El presente de los miedos

Capítulo 17

17 de mayo de 2014

 

Tras el desagradable incidente de Elliot, Grace bajó a verle y él le pidió que lo llevara a casa. No quiso ningún acompañante más. Ni Brodie, ni Zane... ni yo.

 

Desde eso habían pasado dos días. Dos largos y feos días en los que a pesar de haberle hablado y llamado en infinidad de ocasiones, no había vuelto a saber nada de Elliot por él mismo. Grace había sido la que, al menos, me había tranquilizado diciéndome que él estaba bien.

 

Y no es como si no le creyera, pero quería confirmarlo por mi cuenta. Necesitaba ferviertemente saber de él. Sentía que un minuto más sin hacerlo me iba a costar la vida.

 

Jasmine había sido la encargada de intentar entretenerme cuando no me encontraba trabajando en el Starbucks. Le había contado poca cosa de Elliot, solo que éramos amigos. Jasmine parecía haberme creído, pero no paraba de repetir que aquello era algo más que una simple amistad. Quizá lo era, pero quizá solo lo era para mí.

 

Por otra parte, aquel día era el día de nuestra primera cita. ¿Seguía en pie? Yo esperaba de verdad que sí, aunque no sabía qué hacer. De todas formas, el vestido amarillo que había elegido para la ocasión estaba tendido sobre la cama para que no se arrugara.

 

Me encontraba sentada en el suelo frente a él, el cual había escogido con mimo y no había estrenado. Mi color favorito era el amarillo por lo que no me había costado mucho dar con él en el fondo de mi armario. Además había sido uno de los que mis hermanas habían subido a mi cuenta de Instagram –que, por cierto, ya contaba con quince mil seguidores–, y saber que gustaba tanto me había animado para por fin, estrenarlo. Era ajustado de manga corta, muy sencillo y por las rodillas. Mi cuerpo no es que antes fuera especialmente voluminoso, pero sí tenía algunas curvas y no podía permitirme comer demasiado sin luego quemarlo. Ahora, en cambio, todas ellas habían desaparecido. Mi cuerpo se había convertido en una escueta línea absurda y el vestido lo evidenciaba.

 

Sin querer comencé a compararme con Naya, la cual había visto su cuerpo en Facebook. Sus pechos eran bastante grandes y su cintura delgada, aunque su trasero era respingón. Totalmente una figura 90-60-90. Yo en ambio era una 30-30-30 y con suerte.

 

Alguien tocó a la puerta y me levanté para abrir. Se trataba de Jasmine.

 

—¿Qué haces que todavía estás así? —preguntó.

 

Me encogí de hombros, desganada.

 

—No sé qué hacer.

 

Jasmine se hizo paso por mi lado y se quedó observando el vestido.

 

—Me encanta ese vestido.

 

—A mí también. A Jacquie le quedaba genial.

 

Jasmine blanqueó los ojos.

 

—A ti también.

 

—No me lo has visto puesto —bufé.

 

—No me hace falta. Es verdad que tú y yo envidiamos las tetas de nuestra hermana mayor, pero debemos de aceptar que hemos heredado las medidas de la tía Betty.

 

—¿Me veo tan así... como ella? —pregunté agarrando mis pechos.

 

Jasmine estalló a reír.

 

—No tanto, pero piensa en ella. No le hace falta para ser feliz.

 

—Buena enseñanza —dije—. No hacen faltas tetas gordas para ser feliz.

 

—Además —contestó sin poder contener la risa—, recuerdo que ella fue ponerse ese vestido y dejar de respirar. Ese vestido está perfectamente hecho para ti.

 

—Pero no me hagas sentir especial, está hecho para mí porque lo hice yo. No soy la Cenicienta.

 

Jasmine estalló a reír.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.