El Presagio de las Flores (libro del lirio azul)

Volumen 2: Peones, cómplices y aliados Acto 8

Los dos Berserkers trataron de mantener la calma, puesto a que el humano en su presencia claramente era un invitado de la califa, no obstante, su misma naturaleza como Berserkers les impedía mantener la compostura por mucho tiempo.

—Por favor no me digas que estos dos niños son a los que usaras para esta operación —reclama el hombre.

—No es algo de lo que el crisol este enterado todavía, a decir verdad, a ellos dos los he elegido personalmente para esta operación...

—No lo sé, ¿no estas actuando en contra de las órdenes del primer instructor?

—Puede que así sea, pero, si con esto nos acercamos todavía más a nuestra meta, ¿no vale la pena el riesgo?

—Estas mal de la cabeza mujer, supongo que eso hace que el riesgo valga la pena —Aclama con una sonrisa.

Tras esas palabras la mujer extrae un documento de entre sus ropas, el cual posa en las manos del oficial imperial.

—No hace mucho hubo un incendio en los bosques de la región de Reneheim, por lo que el Emir a cargo de la región, ordeno a todos los hombres y usuarios de magia natural involucrarse en la supresión del incendio...

—¿Acaso tu iniciaste el fuego?

—Sobreestimas mis capacidades, simplemente quise aprovechar la oportunidad, en esos documentos esta la ubicación de un pequeño pueblo a media hora de la costa, solamente hay mujeres y niños incapaces de usar magia, una presa fácil para traficantes de esclavos...

—Ya veo a donde quieres llegar, puedo preparar un barco en 10 días...

—Que sean 5...

Con esas palabras una mirada hostil se manifiesta entre ambos, al mismo tiempo que una poderosa corriente de mana empezaría a desbordarse, ocasionado que el agua de la cascada deje de fluir por un segundo.

Al final sería el oficial que acabaría cediendo.

—Está bien, será en 5 días...

—Excelente, entonces los 3 partirán de inmediato...

—Ya les explicaste a ellos cuál será su misión...

—Raal ya está al tanto de la operación, y Perséfone..., probablemente esta algo confundida en estos momentos.

—Es increíble como es que no cambias esa personalidad de perra loca y sádica...

—Para mí es un cumplido que me veas tal y como soy.

Tras esas palabras Nochere se aproxima a la joven dríada quien levanta la mirada al notar su presencia.

—Dime, ¿estas confundida en estos momentos...?

—Yo haré lo que me ordene, pero, no puedo confiar en ese hombre, es un oficial imperial, ya sea que lo haya comprado o amenazado...

—No es nada de eso, puedo asegurarte que Grimmel Mendoza es un hombre devoto a nuestra causa, tanto o incluso más que yo misma —Espeta la mujer —Así que no temas que te apuñale por la espalda, solo debes centrarte en tu misión y solo en tu misión.

—¿Cuál es mi misión?

Al efectuar esa pregunta, la mujer con una sonrisa le responde, ocasionando una reacción de asombro en la joven acompañada de una sonrisa llena de pasión, así como hostilidad.

Esa noche los dos jóvenes serían entregados al cuidado de Grimmel, y días después serian mesclados entre los druidas y dríadas capturadas en el ataque a la aldea.

Finalmente, y tras dos días en el mar, atracarían en un muelle subterráneo en una de las ciudades costeras del imperio.

—¡Abran las puertas!!

Con esas palabras los pueblerinos encadenados, desnutridos y carentes de la luz del sol durante días, serian movilizados como ganado, para el deleite de muchos traficantes de esclavos que observaban los nuevos productos entrantes.

Entre ellos uno cruzo miradas con Perséfone, aquel seria el mismo hombre que en algunos meses la vendería al barón Milfiore.

Año 1103, 12 de enero...

12 días ya habían pasado desde el cierre del festival de la luna de invierno, 11 han trascurrido desde la despedida de Enrique y Frieda Milfiore de la casa de las flores y 10 desde la partida de las dríadas del ducado de Willburg.

Nuevamente la paz y el silencio abrumaron la casa de las flores, mientras la temperatura gradualmente empezaba a subir.

La nieve había desaparecido por completo y algunas plantas empezaban a germinar nuevamente, del mismo modo la actitud de Erse se había vuelto un poco más cálida y tranquila, aunque esto no fuese intencional.

Mientras esta desempolvaba las cortinas se podía percibir en su mirada que su mente se encontraba en otro lado.

Del mismo modo la joven completo todas sus tareas, siempre manteniendo su mirada en blanco y apuntando al vacío, una actitud sumamente extraña dada su personalidad.

—...Erse... ¡Erse!!! —Exclama Iván llamando su atención.

—Estoy barriendo, baro como si no hubiese mañana —Aclama a pesar de que no tenía ninguna escoba en la mano —Joven amo, ¿Dónde está mi escoba?, debo barrer los cuartos

—En el almacén, en cuanto terminaste tus tareas guardaste todas las herramientas de aseo, y luego te quedaste mirando al vacío por 5 minutos...

—¿Ya terminé...?

—Estas muy rara el día de hoy, fui por el correo en tu lugar —señala el joven.

—Ya veo...

—Te estaba buscando, podrías acompañarme un momento.

—Si... claro... —Espeta con un tono desanimado.

En un estado casi inexpresivo la joven empezó a seguir a Iván, mientras en su mente cientos de pensamientos cruzan a la vez, alterando enormemente su percepción del tiempo.

En un momento ambos habían llegado a su destino...

Un punto recóndito del jardín interno de la familia Milfiore, donde los árboles y la naturaleza proliferan.

—Atrapa —Aclama el joven arrojando una espada a las manos de la sirvienta.

—Joven amo, ¿Qué significa esto?

—Recordando los últimos "Inconvenientes" por llamarlos de alguna forma, me percate que esa espada es la que mejor se adecua a ti.

—Pero joven amo, ¿Por qué necesitaría una espada? —Espeta con una sonrisa.




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