El Presagio de las Flores (libro de los tréboles)

Volumen 5: El poder del miedo Acto 3

Con la llegada de la noche a las afueras de la cueva una gran cantidad de hombres de falena habían armado una trinchera alrededor de la entrada.

Pese a no saber lo que ocurría ahí dentro había dos cosas de las que estaban seguros, la primera era el hecho que tanto Iván como Erse actualmente se encontraban dentro; y lo segundo y más importante era la inquietante aura helada que emerge de la cueva.

—Ha habido alguna información nueva —Pregunta Ash llegando a la escena junto a Karma y los cabecillas Canterbury y Yorkshire.

—Superiores..., no, me temo que no ha habido ninguna novedad sobre el estado del jefe —Expone uno de los agentes —Por el contrario, el territorio cubierto por el aura helada se ha seguido acrecentando, por lo que tuvimos que replegar la barricada.

—Maldita sea... —Reclama Ash —"Porque... porque... Maldita sea, ¿Por qué tuvo que pasar esto justo ahora?, primero se desaparece como si nada durante días, para regresar con ni más ni menos que la difunta santa del templo de géminis, a quien dejo a mi cuidado porque sabía que sería la única que la reconocería, pero sin siquiera poder hacerle una pregunta al respecto decidió recluirse en la celda de la bestia, Maldita sea, porque justo ahora..."

Antes de poder pensar en otra cosa, desde la distancia un arquero tensa un arco apuntando directamente a la espalda de Ash, disparando un ataque mortífero imbuido en aura el cual William es capaz de bloquear.

—¡Es una emboscada! —Grita el hombre al tiempo que desde la distancia varios grupos de antorchas logran verse —Levanten la formación.

Tras esas palabras William imbuye su escudo con aura logrando bloquear los ataques de sus atacantes, no obstante, su situación actualmente era muy desventajosa.

—Selma Protege a la señorita, los demás carguen sus armas y prepárense para abrir fuego —Exclama William antes de que una impotente espada de Luz caiga sobre él, empujándolo contra el suelo.

—William Canterbury, supuse que habías muerto —Clama una voz que el hombre logra reconocer.

Ante la mirada del hombre una mujer se hace presente, de cabellos rojos y ojos plateados vistiendo la armadura de una paladín.

—Roselyn Braun, no pensé que nos reencontraríamos en estas condiciones —Clama el hombre —Veo que todavía no has perdido el mal habito de sostener la espada con la yema del pulgar.

—Ya no estamos en la academia, ahora soy una paladín al servicio de la iglesia y esto se lo debo a usted maestro William —Espeta Roselyn —Lamento mucho que lo hayan expulsado de la academia, pero lo conozco bien y sé que esto debió ser orquestado por alguien.

—Tu... ¿me crees?

—Por supuesto, tal vez sea estricto, pero es un hombre de principios —Señala con una expresión llena de orgullo —Por eso le daré una oportunidad, baje su escudo y váyase, usted no es igual a la escoria a su espalda, le prometo que cuando esto termine hare lo que pueda para limpiar su nombre.

Al escuchar esas palabras los presentes palidecieron ya que William era el mejor peleador del que disponían y si el se iba, no podrían evitar ser masacrados.

William no dijo una palabra y solo oscureció la mirada, al tiempo que ante sus ojos un recuerdo le inunda...

1 año atrás...

—¿Usted es William Canterbury? —Pregunta un mensajero a un demacrado hombre en las puertas de su hogar —Tengo una carta para usted.

Sin decir una palabra William arranca la carta de sus manos y procede a cerrarle la puerta; Dentro de la morada una fuerte pestilencia se pudo sentir acompañado de la imagen de botellas de licor rotas.

Con el fin de terminar rápidamente el problema el hombre abre la carta y empieza a leer, al principio, este pensó que debía tratarse de una estupidez, no obstante, al llegar al final, la impresión fue tal que le hizo caer de espaldas contra el suelo.

Así mismo a las afueras de su hogar, listo para salir del lugar el mensajero procedió a subir a su caballo, no obstante, antes de poder avanzar, William lo detiene.

—Dime, ¿Dónde encuentro al remitente de esta carta? —Exclama con un tono hostil.

Tras el paso de algunos días William quien no había salido de su morada en años, se embarcaría hacía la ciudad de bastos donde no tardo en localizar la dirección del remitente.

Al principio este se sorprendió dado que la dirección lo llevaría a un burdel, pero se sorprendería todavía más al ver que el dueño del burdel era un niño.

—Llego antes de lo que creí, ¿desea una taza de té? —Pregunta Iván.

—Maldito, no quieras jugar conmigo, lo que escribiste en esa carta, si un oficial de la iglesia llegase a leerlo sería digno de ejecución —Reclama el hombre.

—No entiendo de que se queja, después de todo esas son sus palabras ¿no es así?

Al escuchar esas palabras William palidece, tras su inminente despido el hombre cayo en depresión, y fue tocando fondo que este se dio cuenta del verdadero motivo por el que fue expulsado.

Mas allá de haber sigo engañado o inculpado, la verdadera culpa recaía en los nobles y en el deficiente sistema teocrático que ha sostenido la iglesia por siglos, da igual quien tenga la razón o quien sea culpable, al final cualquiera podía usar el nombre de la diosa para decidir lo que es verdadero.

—¿Qué planeas muchacho? — pregunta el anciano.

—Tal vez vino aquí con una idea equivocada, no voy a extorsionarlo o a estafarlo, honestamente pienso igual que usted, por eso me gustaría tenerlo a mi lado —Clama el joven.

—Acaso eres el líder de un gremio criminal o algo así, perdón, estoy desesperado, pero no loco...

—Señor Canterbury, si le digo que en unos pocos años, este mundo se va a acabar y todo mundo por igual ya sea noble o plebeyo van a sufrir una agonía y miedo sin precedentes antes de morir, ¿Qué diría?

—Diría que estás loco...

—Tiene sentido, pero, de ser cierto, ¿Qué haría usted?

—Yo... —Clama el hombre dibujándose una sonrisa —Vería feliz como todos los nobles e hipócritas se atragantan con sus palabras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.