la voz acelerada—Usted me encanta señor Ferrara, seamos amigos, novios, amantes, ponle el nombre que tu quieras, solo no me cortes las alas. Conozcámonos un tiempo y luego te digo si quiero ser tuya para toda la vida. Me asuste al escucharte hablar de que querías que fuera tuya. Y no me había dado cuenta de que desde esa noche que me besaste en cierta manera  ya lo soy. Vine hasta aquí, porque tus besos y tus caricias se quedaron tatuados en mi piel y quiero probar todo de ti— Termino diciendo.

 

—Me siento realmente honrado, le digo mientras la tomo de la cintura para pegarla más a mí. Nunca antes una mujer tan hermosa como tú, me había hecho tal declaración —dice coqueto. 


— Ah no señor Ferrara, no se me haga el santo que soy testigo de como reacciona el sexo femenino cuando usted anda cerca.

— Yo no tengo la culpa, de que ellas tengan tan buen  gusto. Nena. 


—Repite eso— le digo mientras muerdo su labio inferior de manera provocativa.

— ¿Qué cosa?— dice sujetando su agarre en mi cintura.

— Ese apodo tan sensual, con el que acabas de llamarme.

— ¡Nena! —repite él.

—Ujum, me gusta.

Lleva sus labios a mi oído y me dice “ Nena”.

 Empiezo a devorarlo con mi boca, este hombre alborota mis sentidos de forma descomunal.

— ¿Que quieres nena? —sigue diciendo cerca de mi oído con la voz ronca.

— Te quiero a ti— contesto agitada.

 — ¿ Quieres ser mía, Nena?

— Sí — contesto sintiéndome como gelatina entre sus manos —Si quiero Augusto.

— ¿Cuando nena?— continúa diciéndome al oído y recorriendo mi cuello y mi clavícula con su boca, dejando besos húmedos.

— Aquí y ahora — contesto con la respiración entrecortada y la voz en un hilo.

—¿ Estas segura, nena?

— Muy segura.

— Entonces eso es una orden nena _—dice con picardía.

Me lleva hasta el sofá  y empieza a desnudarme,  para deshacese de esta ropa que en estos momentos nos sobra. Mis manos empiezan a desabotonar su camisa y en un segundo, ya nada nos impide ser uno como tanto deseamos.  

Su mirada de advertencia se posa sobre mí.

—Después de esto no te dejare ir—  declara, con la respiración acelerada.

—¿Es una amenaza? — dije casi en un susurro.

— No nena, esto es una promesa —responde él. 

Fundimos nuestros cuerpos, convirtiéndonos en uno. Y si alguna vez había experimentado algo delicioso y placentero, no se le compara con esto, es como si de repente hubiese encontrado el lugar al que pertenezco, el sitio correcto. Sus manos, grandes expertas y habilidosas recorren cada centímetro de mi piel y yo solo me dejo llevar por esta maravillosa sensación que se apodera de todo mi ser y que me hace sentir extasiada y plena.  

(***)
Augusto


—¿Estas bien? Estas muy callada— pregunta.

—¿Que me hiciste?

— Bueno, hace un rato te hice el amor, nena.

— Entonces si  así se siente hacer el amor, me gusta, bueno a decir verdad me encanta.

Me tiro, sobre el y empiezo a llenarlo de besos.

 —Espero seas un hombre lo suficientemente  serio como para cumplir tus promesas — inquiero. 

— A que te refieres, nena.

— Dijiste que después de esto no me dejarías ir y que era una promesa, guapo.

— Si, eso dije.

— Entonces no me dejes ir jamás.

— Dalo por hecho nena. Eres mía y  por favor no te asustes, de seguro que te encantará.

— Ya me encantas, Augusto Ferrara.  

(***)

Victor


—Hola querido, hace rato te estoy observando pero como estabas con la pelirroja no me atreví a invitarte un trago. Mi nombre es Kasey y me encantaría invitarte a bailar — dice una guapa chica, que llega  a mi lado.

 

— Hola guapa, mi nombre es Víctor y  la pelirroja es mi amiga loca y vino de caza y por lo que veo ya la presa cayó, porque se ha tardado demasiado, sería un placer bailar con una mujer tan bella. 




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