Deidades, existencias que a lo largo de la historia del vacío han destacado por su abrumador poder, capaces incluso de romper el límite del cielo de sus propios mundos, y tal cual, como cangrejos ermitaños, viajan de reino en reino hasta que estos caen en la ruina ante su abrumador poder.
Algunas deidades tranquilas buscan coexistir con sus entornos, limitando el crecimiento de su poder lo suficiente para no dañar a los nativos de los mundos que visitan.
Mientras que otras promueven la guerra y la matanza con el fin de acrecentar más su aberrante poder, consumiendo en el proceso los mundos que Invaden.
En el extenso vacío no existe una sola raza totalmente Magnánima o sanguinaria, así como hay humanos malvados hay dioses malvados y así como hay humanos bondadosos, también existen demonios de corazón bondadoso y viceversa.
La entropía universal es la única constante en el ecosistema de eterna depredación que son los reinos del vacío, donde solo los más fuertes perduran.
Esta es una historia de un reino muy lejano...
Érase una vez, una joven princesa de un reino prospero, quien desde el día en que nació vivió rodeada de todos los lujos que nadie más podría permitirse.
Mientras ella comía jugosos festines cada noche, muchos otros no podían permitirse comer más de una pieza de pan a la semana, mientras ella se probaba lujosos vestidos, otros debían luchar contra el frio con lo que tenían.
Con el paso de los años la princesa opto por mantener un voto de silencio, rompiéndolo únicamente 2 veces al día, al recitar una plegaria a dios al amanecer, y otra antes de dormir, cada día sin falta durante los últimos 15 años desde el día en que aprendió a hablar.
Ahora, la princesa tenía 16, mientras que con la llegada del nuevo día el reino eufórico proclama la llegada de un día especial, día que entusiasma a todos por igual, ya sean nobles o plebeyos, quienes como iguales festejan y ríen, mientras que la princesa como cada mañana hace su oración.
Con el paso del día, muchas fiestas se llevan a cabo a lo largo del reino, mientras que en el palacio donde la princesa reside, se preparan para una ceremonia especial, trayendo invitados de todas partes del mundo, quienes le entregaron incontables regalos de tierras lejanas que nunca podría imaginar.
Así, las horas pasaron y la noche se hizo presente, mientras que en el palacio una ceremonia se lleva a cabo, con muchos artistas que entretienen a los invitados, presentándose sobre una tarima de 20 metros de altura.
Uno tras otro los artistas entran y salen del escenario, mientras poco a poco la luna empieza a alcanzar su punto más alto, hasta que finalmente los aplausos empiezan a inundar el palacio, y el rey de aquella nación da un paso hacia adelante.
—Mis conciudadanos este rey los saluda humildemente, así mismo, saludo a nuestros aliados, como a nuestros enemigos, también a los representantes de los reinos de más allá del mar, es mi gran honor y privilegio ser el monarca del reino anfitrión de esta ceremonia que se da lugar cada 100 años, donde por un momento podemos olvidar los tratados y las armas y comer todos como hermanos —Clama el rey —Que la bendición de Reka sabia sea...
—Que la bendición de Reka sabia sea... —Claman todos los presentes en el palacio.
—Que la bendición de Reka sabia sea...—Secundan todos los habitantes a lo largo de la ciudad al unisonó, así como aquellos en las afueras y en el campo sin excepción.
Tras esas palabras encima del patíbulo una figura se hace presente, la joven princesa, quien desde su ubicación logra ver las luces de su prospero reino.
—Que la bendición de Reka... sabia sea...
Tras esas palabras los guardas del palacio empiezan a acercarse al patíbulo con antorchas en sus manos, prendiendo fuego a la estructura...
Con las llamas extendiéndose a sus pies la joven princesa solo se pone de rodillas, uniendo sus manos para preparar una plegaria, mientras que a su alrededor todos los invitados ven el patíbulo arder con dicha y esperanza de un prominente futuro.
Del mismo modo desde la distancia campesinos y mendigos bridan y ríen felices, como si se tratase del final de una guerra...
—Alférez, ¿Qué está pronunciando la princesa? — pregunta el rey con una mirada incomoda.
—No puedo oírla bien, creo que debe ser una plegaria al dios Reka — responde el alférez.
—No, la plegaria de Reka no es tan larga...
Tal como el rey lo temía las palabras que salen de la boca de la joven princesa ciertamente eran oraciones dirigidas a un dios, no obstante, no pertenecían al dios al que ellos admiran.
—«Sin sentimiento, ni pasión solo pura razón, una existencia de un egoísmo sin fin, magnánimo a todos los males y todas las virtudes, quien le obedezca perdurará quien lo enfrente será aniquilado, quien se una a su lado habrá olvidado la salvación, quien se una a su lado habrá renunciado a la vida..., quien se una a su lado se convertirá en su instrumento de muerte...»
Tras esas palabras delante de la princesa emerge una ventana de luz violeta, algo que le asombra ligeramente...
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[¿Los odias...?]
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—Con todo mi ser...
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[¿A todos...?]
[¿Niños...?]
[¿Ancianos...?]
[¿nobles y plebeyos...?]
[¿Entiendes que tan solo son corderos siguiendo la voluntad de su dios...?]
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—Lo comprendo...
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[¿Y comprendes lo que te pasara...?]
[¿Estas dispuesta...]
[...A firmar un contrato conmigo?]
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—Lo estoy...
Tras esas palabras un símbolo extraño emerge de la ventana, la cual rápidamente desaparece mientras que el humo empieza a asfixiar a la joven princesa quien pierde gradualmente la capacidad de respirar, hasta finalmente desmallarse.
Tras el paso de algunas horas la tarima fue totalmente consumida y el fuego que generó empieza a extinguirse, mientras las risas y los aplausos de los invitados opacan la escena.
Editado: 22.10.2024