—¡Te casas pelirroja, felicidades!
—Sii, amiga. Decimos abrazándonos y dando brinquitos como locas, hasta que llega Víctor, para levantar en brazos a Soraya y girar con ella, mientras nuestra amiga ríe a carcajadas. Mi amigo la baja y nos abrazamos los tres.
Víctor y yo entendemos que para la pelirroja dar el sí, significa que ha podido vencer esos temores e inseguridades que le dejo el hecho de haber sido plantada en el altar hace unos años, por un idiota que solo buscaba el dinero de la familia de Soraya. Por eso estamos más que felices, la vimos hundirse en la tristeza y la depresión, para luego volverse una mujer que solo buscaba aventuras y relaciones pasajeras.
—Me regresan a mi mujer, dice Augusto.
—Toda suya, contestamos Víctor y yo al unísono, mientras yo lo abrazo para felicitarlo y Víctor le da un par de palmadas en la espalda a manera de felicitación.
—Novio— ¿Qué pelirroja? — ¡Te amoo! — Y yo te amo a ti, mi reina.
—¿Cuándo nos casamos?.
—Cuando quieras, nena.
—¡Naty! — Dime Soraya — ¿Puedes planear una boda en una semana? — Pues, claro— Quiero muchas, flores, un pastel enorme, un vestido hermoso y una fiesta de película —Anotado, mi reina. Dalo por hecho — ya escuchaste a mi amiga, nos casamos en una semana, novio — Excelente, mi reina.
—Augusto se gira hacía a los presentes, que continuaron celebrando en la inauguración. Señores nos casamos en una semana, estan cordialmente invitados — Estás loco, me dice Soraya al oído. Yo pense en algo íntimo, solo la familia — Pues yo no, pelirroja. Digo atrayéndola a mí para besarla.
—He pasado una semana en corre, corre para organizar la boda de mi amiga, estoy agotada pero felíz, todo esta tal cual como Soraya quería.
—Todo quedo hermoso, amor. Valió la pena, todo el afán — Gracias mi vida, espero que a Soraya y a Augusto les guste. Han sido días intensos, Alonso pero me gusta el resultado.
—Señora Natasha, me dice el ama de llaves — Si — Su mamá acaba de llegar, ya la instale en la habitación que usted me ordenó y me informo que en unos minutos baja — Gracias, respondo.
—Mi madre le prometió a Soraya que vendría a su boda, francamente lo dude pero si vino — Alonso, voy a saludar a mi mamá, ya vuelvo.
—Cariño, grita mi madre al verme — ¡Mamiii!, grito felíz. Nos damos un prolongado y efusivo abrazo — Estas hermosa hija, el amor te sienta bien— Muy bien, madre — A ver donde están mis otros dos hijos que no parí, pero que amo como si lo hubiera hecho, son unos ingratos los tres, se mudaron a Italia y me dejaron sola y abandonada—Pues, que esperas para mudarte para acá— Sí, es buen idea. Tu padre tardará un par de años en salir de la cárcel y al fin y al cabo ya estamos divorciados, ya es tiempo de tomar otros rumbos.— Eso es un “ Sí, me mudo” — Sí hija, así es — Un agitado Víctor, llega corriendo hasta la habitación de mi madre, interrumpiendo nuestra conversación —Doña Lety, grita mi amigo levantando a mi madre y dando vueltas con ella — Hola guapo, dice mi mamá, mientras lo besa en la mejilla, para luego empezar a darle golpes en el hombro cuando la baja, mientras lo regaña— Ingrato, también me abandonaste, solo espero que tengas alguna hermosa italiana como nuera para mí, dice mi madre sonreída — Aún no hay ninguna, pero me pondré en eso enseguida, Lety — Pues apúrense, quiero muchos nietos, pero ahora me llevan con Soraya, traigo algo para ella.
—Buenas, dice mi madre, abriendo un poco la puerta de la habitación donde Soraya se encuentra.
—¡Viniste! — Grita Soraya emocionada — No podía faltar, mi amor y no vayas a llorar que te verás horrible con el maquillaje corrido — Ujum dice Soraya, solo asintiendo.
—Te traje algo— ¿Qué es? — Un collar que era mío, debes llevar algo viejo y quiero que lleves esto. Vas a ser muy felíz Soraya, te lo mereces. Si tus padres estuvieran vivos, se sentirían muy felices y orgullosos. Tanto como me siento yo.
—Gracias Leti, te quiero mucho.
—Hora de casarse, dice Naty entrando a mi habitación. Hay un apuesto italiano esperando en el altar. Una hermosa sonrisa ilumina el rostro de Soraya — Me miro en el espejo y respiro profundo, es hora de casarte Soraya Russo.
—Leticia y Natasha, se adelantan al jardín de la mansión Ferrara, en donde todo esta preparado para que se lleve a cabo la ceremonia.
—Víctor me espera al pie de la escalera, mi amigo es quién me va a entregar en el altar. Se ve hermoso en ese smoking negro, hago una nota mental “ Debemos conseguirle una novia a Víctor”— Hola Pelirroja, estas bella — Hola guapo, si no hubiera un Italiano hermoso y que me trae loca, esperándome en el altar, me fugaba contigo ya mismo — No gracias, amiga quiero conservar mi vida — ¡Ay! que exagerado eres Víctor. Si Augusto es un hombre pacífico y razonable, seguro lo entiende y hasta nos felicita.
— Siempre supe, que estabas loca pero creo que rebasaste tus propios límites.
—Es solo una bromita, Víctor. No te lo tomes tan a pecho.
Caminamos riendo hacía la entrada el jardín, y me que quedo impactada ante lo que veo.
—Hay unas telas blancas transparentes entretejidas en la parte superior del jardín, lo que le da un aspecto hermoso y elegante al lugar, hay un camino hecho con ramos de flores blancas a ambos lados, puestos en unos hermosos pedestales dorados y en medio de ellos una alfombra roja que llega hasta un altar decorado con un arco de flores, allí veo a mi hermoso italiano, parado justo frente a el, esperándome.
—A ambos lados de la alfombra roja, hay unas sillas blancas, cuidadosamente colocadas y junto a las cuáles se encuentran los invitados de pie espetando a que Víctor y yo entramos.