El Presagio de las Flores (libro de la rosa negra)

Volumen 1: Mascara sonriente Acto 1

Cuando la magia empezó a llenar al mundo y se volvió accesible para la humanidad, naturalmente surgieron aquellos que deseaban monopolizarla, quienes en un intento de acaparar ese poder trataron de imponerse haciendo uso del mismo.

Irónicamente, fueron las mismas personas a quienes trataron de oprimir quienes se libraron de ellos, revelando así una premisa inquietante.

"En un mundo donde todos tienen poder, que evitará que alguien trate de dañar a otros con él, y del mismo modo quien protegerá a quienes tienen poder, pero no pueden defenderse."

Fue gracias a esto que el sistema de castas fue creado; ayudando a aquellos dispuestos a seguir a su majestad a desarrollar su poder, con el fin de traer orden y control al naciente imperio.

Con el paso de los años los nobles fueron una pieza fundamental para el desarrollo del imperio tal y como es hoy en día; dándoles la oportunidad de desarrollar por su cuenta sus habilidades con tal de afianzar su propio poder o compartirlo.

En una noche como cualquier otra...

—"Anoche tuve un sueño, donde usaba una máscara sonriente" —Registran las palabras de un diario

En una habitación completamente oscura se podía vislumbrar a una joven sirvienta bajo la luz de un reflector, usando una máscara blanca con 3 agujeros, dos para los ojos y una enorme sonrisa.

—Sirvienta necesitamos leña para el fuego, ve y trae más —Aclama la voz de una mujer.

—Enseguida —Espeta al tiempo que un pesado tronco se manifiesta entre sus manos.

—Que estúpida, solo necesitamos un poco, ve y corta ese tronco en pedazos —Aclama la voz de un hombre mientras la sirvienta con un hacha en mano empieza a cortar la leña.

—Lo haces demasiado lento —Señala la voz de un niño.

—Lo hare más rápido...

Con esas palabras la joven aprieta el paso al tiempo que las voces en la oscuridad le piden acelerar todavía más...

El sudor de su rostro poco a poco empezó a escurrir por los huecos de su máscara, hasta que de un momento a otro una mancha de sangre la salpica.

Ante la joven los cuerpos apilados de docenas de dríadas y druidas se hacen presentes, ocasionando que por un momento esta cesase toda actividad.

—¿Qué haces?, ¿acaso te dijimos que te detuvieras? — reclaman las voces.

—Enseguida...

Con esas palabras la joven empieza a cortar los cuerpos de los de su misma especie sin ninguna señal visible de remordimiento, hasta que finalmente ante ella algo nuevo se presenta.

Una pequeña niña dríada de cabellos rubios y ojos rojos al igual que los pétalos en su cabeza, quien desbordaba en lágrimas ante la ensangrentada sirvienta.

—¿Continúa?, Córtala...

Por un segundo las manos de la sirvienta temblaron, pero tras un momento esta se reincorporo y blandió el hacha.

Al bajar el filo de la herramienta esta había vuelto a incrustarse en el tronco de un árbol, pero la sirvienta no se movió nuevamente, al mismo tiempo que las voces acallan totalmente.

—¿Quién eres tú...?

Ante la joven sirvienta una nueva dríada se hace presente haciendo uso de un uniforme del ejército de Almah, de cabellos rubios y pétalos rojos cuyo rostro se veía totalmente distorsionado.

—Qué fue lo que hiciste...

A los pies de la sirvienta el cuerpo de aquella niña yacía en el suelo con un agujero en el pecho...

—Yo... yo no hice esto —Aclama soltando el hacha llena de sangre.

—Qué demonios eres —Aclama la dríada.

—Atalanta, soy yo por favor escúchame... —Aclama tratando de quitarse la máscara, pero por más que lo intenta esta no se separa de su rostro.

Al mismo tiempo frente a la joven el rostro de aquella dríada empieza a sangrar violentamente desmoronándose ante sus ojos

—Que... demonios... ers..

—¡Atalanta! —Exclama

La joven sirvienta trata de correr hacia ella, pero sin siquiera ser capaz de moverse de su posición, hilos de marioneta se hacen presentes, separándola del suelo como a un títere.

—¿Qué te pasa? —pregunta una voz familiar a su espalda.

Una manifestación del joven maestro Milfiore, quien en su rostro poseía ojos y dientes similares a los de un reptil, al tiempo que serpientes negras recorren sus cuerpos interrumpiendo su respiración.

—¿No deberías... cortarlas...?

Con tan solo escuchar esas palabras procede a hacer pedazos los cuerpos de las dos dríadas frente a ella hasta volverlas algo irreconocible de lo que algún día fue.

Un par de golpes se volvieron docenas y docenas en cientos hasta que el cuerpo de la joven se cubre en su totalidad de sangre, y es en ese momento en que finalmente abre los ojos.

Erse finalmente despierta en su habitación, al tiempo que una mirada de total desesperación se talla en sus retinas; mirada que rápidamente desaparece, cambiando a un rostro tranquilo y optimista del nuevo día.

Año imperial 1102, 26 de diciembre...

El festival de la luna de invierno; una celebración que ha sido celebrada en el continente de Animus desde tiempos antiguos, donde fiestas y banquetes se llevan a cabo en todo el imperio y la cantidad de Criptidos en los caminos se reduce notablemente.

Un periodo de dicha y buena voluntad que incluso los otros continentes lo han imitado ocasionalmente.

En la antigüedad se pensaba que la luna de invierno era la encarnación física de Merial la diosa del cielo, la cual en su divina presencia ahuyentaba a los Criptidos e iluminaba la noche.

No obstante, en los tiempos actuales se pudo deducir que la luna de invierno es un evento astronómico que ocurre una vez al año cuando el planeta entra en la órbita de otro cuerpo celeste de gran tamaño, y el descenso de la población de Criptidos es un efecto de las bajas temperaturas del invierno.

Independientemente de la creencia, no niega que es un periodo de dicha y jubilo donde lo mejor de las personas se da a relucir...



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En el texto hay: misterio, magia, suspenso

Editado: 03.05.2024

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