El Presagio de las Flores (libro de los Acónitos)

Volumen 6: Gran fínale Acto 3

Algún tiempo después...

Con la llegada del atardecer, Zaherí poco a poco empezó a recuperar la conciencia, al tiempo que desde la distancia Wilhelm hizo acto de presencia, cargando a Erse a cuestas, evidenciando su apariencia actual a ambos jóvenes quienes lo vieron adorable.

—No estoy de humor para esto —Reclama el hombre —Oye, ¿lo hiciste?

—Rompí su ídolo, así que Aziria ya no podrá regresar a este mundo —espeta el joven.

—Creí que tu plan era matarla, tienes idea del peligro en el que nos has puesto...

—Tranquilízate, el que la haya dejado ir no significa que este a salvo... —Señala el joven —"Dado a lo que he visto, estoy seguro de que mis empleadores no son de dejar cabos sueltos..."

Al tiempo que el joven espeta esas palabras, a la mitad del vacío un destello de luz dorada se mueve rápidamente por la obscuridad...

El poder de la Herejía inundaba el cuerpo de la diosa, propagándose cada vez más, desesperadamente esta buscaba sobrevivir, así como la última vez, de una u otra forma debía informar al palco divino lo que había visto...

—"Si en su primer viaje llego a tanto, no quiero ni imaginar lo que podrá hacer si lo dejamos crecer..." —Medita la diosa —"Hay que eliminarlo cuanto antes..."

En ese momento a mitad de la oscuridad la diosa logra ver una luz a la distancia, algo que le dibuja un rostro esperanzador...

—"Esa luz, parece la de una deidad, incluso si no puedo llegar al palco divino, bastara solo con informarle a alguien, también si es del palco heroico o el demoniaco, alguien debe saber que esa facción se está moviendo otra vez..."

Ante la diosa una figura imponente se hace presente, un dios de tez oscura y cabellos rojos con tatuajes dorados en todo su cuerpo, una figura que la deidad no tardo en reconocer.

—La diosa del oro, el trigo y el sol, saluda al dios del fuego primordial, maestro Rekka —Exclama la diosa en un tono de reverencia.

—Acepto sus saludos, diosa del oro, el trigo y el sol... —Responde la deidad.

—Perdone mi atrevimiento, pero preciso de su ayuda urgente... —Clama la diosa antes de ser abrumada por el dolor.

—¿Oye estas bien?, tu cuerpo esta...

—Yo ya no aguantare mucho más, maestro Rekka, usted tiene prestigio incluso para ser una deidad de bajo rango, si es usted sé que le creerán —Clama la diosa —La facción Hereje se está moviendo otra vez, me temo que los discípulos del coleccionista estén involucrados...

—No juegues conmigo, erradicamos a esa facción en el ciclo 829 cuando los palcos nos unimos; de la facción hereje solo quedan leyendas distorsionadas, ¿tienes alguna prueba? — pregunta el dios.

—Mi cuerpo es la prueba, alguien me ataco, con el mismo poder que usaba el coleccionista, si me llevas al palco divino ellos lo verán... —Exclama la diosa —Pero eso no es todo..., quien me hizo esto, usa el apellido Milfiore, me temo que el palco heroico haya atentado contra nosotros.

—¿Has hablado de esto con alguien más? — pregunta el dios.

—No, eres el primero...

Ante esas palabras el dios solo se queda en silencio, una imagen que empieza a alarmar a la diosa...

—¿Maestro Rekka...? —Espeta tocando ligeramente el cuerpo del dios.

Ante esas palabras el cuerpo de Rekka empieza a desintegrarse convirtiéndose en varias docenas de cuerdas blancas que empiezan a inmovilizar a la diosa.

En ese instante a sus espaldas una sombra monumental se hace presente, una mujer de piel semi azulada, cabello blanco cuernos negros y ojos dicromáticos rosa y cian, quien en sus manos sostiene una vela, y en la cabeza de dicha vela, se encontraba la diosa...

—Que cansado, al menos no llegaste a hablar con nadie, eso facilita mucho mi trabajo —Clama la entidad liberando un bostezo.

—No puede ser tu eres uno de ellos... —Clama la diosa rememorando la escena de hace muchos ciclos atrás —¡Velvet Morrigan...!

—¿Sabes mi nombre...?, ya te recuerdo, tu estuviste en el reino del Ragnarok, te escondiste bajo unos cadáveres —Clama Velvet —Debiste quedarte ahí, parecía cómodo...

—Maldita súcubo, no me intimidas, tu y los tuyos no son una amenaza para el palco divino, sin el coleccionista no son más que polluelos sin su madre —Señala la diosa.

—Tienes razón, pero eso es lo curioso de los polluelos, con el tiempo se vuelven aves de rapiña —Responde la entidad evidenciando como a su alrededor varias deidades y adaptadores flotan inertes en el vacío —Y no me llames súcubo, yo soy la monarca del delirio.

—E...espera...

—Fuera luces... —Clama Velvet apagando la vela de un soplido...

Varios días después...

La luz de un nuevo día atraviesa la ventana de una habitación de hospital, lugar donde una joven mujer de cabellos color ocre yace recostada junto a una cama, donde descansa un hombre de cabellos rubios quien poco a poco empieza a recuperar la conciencia.

—¡comandante! —Exclama Mordred con una gran resaca —¿Dónde estoy?

—¿Mordred? — espeta la joven mujer a un lado de la cama.

—Su santidad...

Antes de poder completar su oración la antigua santa de Virgo salta en contra del caballero derribándolo contra la cama.

—¿Qué esta pasando? — pregunta el caballero.

—Ustedes los jóvenes de hoy son muy escandalosos —Clama el maestro Ayashimon recostado en la cama de al lado —Mis recuerdos son algo difusos, pero creo que ese bastardo nos liberó...

—¿Nos liberó?, Ya veo, no nos presentamos formalmente, soy Mordred Pendragon —Clama el joven extendiendo su mano.

—Yo soy...

Antes de poder responder su presentación las puertas de la enfermería se abren abruptamente, evidenciando a 3 hombres y a una joven mujer ingresar con un rostro de emoción.

—Padre... —Exclama la joven.

—¿Rinne...chicos?, mis ojos me engañan, o en realidad estoy muerto —Clama el hombre poniéndose de pie.



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En el texto hay: fantasia, misterio., fantasía drama

Editado: 22.10.2024

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