Piccolo se encontraba meditando tranquilamente cerca de la cascada mientras trataba de relajarse, hacía tiempo que los Nameks habían vuelto a su nuevo planeta al cual habían bautizado como NuevoNamek.
Se sentía un poco nostálgico debido a esto ya que había decidido quedarse en la Tierra en lugar de volver con los suyos, en el fondo veía su vida demasiado aburrida. Sin embargo, no paraba de pensar en que él no pertenecía a este planeta, y su vida de todas formas era, en cierto modo, aburrida.
Si no había algún malvado monstruo al cual enfrentarse su vida era sumamente monótona, sólo veía pasar los días lentamente mientras se entrenaba física y mentalmente para volverse más fuerte.
El tema de dominar al mundo había quedado en el pasado, Goku había muerto ya una vez, y con ello la muerte de su padre vengada, ya no le veía ningún sentido seguir con sus planes de dominar el mundo.
Estaba muy confuso. Su vida había cambiado en estos últimos años de una manera drástica e inesperada tras el entrenamiento que le había dado al pequeño Gohan, el hijo de Goku.
Su carácter se había vuelto más blando y su maldad desapareció poco a poco, quitándole toda importancia a la misión que su padre le había encomendado alguna vez.
Debido a esto ya no le veía objeto vivir en aquel planeta. Todo esto lo ponía tenso y por este motivo dedicaba tardes enteras a la meditación.
-"Tal vez debí haberme ido a NuevoNamek"- Pensó él.
Algunas veces Gohan solía interrumpir su meditación, dándole un poco de "brillo" a su monótona y aburrida vida, aunque en el fondo le molestaba verse interrumpido en aquella fase de paz.
Pero éste era un mal menor, ya que las interrupciones del chico le hacían olvidar un poco aquellos extraños pensamientos que constantemente lo agobiaban. Y por supuesto, este día no
sería la excepción.
Antes de que pudiera empezar con su entrenamiento algo nuevo se presentó: una nave espacial, poco similar a una nave saiyayin, caía del cielo rápidamente como si fuera una estrella fugaz y ésta se estrelló contra la tierra en lo profundo de un bosque causando una gran explosión. Al poco tiempo aparecieron 2 naves espaciales más estrellándose contra la tierra.
Esolellamólaatención,noeramuycomúnverunanaveespacialimpactarse.Aunque...por otro lado, ya tenía algo que rompiera su aburrimiento en aquellos momentos. Cuando se dio cuenta, ya se encontraba en camino al cráter dejado por la onda dechoque.
Se preguntó si debía de preocuparse por aquello. Por un lado, eso siempre ha significado el arribo de problemas para él y los demás.
Además significaría que nuevamente tendrían que pelear contra lo que fuera que llegara dentro de esas naves... ¡Qué fastidio!
Lo que menos necesitaba en esos momentos era que lo perturbaran en su búsqueda de una respuesta... A pesar de que aun no tenía la pregunta correcta.
Cuando llegó al lugar de aquella explosión, en ese enorme agujero que parecía tener el mismo tamaño de un cráter de la luna, la compuerta de la nave se abrió: apareció un individuo vestido de una túnica totalmente marrón un tanto rasgado y aspecto descuidado y éste comenzó a correr con rapidez buscando refugio.
Al poco tiempo, aparecieron dos monstruos con aspecto reptiliceas de piel verdusca y escamosa, ojos grandes y saltones de color rojo, de cabeza ovalada, largas y filosas garras que parecían navajas y con cola medianamente larga con púas en ellas.
Estaban atacando con bolas de energías al sujeto que estaba huyendo de ellos, lógicamente se trataba de una persecución.
Aquello le pareció extraño, generalmente luego de que una nave llegaba y salía su ocupante, comenzaba una ola de destrucción y muerte a su paso… Definitivamente algo andaba mal.
Aún pensando en qué podía ser aquello, se apresuró a seguir aquella figura.
-"¿Por que no lo pensé antes?" se reprimió a sí mismo el namekusei cuando notó a los perseguidores y decidió observar la situación desde el aire (quizá no debía intervenir, pero por alguna razón no podía evitar querer enterarse de lo que pasaba)
-Por favor, que no me encuentren- rogó el individuo refugiado al fondo de una cueva mientras miraba hacia afuera.
-¿A dónde se fue?- preguntó uno de ellos mientras lo buscaba con la mirada bastante molesto.
-¡Su olor se halla en esa dirección!- señaló el otro
-¡Apresurémonos!
- Hm... Con que una persecución. Me pregunto qué habrá hecho el pobre diablo para que lo sigan de esa forma- él seguía de cerca la escena, no quería perderse nada.
Esos monstruos tenían un fuerte sentido del olfato muy desarrollado y en pocos segundos lograron encontrarlo.
Apuntaron con sus manos hacia la cueva y con dos bolas de energías la cueva se destruyó en pedazos dejando al individuo totalmente expuesto.
-¿Pensaste que podías huir de nosotros?- él rio con deje de burla.
-¡Nuestro amo quiere que regreses, así que no te servirá de nada que te resistas!- el otro reptil le apuntó con el dedo.
-No me queda otra más que pelear…- pronunció en voz baja algo indeciso y tomó posición de combate
-¡Vaya! Por fin algo interesante...- dijo piccolo con una pequeña sonrisa mientras tomando una posición de estar sentado, flotando en el aire.
Los individuos comenzaron un combate, dos grandes monstruos contra la tercera figura más pequeña y de apariencia débil.
Aquel individuo se abalanzó contra ellos a una gran velocidad y comenzó la pelea con una lluvia de puñetazos, golpes que los monstruos bloquearían fácilmente, al parecer sus ataques no eran realmente efectivos contra ellos.
-¡bah! Pobre tonto, nunca podrá vencerlos si solo utiliza esos ataques, no está a su altura.- observó Piccolo con desaprobación.
Mientras que la serie de golpes continuaba, en un rápido movimiento los perseguidores se tele transportaron quedando atrás de él y lo golpearon fuertemente por la espalda de una patada haciendo que éste saliera disparado hacia unas pequeñas montañas atravesándolas como si fuera un meteorito.