Durante los años en que la gran oscuridad vago por la tierra, hubo muchos guerreros que la encararon, algunos demasiado prometedores, considerados genios entre los genios.
Al final todos y cada uno de ellos fueron asesinados y consumidos por la oscuridad, pero hubo otros casos, casos raros donde la oscuridad reconocía el talento de los mortales y se les ofrecía una alternativa a la asimilación.
Aceptar voluntariamente la oscuridad en sus cuerpos, siendo capaces de conservar su libre albedrío e incrementar su fuerza más allá de lo que nunca hubiesen imaginado.
Muchos de ellos se negaron y fueron totalmente exterminados, otros aceptaron por temor, pero murieron tras no haber renunciado a su humanidad por completo.
No obstante, también hubo otros casos, 6 casos muy raros de individuos quienes ya habían perdido su fe y amor por la humanidad, y aceptaron con dicha a la oscuridad, volviéndose sus heraldos, jueces y verdugos.
Estos individuos fueron llamados reyes demonio según las leyendas de antaño, causando tanto o más daño que la oscuridad misma, y fue así hasta el día en que encararon al héroe.
Año imperial 1102, 20 de diciembre...
Las primeras señales del invierno empezaron a notarse dentro del ducado de Willburg, al tiempo que un gran frio inundaba la mansión.
Desde aquella noche las funciones de la casa habían empezado a fallar, la iluminación se cortaba en intervalos y los mecanismos de los pasillos ocasionalmente se atascaban.
Iván no sabía si esto era un efecto del invierno o de la intervención de Lord Barien.
El joven se vio en la necesidad de irrumpir dentro de las habitaciones de sus tíos en búsqueda de abrigo, puesto a que aún no sabía dónde es que se almacena la leña para las chimeneas de la mansión.
Mientras el joven debatía su curso de acción el sonido de las puertas de la propiedad se hizo escuchar con fuerza, Iván sabía que solo había una persona capaz de ello.
En la entrada de la mansión la duquesa de Willburg se hizo presente, esperando a que las puertas le fuesen abiertas, y así tras unos minutos estas fueron desbloqueadas.
—Es un gusto verla de nuevo duquesa —Espeta cortésmente el joven Milfiore vistiendo sus ropas de morada.
—Aquí dentro hace más frio que afuera —señala la duquesa —¿seguro que estas bien?
—Estoy perfectamente...
El sentido de pertenencia de Aristócrata de Iván le impedía mostrar debilidad ante otros nobles, incluso aunque sintiese un frio incomparable en estos momentos.
—Lo entiendo, de cualquier manera, vine aquí para verificar la barrera —espeta la mujer.
—Por supuesto...
Con esas palabras el joven procedió a guiar a la duquesa dentro de la propiedad.
—Este lugar está mucho más oscuro en comparación a la última vez que vine —señala la mujer.
—Ha habido problemas en el flujo de gas de las lámparas, ya he mandado una carta a la ciudad de Skullblade donde está el ingeniero que puede repararlo —responde el joven.
—Al menos todo está limpio, esa sirvienta tuya no ha perdido el tiempo a pesar de las circunstancias —expone la mujer ocasionando que Iván frene en seco —¿paso algo?
—No es nada, solo creí haber visto algo —espeta con una mirada tranquila.
La duquesa no volvió a hablar, incluso si se tratase de un Milfiore, una experiencia como esa no sería fácil de digerir en tan poco tiempo, hasta cierto punto la mujer compadecía al joven, mas no podía expresarlo, puesto a que lo que hizo en cualquier otro lugar no tendría perdón.
Sin más preámbulos los dos nobles ingresaron a la habitación, donde el suelo aún seguía manchado de sangre y una barrera de runas había sido levantada para evitar que cualquiera cruce por el umbral de la puerta roja.
La expresión de Iván era estoica ante la sangre, una imagen que solo revolvía el estómago de la mujer.
—Parece que la barrera está en perfectas condiciones, no hay señales de forcejeó por ninguno de los dos lados, después de una semana esta más que claro que Barien y sus hombres no están ahí —señala la mujer ocasionando una leve risa en el joven — ¿dije algo gracioso?
—Perdón no fue mi intención —espeta retomando su compostura — solamente me cuesta creer que tan solo ha pasado una semana, se ha sentido como mucho más tiempo.
Iván desvía una sombría mirada a la barrera que rodeaba la puerta, al igual que a la sangre que manchaba el suelo, solo siendo capaz de recordar su lamentable actuación de aquel día.
No obstante, lo que ocurrió después sería algo que lo cambiaria todo...
Una semana atrás...
Un nuevo día había llegado a la casa de las flores, pero era bien sabido por todos que no sería para nada tranquilo.
Caballeros desertores del imperio se habían infiltrado dentro del ducado y dentro de la propiedad de los Milfiore, todos ellos presuntamente muertos a los ojos del público.
Olivier solo pudo formularse docenas si no es que cientos de preguntas en su cabeza, mientras veía los cuerpos despedazados de los desertores sin un sobreviviente a la vista.
La duquesa había llamado a todos los oficiales e investigadores a la escena para poder recuperar cualquier pista sobre las metas de los asaltantes, pero cada vestigio de información solo generaba más preguntas que respuestas.
—Ya hemos verificado los cuerpos su excelencia, todos ellos eran miembros del pelotón del conde Barien —Exclama uno de los oficiales en la escena.
—No me digas lo que ya se... lo que quiero saber es el ¿Cómo es posible? —reclama la mujer —todas estas personas ya habían muerto hace 5 años.
—Fuimos minuciosos su excelencia, no hubo señales de runas ni cirugías, mucho menos algún tipo de poder mágico desconocido, estas personas son el pelotón de Barien —Expone el oficial a la alterada Duquesa.
—Ahora me cree, duquesa Willburg...