El Presagio de las Flores (libro de los tréboles)

Volumen 5: Aguas agitadas Acto 2

Fue solo cosa de un instante, en medio del pecho de la pequeña un extenso corte se había formado al tiempo que sus ropas son manchadas por su sangre, mientras observa los ojos de aquella mujer quien claramente ya no era su madre.

—¡Beri! —Exclama Sarah quien en sus ojos manifiesta una profunda ira, que la impulsa a levantarse aun a pesar de sus heridas.

—Nadie se... —Espeta antes de que un árbol caiga justo sobre la cabeza de la mujer.

En un rápido movimiento Han manifiesta sus hilos envolviendo el cuerpo de la mujer, invocando en ellos a un espíritu armado de trueno el cuál procede a liberar una poderosa descarga eléctrica.

Acto seguido Han lanza a la mujer hacia el cielo, solo para golpearla contra la tierra y nuevamente liberar una poderosa descarga eléctrica, por segunda vez este la vuelve a lanzar hacia el cielo, y con una fuerza mayor este la lanza contra el suelo, no obstante, en esta ocasión ella cae sobre sus pies.

Han es arrastrado y en el proceso la mitad de sus dedos se dislocan, mientras la mujer lo sostiene del cuello...

—¿Cómo pudiste?, se trata de tu propia hija —Reclama el hombre cegado por la rabia, aun intentando atacarla.

—Nadie se ira... —Espeta una vez más sujetando firmemente su arma apuñalando el vientre de Han.

Tras ese último golpe el hombre cae al suelo, al tiempo que internamente se reclama por la estúpida decisión que había tomado, preguntándose por qué no aprovecho el shock y el caos para escapar.

—Vaya forma estúpida de morir..., supongo que hay cosas que nunca cambian. —Clama viendo a la mujer a los ojos antes de que esta recibiese un fuerte golpe en la cara.

Tras esa imagen la vista de han empezó a oscurecerse gradualmente, acto seguido este dejo de escuchar, el aroma de su sangre empezó a menguar, y el dolor de su vientre poco a poco empezó a desaparecer, para acto seguido convertirse en un dolor insoportable, como haber sido apuñalado 30 veces en el mismo lugar.

Rápidamente Han abre los ojos, notando así a Erse delante de él, quien actualmente cargaba la espada de hueso de Wilhelm.

—¿Este es el infierno? — pregunta el hombre.

—Aun es muy pronto soldado — responde la joven.

—¡Señorita...! —Exclama Sarah con una expresión llena de pánico —Beri... ella no está respirando.

—Ya voy —Clama corriendo hacia ellas —Pequeña esto te dolerá, pero sé que eres fuerte, así que sopórtalo.

Tras esas palabras la joven trato de cortar el pecho de Beri con la espada de Hueso, no obstante, antes de poder hacerlo el arma empieza a moverse autónomamente, y como si de un gusano se tratase esta entra dentro de la herida de la pequeña, cerrándola en el proceso.

—¿Se supone que eso debería pasar? — Pregunta Sarah.

—No lo sé, pero ahora tiene pulso y respira, después veremos lo que paso, pero ahora debes sacarla de aquí —Aclama la joven Rosengard quien observa una hilera de árboles rotos y un tornado que empieza a formarse a su alrededor —El joven amo necesita de esta pequeña, es imprescindible que se reúnan con él, perdóname si te pido demasiado.

—No se preocupe por mi señorita —Clama Sarah tratando de ponerse en pie, no obstante, esta cae de rodillas a causa de sus heridas.

—Dámela a mi —Exclama William —Se que me veo viejo, pero soy el único en condiciones de llegar hasta la aldea y mantenerla a salvo de cualquier amenaza.

—Señor...

—Estaré bien —Espeta William intentando ocultar las manchas de sangre húmedas en su espalda.

Sin más opción Sarah sede a la pequeña al hombre quien sin perder un segundo empieza a correr lejos del peligro con la niña en sus brazos.

—Nadie se ira... —Clama Zaherí quien empieza a avanzar rodeada en su huracán, arrasando con todo lo que se cruza en su camino.

—No, tu eres quien no se ira de este sitio —Espeta Erse extrayendo algo de su inventario.

Así mismo alejándose de la escena la pequeña Beri abre los ojos, viendo a través de los hombros de William el como Erse encaraba a la tormenta, mientras que algunos relámpagos azules empiezan a rodearla, algo que hace reaccionar a la pequeña.

Hace muchos años ...

En un día normal, su padre casualmente les había convocado a ella y a su hermana para una instrucción especial de la historia de su tribu...

—Padre, ¿no estas harto de contarnos las mismas historias una y otra vez? —Reclama Zasara quien claramente estaba indispuesta.

—Esta vez no es una lección de historia, hoy les mostrare algo más especial —Clama Basara manifestando alrededor de su cuerpo una serie de relámpagos azules.

Ante esta Imagen sus dos hijas no pueden evitar exaltarse, por un lado, Zasara pensó que aquellos relámpagos eran imponentes y poderosos, por el contrario, al Verlos Beri los describió como hermosos.

—El nombre de los Drakonskin, viene de la palabra piel de dragón, por lo que toda nuestra tribu desciende de los míticos dragones y en nuestra sangre fluye la esencia de esas imponentes bestias, aun así, nosotros los Crimson guardamos una relación todavía más especial, permitiéndonos explotar su poder de formas que nadie de nuestra tribu puede. —Expone Basara —En pocos años Zasara cumplirá la mayoría de edad y Beri empezara a manifestar sus escamas, por lo que ustedes dos, pronto podrán invocar este poder.

—Eso suena increíble, ningún enemigo podrá hacer nada contra el poder de un relámpago... —Espeta Zasara recibiendo un golpe en la frente.

—Este poder no es para ser usado indiscriminadamente, tener tanto poder también implica hacer un juramento, nuestro poder nunca debe usarse para dañar a otros, solo para proteger, quienes han roto este juramento sin excepción han caído en desgracia —Señala el hombre, pero ve que su hija no parece entender.

—A mí me parecen bonitos —Señala Beri —Son como los relámpagos que iluminan el cielo y hacen un fuerte ruido...

Al escuchar esas palabras Basara fórmula una ligera sonrisa, y posa su mano en la cabeza de su hija.




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