Varias horas después...
En la total oscuridad un aire frio empieza a inundar la celda de Perséfone, al tiempo que esta se desbloquea y una sombra ingresa a su interior, acercándose cada vez más a la joven quien yacía dormida.
—Perséfone... —Susurra una voz a su oído.
La joven despierta abruptamente, notando como junto a esta se encontraba Reva, vistiendo ropajes negros que se mimetizaban con la noche.
—¿Qué haces aquí? —Aclama.
—No es obvio tontita, vine a sacarte...
La joven no podía entender lo que estaba pasando, así como la expresión y la forma de actuar de Reva las cuales no eran para nada propias de ella.
—Ven conmigo...
Con esas palabras Reva toma una de las manos de la joven y la saca de la celda, pero en lugar de salir del área de confinamiento, estas dos se adentran más en su interior.
Las profundidades de la mazmorra eran similares a la de la sala de comunión, así como poseer muchas características con similitudes a una cripta, aun así, había algo que no dejaba de hacer eco en la mente de la joven.
—Reva, ¿Cómo conoces este lugar...?
—Es por aquí... —Aclama interrumpiéndola.
Al llegar al punto más profundo ambas jóvenes se encuentran con un sarcófago de roca, el cual logran desbloquear con el esfuerzo de ambas, revelando así un pasadizo subterráneo.
—¿Qué es esto? — pregunta Perséfone inundada en una gran confusión.
—Este pasadizo te llevara fuera del campamento —responde la joven —tardaras 3 días, pero cuando llegues al otro extremo, encontraras un sistema de alcantarillado antiguo...
—Reva...
—Después de eso deberás viajar varios kilómetros al norte antes de llegar a una ciudad...
—¡Reva...! —Aclama con un tono más hostil —Dime, ¿acaso fuiste tú?, ¡¿Quién ayudo al alquimista a escapar, fuiste tú?!
—No quería que nadie más se enterase, o mucho menos se viesen involucradas —responde, haciendo verídica su afirmación.
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque lo que hace el crisol está mal; juegan con el odio de gente como nosotras, tienes idea de cuantas niñas llegan cada año y cuantas nunca regresan, no somos más que bienes desechables para ellos. Es exactamente como lo dijo Rudolph, esto que vivimos no es vida..., es por eso que lo ayude a irse.
—Eres una traidora... —Reclama Perséfone.
—¡Soy la única que genuinamente se preocupa por nosotras! —Exclama —el Crisol te ha lavado el cerebro, así como lo hizo con las otras, por favor vete, reconstruye tu vida y se feliz...
—Vete tú, si tanto odias el crisol entonces lárgate —Espeta con desprecio.
—No puedo hacer eso —Señala la joven con una mirada seria —Aun sin Rudolph, el Crisol puede seguir cultivando a los parásitos de mana, mientras su investigación exista esto no terminará, es por eso que debo destruirla primero...
Antes de poder terminar de hablar Perséfone le conecta un golpe en el rostro, pero ella no cae ante este, y el moretón que le genera se recupera con velocidad.
—Yo no quería que las cosas terminasen así...
—Así iban a acabar de una u otra forma, vive o muere, pero no estorbes a los demás —Exclama Perséfone.
—Hablas exactamente igual que ellos —Espeta manifestando un par de lanzas de hielo en sus dos manos.
Perséfone sabía que sus posibilidades de vencer a Reva eran escasas por no decir nulas; ella necesitaba sobrevivir por cualquier medio y reportar lo que vio.
La dríada arroja una de sus lanzas la cual Perséfone es capaz de evadir, pero es incapaz de evitar la segunda la cual la arroja hacia atrás destrozando unas lapidas.
En la colisión una gran cantidad de ruido se generó, alertando a las guardias del área de confinamiento y obligando a Reva a retirarse momentáneamente.
Perséfone había extendido su vida un poco, pero a costa de ello, perdió toda la movilidad de su mano derecha.
Las guardias no tardaron mucho tiempo en rodearla, pero para entonces el hielo a su alrededor se había disipado totalmente, borrando toda evidencia de la presencia de Reva.
Varias horas después...
Dentro de la oficina principal las supervisoras reportaron al instructor lo ocurrido durante la noche, evidenciando la presunta culpabilidad de Perséfone, exponiendo los acontecimientos como un intento de fuga.
El 4to instructor no dijo nada, mientras ordena a los supervisores retirarse hasta la hora esperada.
Cuando el momento llego, se les ordeno a las reclutas no interferir, estando presentes en el lugar solamente, el 4to instructor, sus sombras y algunos supervisores, además del escuadrón de Reva y Perséfone.
Por su lado Reva estaba bastante preocupada, no podía saber si Perséfone había hablado de lo que había pasado la noche anterior, mientras que por su lado Perséfone estaba centrada en su combate.
En su cuerpo vestía una armadura ligera, algo grande para su talla, pero lo que le restaba en movilidad lo compensaba en defensa; en su espalda cargaba una espada pesada y una lanza, mientras a su costado una espada ligera, además de 6 dagas cortas, en su pecho, cinturón y botas.
Con tan solo el nivel de precaución que había entre ambas, se podía identificar quien de los dos era el más poderoso...
—Que aburrido... —Espeta el 4to instructor sentado en un asiento especial —A este paso el resultado estará decidido... "Me pregunto si podré verlo de nuevo en esta ocasión."
Ante la mirada del instructor, ambas jóvenes se aproximan la una a la otra a una distancia donde nadie más podrá oírlas.
—No pensé que vendrías, creí que habías escapado —Señala Perséfone.
—¿Es por eso que no le has dicho a nadie sobre lo de anoche...? —Espeta Reva.
—Aunque lo hiciese dada mi posición nadie me creería, primero debo mostrarles a todas, la clase de persona que eres en realidad —Exclama la joven.
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Editado: 16.05.2024