El Presagio de las Flores (libro de los tréboles)

Volumen 5: Primeras señales Acto 3

Mientras que por su lado Iván no podía evitar sentirse mal, aun si no lo mostraba en el exterior no pudo evitar sentir arrepentimiento por todo lo que no dijo, por todo el tiempo que se perdió, por todos los favores que no presto y por todos los problemas que no noto.

Aquel era el peso que diario cargaba el joven Milfiore quien podía ver en tiempo real el tiempo de vida de todos a su alrededor.

Muchos desearían saber cuánto tiempo les quedaría con un ser querido para aprovecharlo al máximo, pero cuando se puede ver el tiempo restante de cada persona se vuelve una tortura y un recordatorio constante de que el único propósito de la vida es la muerte.

Por dicha razón el joven odia mostrar fraternidad o empatía por cualquiera con un tiempo de vida útil menor que el suyo, fraternizar con Mordejái fue su error y ahora pagaba el precio.

—Iván... —Clama una voz a su espalda.

—ya te dije que te respondería cuando...

Antes de poder contestar la mirada del joven Milfiore palidece al ver como un encapuchado alto se postraba ante él, a quien no tarda un segundo en reconocer, no sintiendo mas que gracia de lo cruel que el destino puede llegar a ser.

—Ha pasado un tiempo, Maestro Merlín...

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[Nombre: Marus Ars Avalon Lvl. +999]

[Durabilidad: 99 días, 13 horas, 00 minutos, 30 segundos]

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—¿Podemos hablar en un lugar más privado? — pregunta el anciano.

—Aquí está bien, habla sin miramientos.

—Está bien que tu pequeña guardaespaldas nos escuche —Pregunta el anciano ocasionado que Erse saliese de detrás de algunos árboles.

—Está bien, Erse... muéstrale...

Al escuchar esas palabras la joven procede a retirarse la máscara polimórfica ante el anciano evidenciándose como una elfa, ocasionando que este se pusiese en guardia.

—Hace un año te habrías arrodillado, pero ahora casi parece que quieres matarla —Señala el joven —Puedes tranquilizarte, ella solo es una elfa por fuera, pero en esencia es como yo.

—Comprendo —Espeta el anciano recuperando la compostura.

—Supongo que usted es el maestro Merlín —Clama la joven con una ligera reverencia ocasionando que el anciano riese.

—Puedo ver que es de otro mundo, ningún elfo en la historia había bajado la cabeza de ese modo —Señala el anciano —Pero dejando eso de lado, vine aquí a tratar de advertirte, pero parece que ya es muy tarde.

—¿Advertirme? —Pregunta el joven Milfiore.

—Los adoradores demoniacos han infiltrado tu organización y la muerte del señor Afton, puede que sea obra suya.

Al escuchar esas palabras durante unos segundos un par de ojos llenos de rabia se dibujaron en el joven Milfiore antes de extender su habilidad para silenciar toda la zona.

—Está bien... —Clama Iván retomando la compostura —Quiero que me digas todo lo que sabes.

—Aquello probablemente empezó hace algunos meses, en la reunión semestral del estado eclesiástico... —Expone el anciano.

Dentro del país del sol dos veces al año se lleva a cabo una reunión entre los supremos cardenales de todas las regiones y territorios de la nación así como algunos en representación del país de la luna.

En dicha reunión se suelen debatir los cambios y movimientos que la iglesia debe tomar durante el paso de los años, no obstante, en aquella reunión Merlín tenía la intención de exponer el caso de los demonios.

Este se sostuvo de múltiples pruebas sólidas que incluían registros históricos de los países del sol y la luna, así como del folclor de los gitanos, e incluso pudo exponer ante todos, un cuerpo disecado de un demonio muerto de deshidratación en el desierto.

El anciano sabía que si tomaba esta iniciativa desde antes los adoradores demoniacos ocultos en la iglesia harían todo en su poder para silenciarlo a él o a su mensaje.

Es por ello por lo que lo expuso en un punto exacto del año donde su mensaje no perdería impacto y a su vez habría tiempo suficiente para preparar una contraofensiva...

Y aunque por un tiempo su estrategia pareció funcionar, todo cambiaria con las palabras de un solo hombre.

—Padre... —Exclama una voz imponente ingresando a la escena.

Un hombre de cabellos y ojos dorados, de mirada férrea y solida que atrapo las miradas de todos los cardenales.

—Arthur... —Clama el anciano.

—Lo que mi viejo padre dice, es indudablemente cierto —Clama el hombre asombrando a todos los cardenales quienes inmediatamente empezaron a debatir sobre lo que había sido expuesto.

Durante unos instantes el anciano no pudo evitar sentir confianza de que las cosas saldrían bien, no obstante, este no pudo evitar tener un mal presentimiento, pero antes de poder decir o hacer algo, Arthur se posa en el centro del ala de reuniones.

—Hace algunas semanas uno de los seres sagrados me contacto —Exclama Arthur —Me dijo que durante el primer trimestre del año de libra muchas cosas pasarían, criaturas monstruosas emergerían de entre las arenas, plebeyos y criminales tendrían acceso a armas y brujería equiparables a la de los paladines sagrados, y el balance de nuestras patrias se vendría abajo, lo que expuso mi padre, solo es una parte de un problema mayor.

Al escuchar esas palabras de boca de su propio hijo el anciano no pudo evitar palidecer, pues sabía que aquellas palabras eran malversaciones de la verdad.

—Pero no habría nada que temer. Como siempre lo ha hecho en nuestros momentos de mayor necesidad la diosa nos mandara a un héroe de la fe—Clama el hombre dibujando una expresión de esperanza en los cardenales —Pero, este enemigo es distinto a cualquier cosa que hayamos visto, también ha creado un héroe corrupto.

—Cardenal Pendragon, ¿Qué significa eso? — pregunta uno de los presentes.

—Digo que, por primera vez en la historia de nuestra nación, aparecerán dos héroes de la fe, pero, mientras uno tiene el potencial de traer balance y prosperidad, el otro nos condenara a todos a la destrucción.




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