El Presagio de las Flores (libro del lirio azul)

Volumen 2: Crisol Acto 5

De regreso en el presente...

Perséfone no podía hacer nada para cambiar su situación, incluso si entrenaba hasta matarse, sin poder hacer uso del mana todo lo demás sería inútil.

Antes de poder decir u hacer otra cosa, un destello de luz topacio se hace presente a la distancia; en la cima de los edificios del campamento antorchas habían sido encendidas; una señal destinada para reunir a todo el personal, así como a las reclutas en un solo lugar.

Ambas jóvenes estaban totalmente absortas, pues es la primera vez que algo de esta magnitud se llevaba a cabo.

En el breve lapso de unos minutos, las jóvenes reclutas, así como las más veteranas salieron con gran velocidad de las barracas, del mismo modo aquellas que cumplían función de vigilancia o realizaban entrenamientos nocturnos cesaron todas sus actividades para atender al llamado.

Antes de cumplirse los primeros 10 minutos todo movimiento en las instalaciones ceso, pues las reclutas ya se encontraban presentes y alineadas en el campo central.

En sus mentes estas se preguntaban internamente por el motivo de esta repentina reunión, aunque en el exterior estuviesen estoicas cual soldados, incluso aquellas quienes ni siquiera llevaban un año en el campamento.

Frente a las presentes los supervisores hicieron acto de presencia, y en el centro de estos el 4to instructor avanza en dirección al campo.

De igual forma algunas de las reclutas al observar a sus alrededores, notaron la presencia de varias docenas de presencias vestidas de negro posadas en los techos del campamento.

—¿Ya están todas las reclutas? —pregunta una de las supervisoras.

—Están todas... —Aclama el instructor imponiendo su presencia sobre las presentes.

En un parpadeo las reclutas más cercanas al frente, empezaron a sentir mareos y en su rostro se presentó un inquietante sudor frio, no había duda que el poder de los instructores estaba a un nivel totalmente diferente...

—No me gusta malgastar mi tiempo en banalidades ni formalidades, así que voy a ser clara de una vez —Espeta la enmascarada —Hace dos días el alquimista Rudolph desapareció, probablemente entiendan la importancia que el presenta tanto para el crisol como para el 1er instructor así que me ahorrare la explicación..., Todos aquellos que hayan tenido contacto con el alquimista durante los últimos 15 días, den un paso al frente, si desobedecen o tratan de ocultarse las tacharemos de traidoras y las mataremos en el lugar donde están paradas...

Tras esa presentación, aquellas dríadas que de una u otra forma habían tenido contacto con el anciano ya sea directa o indirectamente se hicieron presentes, siendo alrededor de 30 reclutas de todas las edades, donde se encontraba Perséfone.

El instructor empezó a caminar hacia la última de las dríadas de la derecha, imponiendo su presencia la cual les afectaba de sobremanera.

—Cuando pase a un lado de ustedes, si las señalo, retírense de la fila...

Con su primer paso, el instructor despidió a la primera de las reclutas, seguido de la segunda y la tercera, tras el paso de unos segundos todas las dríadas a su espalda se habían dispersado.

A pocos pasos de Perséfone, esta pudo sentir de frente la presencia del instructor, una casi tan poderosa como la que había sentido de aquella mujer de los Milfiore.

A dos lugares de la joven parecía que esta iba a ser descartada, pero en el momento en que el instructor cruzo a un lado de esta solo la rodeo en silencio, haciéndola palidecer.

Tras el paso de unos minutos, de las 30 reclutas que habían formado una fila, solo quedaban 4...

—Quiero que se reúnan los escuadrones de las 4 personas delante de mí —Exclama la enmascarada.

Sin vacilar un segundo, a las espaldas de la joven su escuadrón se hizo presente, del mismo modo con las 3 reclutas restantes...

—Durante los últimos meses ustedes 4 han sido quienes han tenido más contacto con el alquimista —Expone el instructor —Aquella de ustedes que sea encontrada culpable será ejecutada, junto a todo su escuadrón...

Con esa afirmación las reclutas no pudieron evitar palidecer del miedo, tan solo con el simple hecho de estar paradas en ese lugar podían sentir su abrumador poder mágico.

—Eso... no tiene sentido —Aclama la capitana de una de las principales sospechosas —¿Por qué todas debemos pagar por las acciones de una de nosotras?

—¿Acaso estas admitiendo su culpa...? — pregunta.

—No... no lo he hecho...

Antes de poder terminar de decir cualquier cosa, un poderoso relámpago negro brota de la tierra, carbonizando los cuerpos de todo el escuadrón, dejando atrás solo una pila de cuerpos carbonizados.

—No me importaría acabar con los 3 escuadrones restantes en este momento, pero, es necesario saber cómo es que el alquimista escapó, y a donde se dirigirá —Expone —Así que les digo a los escuadrones restantes, "Tal vez crean que se han vuelto cercanas o incluso amigas", pero si no quieren morir, será mejor que empiecen a desentrañar a la persona que tienen en frente.

Con esas palabras, la mirada de las compañeras de las sospechosas cambio radicalmente de una de temor a una de duda y paranoia.

En cuestión de segundos, peleas empezaron a formarse dentro de los 3 escuadrones, quienes no hacían más que desmantelarse a sí mismos, rompiendo cualquier muestra o seña de confianza que alguna vez hubiese existido.

—¡Maldita, nunca confié en esta idiota en primer lugar! —Reclama Poemia sujetando a Perséfone de la solapa.

—¿Quieres calmarte?, a este paso acabaras cargando tu con la culpa —Expone Fine —Para empezar, debemos conocer los hechos.

—Dos veces a la semana te presentabas en el Ala médica, lo sé porque debía firmarte la autorización —Señala Lera —Ibas tan seguido que pensé que estabas enferma...

—No puedo creer que vayamos a morir y todo por la que no aguanta un golpe en el entrenamiento —Reclama Vitra.




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