El Presagio de las Flores (libro de la rosa negra)

Volumen 1: El milagro maldito de Milfiore Acto 3

Iván toma la iniciativa y toma la sirvienta de los hombros sacudiéndola de adelante hacia atrás buscando una respuesta, ocasionando que ella hable en un tono leve diciendo.

—Me estas lastimando...

Ante esta situación cualquier otro hombre hubiese retrocedido, y a la vista de cualquiera sería fácil suponer que Iván es el agresor, pero para Iván quien sentía los dedos en sus brazos sabía que, aunque si intentara lastimarla no podría hacerlo.

El cuerpo de aquella joven era rígido y pesado como el de un espadachín entrenado, moviéndose de tal forma en que aparenta ser débil, cuando fácilmente podría romperle los dedos.

—Por favor no me lastime más, prometo compensarle por lo que hice — Aclama la joven con un tono temeroso que parecía inclinado al llanto.

Iván libera un suspiro, pone sus dedos en su frente y reanaliza la situación...

—Olvídalo, solo dime donde esta ese objeto —pregunta el joven.

—Yo... yo lo destruí...

Ante esa afirmación los ojos de Iván se pusieron en blanco, su corazón empezó a latir con tal fuerza al punto de casi salir de su pecho, y luego este se calmó casi en su totalidad, mientras la ya sombría mirada del joven se oscurece totalmente.

—Tus servicios como sirvienta personal ya no son requeridos —espeta el joven con un tono oscuro — eres libre de irte si así lo deseas, pero no quiero volver a verte.

—¿Joven amo...? —aclama la joven.

—Vive tu vida como gustes y has lo que quieras, porque el día de mañana podrías amanecer muerta...

Con esas palabras Iván se retira no sin antes dar un breve vistazo a la sirvienta, notando sobre su cabeza una pequeña ventana de luz violeta con las siguientes palabras.

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[Durabilidad: 12 días 23 horas 02 minutos 54 segundos]

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Iván sabía claramente que lo que veía era el tiempo restante de vida de aquella sirvienta.

Desde hace tiempo se sabe, que ha habido un único motivo por el cual la familia Milfiore es reconocida como la familia más fuerte del continente, a pesar de que los humanos no poseen tanto poder mágico como otras especies y esto es gracias a la "magia rara".

Una cualidad única de la familia Milfiore que a su vez es única en cada uno de los miembros de esa familia.

Cada uno de los magos Milfiore posee un poder especial diferente de las artes mágicas conocidas y que no se rigen por las leyes de lo que existe en este mundo, manipulación de la materia, técnicas de levitaciones o artes de combate capaces de convertir un cuerpo en un arma.

Nadie sabe de dónde son los Milfiore capaces de invocar estas habilidades ni mucho menos como ellos son capaces de implementarlas con total naturalidad, lo único que es un hecho innegable es que la magia rara es la más poderosa de todas.

Y la magia rara de Iván es el poder de ver la durabilidad de las personas, o lo que se podría traducir como su tiempo de vida restante.

Desde que Iván tiene sentido de la razón ha sido capaz de ver este tiempo de vida, se podría decir que es un don bastante práctico, pero en realidad es una horrible maldición.

Pues un efecto poco conocido de su habilidad es que aquellos cuya durabilidad está a punto de expirar son misteriosamente atraídos hacia Iván, provocando que desde niño este acostumbrado a ver a la gente morir.

Al punto en que el espectro de la vida y la muerte no le importa en lo absoluto, pues sabe que aún falta mucho para que el muera y aunque lo intente su muerte no llegara antes que eso.

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[Nombre: Iván Milfiore Lvl. 0]

[Profesión: Ninguno]

[puntos de juicio: 85478966002 pts.]

[Durabilidad: 1032 días 22 horas 12 minutos 12 segundos]

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La vida de aquella mucama estaba próxima a llegar a su fin, y por primera vez dentro de él broto un morboso deseo de ver el momento en que pase, aunque muy en el fondo espera que no sufra tanto cuando llegue.

Y así los días dentro de la casa de las flores continúan...

Año imperial 1102, 13 de diciembre, una semana después...

Dentro de una habitación la luz del nuevo día ingresa, pero ya para ese punto el joven Milfiore estaba despierto, inerte en su cama mientras observaba un punto en el vacío.

Las puertas de su habitación se abren y la mucama hace acto de presencia, arrastrando junto a ella una mesilla móvil con una tetera caliente y un nuevo juego de cobijas.

—Buenos días joven amo —Espeta con un tono entusiasta mientras abre las cortinas —Hoy el día se siente algo helado, me tome la oportunidad de preparar una taza de té negro y un baño caliente para usted.

Faltaban pocos días para el invierno, en este punto Iván suele estar emocionado e inquieto, pero en esta ocasión su expresión se volvió inerte, como si no le importase en lo absoluto lo que pase a su alrededor.

La mucama le sirve una taza de té negro caliente al joven que, sin siquiera soplar o detenerse un momento a esperar que baje el calor, bebe un leve sorbo, ante la preocupada mirada de la joven.

—Veo que cambiaste el Yelmo de tu cabeza — señala el joven.

—¿Lo noto?, el otro no me permitía hablar claramente así que me pareció buena idea cambiarlo —Afirma —aunque si me lo pide puedo retirármelo.

—No lo hagas — espeta el joven con un tono sombrío —Te dije que te fueras, pero igual sigues aquí, por lo menos no quiero ver tu rostro, no me importa que utilices sobre tu cabeza.

—Lo comprendo joven Amo...

Iván no podía distinguir si sentía enojo, pena o lastima por aquella sirvienta, después de lo ocurrido el primer día, ella no fue capaz de quitarse el yelmo de su cabeza, o mejor dicho Iván no se lo permitió, del mismo modo este se negó a conocer su nombre o saber cualquier cosa de ella.

Se negó rotundamente a afianzar cualquier tipo de lazo o conexión con esta sirvienta, no se permitiría darse el lujo de sentir cualquier cosa por la muerte de la persona que destruyó su bien más preciado.



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En el texto hay: misterio, magia, suspenso

Editado: 03.05.2024

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