—¿Dónde esta, Santiago?. Pregunto furiosa — En el despacho, me contesta Augusto— Exijo verlo — Natas…— Ahora mismo, Augusto— sígueme, yo mismo te llevo.
—Estoy en el despacho, esperando que sea el momento de iniciar las honras fúnebres de mi hermano, aproveche para revisar algunos documentos y tener clara las cosas al tomar decisiones.
—Unos leves golpes en la puerta me alertan, pase; contesto— Santiago, Natasha desea hablar contigo— Tío no quiero dramas horita, dile que en otro momento; la atiendo— Pues creo que tendrá que ser ya, digo entrando al despacho— Vaya, parece dejó su educación y sus buenos modales en América, señora Rivas — ¿Quién te crees para ordenar que lo cremaran? — ¿Qué?— ¿ Que quién demonios te crees, Santiago Ferrara, para ordenar que cremaran a mi esposo. Allá afuera en vez de un ataúd con una cadáver, hay una urna con cenizas, que clase de hombre insensible y despiadado eres tú, nisiquiera pude despedirme del él, tocarlo, darle un último beso y vengo a este lugar con la ilusión de a menos verlo por última vez y con lo que me encuentro es con una urna, llena de cenizas. Quién demonios te crees para decidir eso, yo soy su esposa, a mí nadie me informó, ni me consulto nada, digo mientras mi voz se ahoga con mi llanto.
—Natasha, dice Augusto, quien esta de pie justo detrás de mí — Déjanos solos tío— Sobrino por favor — Te dije que nos dejes solos, Augusto Ferrara — Como ordenes, Santiago. Te espero afuera, Natasha.
—Sabes, una de las cosas que más detesto es a las mujeres dramáticas — Me importa un pepino, lo que detestes, contesta mi pregunta de una buena vez, Santiago— Para tu información Natasha Rivas viuda de Ferrara, mi hermano dejo claramente establecido como quería que se dispusiera de sus restos mortales, por lo tanto no tenía porque informar o consultar a la viuda. Pero claro como habrías de saber eso, si fuiste su esposa escasamente uno o a lo sumo dos meses, de hecho antes de ese tiempo eras nadie en la vida de mi hermano. Ah pero crees que esos dos meses te dan el derecho para venir a hacer dramas y escenas a quién si paso junto a Alonso los últimos veintiséis años de su vida, porque te recuerdo que el que fue tu esposo, era mi hermano, así que aprende a ser menos insolente y más empática, porque tú no eres la única que sufrió una pérdida. Además como se supone que te íbamos a consultar, si hasta hace una par de horas estabas en la cama de un hospital sin tener conciencia de ti, ubícate Natasha Rivas y entiende que en esta familia soy yo quién tomas las decisiones y nadie tiene autoridad para cuestionarme. Si entendiste todo, puedes retirarte; no tengo más tiempo que me interese perder contigo.
—Sus palabras me dejan muda y como pocas veces en mi vida, decido quedarme callada, así que doy media vuelta y salgo del despacho, para encontrarme con Augusto, quién solo me mira pero no dice nada.
—Las honras fúnebres se llevan a cabo y yo procuro no tener más enfrentamientos con Santiago, pretendo quedarme aquí en lo que logro organizar mi vida, que a partir de la muerte de Alonso se ha convertido en un barco a la deriva—
—Augusto, crees que pueda ocupar la habitación de Alonso— Si puedes, contesta Santiago, que viene llegando junto a donde nos encontramos Augusto y yo — Solo no muevas nada de su lugar, por lo demás no tengo ningún problema— Gracias Santiago, respondo.
—Soraya y yo, entramos a la habitación de Alonso. Su olor esta impregnado en este lugar, las sábanas de la cama son oscuras, así como las cortinas, las paredes estan pintadas de un gris claro, todo aquí se encuentra perfectamente arreglado, este lugar refleja la personalidad de Alonso. Me dejo caer en la cama y sin poder evitarlo empiezo a llorar, mientras abrazo la almohada que todavía conserva su olor. Aún no puedo creerlo Soraya, no puedo creer que ya no está, me duele amiga, me duele mucho, siento como si una parte de mi ya no existiera, como si estuviera vacía. Siento las manos de mi amiga, acariciar mi cabello — En algún momento el dolor empezará a ser soportable o al menos aprenderás a vivir con el, pero no te rindas amiga, tu eres fuerte y no estás sola, mi Naty.
—¿Vas a salir, Santiago? — Si, tengo algo que hacer — Te acompaño— No, no es necesario, iré con Lucas y mis hombres— De acuerdo, como quieras.
—Santiago Ferrara, permíteme expresarte mi más sentido pésame — Supongo que debo decir gracias señor Moretti, pero en realidad la muerte es parte de nuestras vidas, en esta oportunidad le toco a mi hermano, y no hay nada que podamos hacer.
—A que debo el honor de su visita, señor Ferrara — Bueno, como sabrás por derecho, soy el nuevo Don de la familia Ferrara— Y debo suponer que aspiras a ser el nuevo jefe de la organización— Te equivocas Moretti, eso no esta incluido en mis aspiraciones — Entonces cuáles sí, estan incluidas, Ferrara — Así me gusta, gente directa, eso me economiza tiempo y el tiempo para mí es dinero. Yo te ayudo a ser el nuevo jefe de la organización y tú me das rutas expeditas y seguras, para el tráfico de drogas y armas— ¿Drogas? vaya, vaya tu padre y tu hermano se encargaron de limpiar las calles de eso— Pues yo soy menos altruista que ellos y tengo una reciente fascinación por incrementar mi cuenta bancaria —¿Qué gano yo, Ferrara? — El apoyo de una de las familias más influyentes de la mafia Italiana, mi respaldo incondicional y el veinte por ciento de las ganancias de mis negocios — Suena a un buen trato, pero que harás con Augusto— Es un buen negocio, Moretti y de Augusto me encargo yo— ¿Quiero algo más? Ferrara — ¿Habla? — Quiero que te cases con mi hija, Nora. Así aseguramos una alianza irrompible — Sí, para ella esta bien, para mi también, Moretti. Cumple tu parte y te dare el privilegio de ser mi suegro— Dame unos días, voy a pensarlo y te hago saber mi decisión — No tardes, si no eres tú, brindare mi apoyo y mi trato a alguién más. Ah y solo me casare con tu hija, cuando ya seas el jefe y yo empiece a ver los beneficios de nuestro trato.
—La paciencia es una virtud, Santiago, además tengo un socio, alguién a quien también le interesa que yo sea el jefe, de hecho me ha ayudado a quitar algunos obstáculos del camino — Entiendo, pero de tu socio te encargas tú, a menos claro que quieras que transe directamente con el y te arriesgues a que te deje fuera de la jugada—Eso no sera necesario, yo lo manejo — tu socio ¿Es Italiano? — No, es americano — Listo, Moretti. No tardes con tu respuesta.