El presente de los miedos

Capítulo 21

Deseaba besarlo. Sentía la gran necesidad de tenerlo casi fusionado a mí, y él parecía que también. Sonrió y eso me desarmó por completo. ¿Cómo podía hacerlo de aquella forma tan sublime? Una acción tan mundana como era sonreír él conseguía que se elevara a otro nivel reproduciéndola en sus labios.

 

—¿Por qué te brillan tanto los ojos? —preguntó.

 

—En realidad el que está brillando como nunca en este momento eres tú —contesté—. Mis ojos solo intentan que tu imagen se grabe para siempre.

 

—Josephine... —murmuró, acunando mi rostro con requiebro—, nunca antes me había pasado esto con nadie...

 

—Shhh... —respondí posando mis dedos sobre sus labios—. No digas nada...

 

Elliot quiso besarme. Se acercó poco a poco a mí, provocando que mi cuerpo se activara por completo y mi corazón comenzara a palpitar con fuerza. Cada vez que le sentía cerca, todo mi cuerpo se revolucionaba, pero mi respiración se entrecortaba.

 

Deseaba besarlo, pero la gente miraba. Nuestros amigos nos miraban. Y comencé a tener miedo. Miedo a que lo nuestro comenzara a implicar algo más que nuestros cuerpos. Miedo a que él intentara rascar en mí y encontrara lo que Frank me había dicho: nada.

 

Giré mi rostro y los labios de Elliot se posaron en mi mejilla. Instantes después se separó de mí y miró al público por primera vez.

 

—Gracias, chicos —dijo mientras comenzó a aplaudir, poco tardaron la gente en seguirle—. Habéis sido un público maravilloso.

 

Elliot dejó el micrófono sobre el gran amplificador y se bajó del escenario. Le seguí con la mirada y se acercó a la barra. Una pareja subió al escenario y antes de que me pidieran que bajara, lo hice.

 

Comenzaba a cagarla demasiado seguido con Elliot, y esa sensación me horripilaba. ¿Por qué parecía ser tan complicado? Yo no veía problema en lo nuestro, y quizá era porque era yo el problema.

 

Me dirigí hasta él entre el tumulto de gente que ahora bailaba otra canción cantada por otras personas, pero Grace y Shelby me detuvieron.

 

—Déjame a mí —dijo ésta primera.

 

Asentí. Quizá era lo mejor, que dejara de molestarle.

 

—¿Me acompañas fuera a fumar? —preguntó Shelby.

 

—Vale.

 

Salimos a la calle y había un par de personas haciendo lo mismo que Shelby. Encendió su cigarro mientras yo miraba a la nada. Hacía fresco pero no el suficiente para tener que abrigarme más.

 

—Del uno al diez, ¿Cuántos sentimientos has involucrado ya con él? —habló.

 

La miré y suspiré.

 

—Quizá no los suficientes —musité.

 

Shelby negó levemente con la cabeza mientras blanqueaba los ojos.

 

—¿Es por lo que te dije aquel día? ¿Qué no estaba bien crear vínculos con él? Eso olvídalo ya, ya no importa.

 

—No sé Shelby. Son varias cosas. Es...

 

—Miedo —me interrumpió—. Miedo a lo desconocido. A sentir cosas increíbles con la persona que menos pensarías. A enamorarte de una forma distinta a como tenías planeado. A dar el paso y que tu vida cambie para siempre. Miedo a no ser la persona que creen que eres. Miedo a no cumplir las expectativas.

 

Me conocía realmente bien.

 

—Sí. Puede que sea miedo.

 

—Elliot es un buen chico. Creo que le gustas bastante. ¿Por qué no le das una oportunidad?




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