El Presagio de las Flores (libro de los dientes de león)

Volumen 3: una noche tranquila Acto 4

Al ver sus ropas, esta dedujo inmediatamente que aquel pequeño era un noble, por lo que a sus ojos no debería pasar mucho tiempo para que alguien apareciese para reclamarlo; Lamentablemente pasarían varios minutos donde no habría señal alguna de la presencia de sus padres o escoltas.

A razón de eso, el pequeño nuevamente empezó a mostrar indicios de querer llorar...

—Oye... pequeño..., acaso viniste con tus dos padres —Pregunta y este asiente —Perfecto, de casualidad me podrías dar una descripción de ellos, no sé, color del cabello, altura o algo así...

—Señorita, ¿se encuentra bien? — pregunta el pequeño —Antes, parecía que iba a llorar.

Al escuchar esas palabras la joven no puede evitar reflexionar de lo que hizo y de lo que sintió en ese momento; lamentablemente ninguna de esas cosas es para los oídos de un niño pequeño.

—Como te dije antes, yo también estoy algo perdida...

—¿Un adulto también puede perderse? — pregunta el pequeño.

—Todo el mundo puede perderse de vez en cuando, es por eso que en ocasiones es bueno pedir ayuda; aunque no deberías hablar con extraños, lo que hiciste estuvo muy mal —Afirma haciendo que el pequeño baje la mirada.

Tras espetar esas palabras un ligero sonido se hace audible para la joven, la voz de una mujer gritando un nombre, seguido de la voz de un hombre...

—Albert... — se escucha entre la multitud.

—¿Albert?, ¿es ese tu nombre?

—si...

Con ese conocimiento la joven empieza a buscar entre la multitud, pero a su alrededor la cantidad de personas en la calle le impiden ver correctamente...

—Pequeño Albert, alguna vez has visto una runa — pregunta, pero el disiente —Esta bien, solo... no vayas a imitar lo que voy a hacer...

A diferencia de los humanos las Dríadas no pueden materializar Runas y en cambio usan un estilo distinto de encantamiento llamado magia natural, a causa de eso, una dríada puede ser fácilmente descubierta en una multitud; pero en estos momentos, nadie le prestaba atención.

Al posar una de sus manos en el suelo, una rafaga de viento se hace presente, al tiempo que el cuerpo de la joven lentamente empieza a volverse ligero...

Con un salto rápido, la joven logra alcanzar una altura de 4 pisos, desde donde podía ver toda la plaza, y del mismo modo los ojos de algunas personas de la plaza logran visualizarla, entre ellos la pareja que gritaba el nombre del niño.

Al aterrizar la joven con una sonrisa le dice al niño lo que vio, al tiempo que le extiende su mano...

Junto al pequeño la joven cruza a través de la multitud inconsciente del hecho de que, durante su salto, el nudo que sostiene su gorro de ceda, se había aflojado.

—¡Albert! — exclama una mujer al ver al pequeño.

—Madre...

Con esas palabras Padre, Madre e hijo se reencuentran, para el alivio de la joven sirvienta quien puede liberar un suspiro de alivio.

—El pequeño Albert fue muy valiente, por favor traten de que no se pierda nuevamente...

—No tiene idea de cuanto se lo agradecemos —aclama el padre — si desea una recompensa...

—No será necesario, solo cumplo con mi trabajo...

—Esa gorra, eres una sirvienta de una casa noble, ¿no es así? — pregunta la mujer.

—Si, así es...

—Ya veo, en ese caso al menos queremos saber el nombre de la casa para la que trabajas, para por lo menos notificarle a tu maestro lo ocurrido...

—De verdad no es necesario, pero lo agradezco...

—Si tú lo dices, entonces está bien.

—Si me permiten, me retirare...

Con esas palabras la joven inclina la cabeza en respeto a los aristócratas para posteriormente retirarse del lugar, lamentablemente en ese mismo momento, el nudo de su gorro se deshace y ante los ojos de los aristócratas los pétalos de rosa de su cabeza se hacen visibles.

—Eres... Una dríada... — exclama la mujer haciendo palidecer a la joven.

—Yo...

Antes de poder decir o hacer cualquier cosa una intensa luz se hace presente ante ella, mientras el padre del pequeño manifiesta runas de fuego para atacar.

Rápidamente la joven da un salto hacia atrás logrando evitar el ataque, al tiempo que ve el gorro de ceda que su joven amo le había dado quemarse en las brasas.

La conmoción atrajo las miradas de todas las personas en el parque, quienes con mucha dificultad notan los pétalos rojos en la cabeza de la joven, quien apenas podía cubrirlos con sus manos.

El pánico empezó a inundar a Erse, debía encontrar una ruta de escape, pero por más que lo intentaba, esta no lograba verla, a sus ojos sabía que la única forma de sobrevivir, era atacar.

—¡¿Qué es todo este alboroto?! — exclama una voz conocida para la joven.

Con un rápido movimiento de manos múltiples runas de agua se dibujan apagando el fuego del ataque del aristócrata, levantando una cortina de niebla.

—Joven amo...

Antes de poder decir algo Erse es atrapada por algo, ante su rostro siente el contacto de una pantalla de plástico que obstruye su respiración durante unos segundos.

Posteriormente la piel de su cara empieza a arder y a cosquillear levemente, hasta que finalmente la joven cae en el suelo, mientras aquella pantalla de goma se adecua al tamaño de su rostro.

Al despejarse el humo, una silueta se hace presente en el centro de la escena, un joven de cabellos negros azulados y ojos azules como el cielo nocturno, una imagen a la que cualquier noble podría reaccionar.

—Eres... Iván Milfiore... —Exclama la madre del pequeño.

—¿Qué demonios está pasando aquí?

Al notar la presencia del joven Milfiore todos los presentes empiezan a desviar sus miradas hacia él, ignorando completamente la presencia de la joven sirvienta que había sido atacada.

—Joven maestro, perdone mi impertinencia, pero aquella mujer es una Dríada...

Al escuchar la palabra Dríada, los rostros de muchos de los presentes palidecieron, pero Iván solo libero una ligera risa...



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En el texto hay: villanos, fantasia épica, suspeno

Editado: 24.05.2024

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