Así las horas singuen su curso, aunque en el principio el joven Milfiore trato de mantener un perfil bajo, descubrió que, si se mantenía en los primeros lugares en las clases, tendría más libertad tanto para interactuar con el decano como con el joven Pendragon, generando menos sospechas.
No obstante, inclusos el joven Milfiore poseía debilidades, una de ellas yace en sus clases de la tarde.
En un campo de entrenamiento bajo el sol de la tarde, se vislumbra a los jóvenes aprendices entrenar su uso en el aura...
A diferencia del mana, o la magia natural, en este mundo el aura es algo espontaneo que todos pueden usar, no posee explicación ni lógica por lo que a razón de eso el joven Milfiore ha sido incapaz de liberarla.
—Dustholder... —Exclama el instructor a cargo —Ya han pasado 2 semanas y aun no has sido capaz de manifestar tu aura.
—Ignórelo instructor — Espeta uno de los aprendices —no puede esperar que un gitano estúpido sepa usar el poder dado por la diosa.
—"El aura no tienen nada que ver con la diosa, maldito estúpido" — reclama Iván internamente.
—Dustholder, debe tener en cuenta que completar este curso de manifestación de aura es obligatorio para entrar al curso de invocación, si no es capaz de manifestar su aura para la próxima semana, será reprobado, y deberá repetir el trimestre el próximo año.
—Lo tendré en cuenta instructor...
Tal y como se le había informado, si el joven Milfiore no podía realizar una manifestación visible de su aura, no podría entrar en el curso de invocadores, un requisito imprescindible para ser un diacono de Ceres.
A diferencia del imperio, dentro de la historia del héroe de la fe, la iglesia cumple la doble función de institución religiosa, como de centro de investigación y formación militar; Básicamente cumpliendo una función similar a las torres de magos.
A Iván se le acababa el tiempo, y su progreso hasta la fecha era inexistente, por un tiempo pensó que podría tener una manifestación natural si entrenaba lo suficiente, pero, y con el tiempo en contra, se vería obligado a recurrir a medidas desesperadas.
Esa misma noche...
Tras el fin del atardecer y el principio de la noche, los trabajadores de la academia, empiezan a encender faros de luz, los cuales brillan con mayor fuerza y claridad que las lámparas de gas o cobre a las que el joven estaba acostumbrado.
Es en esos momentos que el joven con una mirada tranquila y una vestimenta ligera sale por la puerta de su morada a lasa fueras de la residencia.
Con una mirada tranquila carente de toda malicia Iván seguiría su camino hasta en perímetro exterior del campus, donde haría uso de la máscara polimórfica.
Tras seguir su camino el joven encontraría un muro custodiado por un par de guardias, ambos empuñando lanzas, además de poseer piedras de invocación.
—Identifícate —Aclama uno de los guardias.
—Descansen caballeros —Espeta el joven con un tono de voz bastante maduro, mientras se cubre con la apariencia de uno de los profesores de la academia, a quien el joven había elegido imitar sim pensarlo mucho.
—Obispo Tuck, ¿Qué hace aquí? —Señala uno de los guardias.
—Nada fuera de lo ordinario, simplemente pretendo salir para comprar algunas cosas en la ciudad más cercana.
—¿Tiene alguna carta de permiso?
—¿Disculpe?
—Tanto estudiantes como profesores no tienen permitido entrar ni salir libremente de la academia; si posee una carta firmada por el decano le dejaremos pasar...
—Ya veo —espeta con una leve risa —Pensar que llevo trabajando en esta institución por tantos años, pero es la primera vez que requiero salir por una noche, así que espero que perdonen mi ignorancia.
Tras esas palabras el obispo extrae de entre sus ropas una hoja de papel con la que fácilmente le permiten el acceso...
El joven Milfiore no era un tonto, por lo que durante las últimas noches el empezó a vigilar la entrada del internado, esperando ver a las personas que entran y salen de este, por lo que este ya había memorizado la apariencia de las cartas de permiso, al igual que la firma del decano.
Después de eso no le sería difícil crear una carta de permiso falsa de antemano.
—Todo parece estar en orden, si espera aquí le podemos llamar un carruaje.
—Eso sería ideal, muchas gracias.
Al espetar esas palabras, los guardias se sorprendieron, pues para todos los trabajadores de la academia la actitud arrogante y repelente del obispo Tuck, era tema de conversación.
Por fortuna para el joven Milfiore los guardias no pensaron mucho en ello y tras unos minutos un carruaje bastante llamativo llegaría al lugar, algo que excedía las necesidades del joven.
—Disculpen, pero, podría hacer una petición...
Algo de tiempo después...
Tras una discusión particularmente extensa Iván conseguiría evitar viajar en aquel llamativo carruaje, limitándose solamente a viajar a caballo, una decisión que por mucho era la más conveniente para él; pues yendo a caballo, podría ahorrase dar explicaciones a un conductor sobre su destino.
Dentro de la historia del héroe de la Fe, se sabe bien que la ciudad más cercana es la ciudadela de Delfos, una de las principales metrópolis del país del sol, pero también una de las primeras ciudades en caer tras la invasión de los demonios.
No obstante, más allá que la propia ciudad, el destino del joven Milfiore eran sus barrios rojos, un distrito de placer y vicios donde se reúne la peor escoria, un lugar donde la presencia de un obispo causaría un alboroto, obligando al joven Milfiore a cambiar nuevamente de rostro.
Un rostro atractivo de ojos azules y lacios cabellos blancos, una imagen de un hombre que fácilmente frecuentaría un antro como ese.
Tras cabalgar durante una hora, Iván lograría llegar a su destino, no obstante, lo que vería claramente estaba lejos de ser la descripción del libro que alguna vez leyó.
Editado: 24.05.2024