Esa misma noche en la casa de la etherion, Kalula estaba profundamente dormida en su cama al igual como el resto de su familia, todo estaba en calma y silencio hasta que de repente, una luz de color blanco plateado iluminó por completo su cuerpo.
Luego esa misma luz se desprendió del cuerpo de la peli verde formando una especie de neblina.
-Poco a poco puedo ver tu progreso – comenzó a decir aquella voz – tus poderes se van incrementando cada vez más pero aun no sabes cómo usar la llama del dragón. Pronto sabrás porque te elegí, no es por la razón que todos creen – hizo una pequeña pausa y continuó – Solo me iré por unos minutos, no debería hacer esto pero alguien se encuentra confundido con tu presencia y me di cuenta que es algo orgulloso para admitir lo que siente. No te preocupes, te seguiré guiando en esta batalla – le dijo con calma – pero ahora, voy a ayudar a alguien más…
Piccolo se encontraba meditando en su típica postura de meditación cerca de la cascada, aún tenía ciertas dudas respecto a lo que sentía por Kalula… A decir verdad, ¿Qué sentía por ella?
Era la primera vez en toda su vida que sentía tanta confusión por una sola persona. Le estaba empezando a tomar cariño (tal vez demasiado) y eso le preocupaba bastante pero este cariño no es igual al que sentía por su alumno… Había algo que lo hacía diferente… pero ¿Qué podría ser?
Empezó a recordar súbitamente todo lo que había pasado junto a la peli verde; la primera vez que se estrelló en aquel bosque hasta el abrazo que le dio en forma de disculpa, esto último le hizo sonrojar y sentirse avergonzado, jamás se había acercado de esa forma a una persona y menos a una mujer, era extraño pero pese a que esa no era su manera de actuar, admitía que le había gustado.
Cuando se trataba de esa etherion, las cosas se tornaban un tanto diferentes… También… Se sentía distinto por dentro, había algo nuevo…
Al poco tiempo una extraña luz apareció de repente iluminando su cuerpo y tomándolo por sorpresa.
-¿Pero qué…? – él abrió sus ojos de repente – ¿¡Que rayos es esto!? – exclamó algo exaltado mirando su cuerpo
-No te asustes… – le dijo una misteriosa voz en tono tranquilizador
-¿¡Quien dijo eso!? ¡Muéstrate! – gritó desafiante mirando a su alrededor
-Solo cierra tus ojos… – le pidió nuevamente
No estaba dispuesto a escuchar esa extraña voz ¿Qué tal si se trataba de una trampa hecha por el enemigo? Pero, por otro lado, si esa luz fuese maligna, ya lo habría lastimado así que de mala gana obedeció y cerró sus ojos.
Dentro de su mente se encontraba en un lugar vacío, oscuro y silencioso mientras flotaba en forma descendiente, al poco tiempo, una diminuta pero brillante esfera apareció frente a él y ésta tomó una forma femenina, todo su cuerpo resplandecía impidiendo ver su rostro.
–¿Quién eres tú? ¡Responde! – le grito amenazándola con el puño.
-Tú mismo debes saberlo, Kami-sama – le respondió con tranquilidad.
-¿Qué? – él se sorprendió – Maldita, ¿Cómo sabes eso? – cuestionó gruñendo.
-Su esencia es muy sutil, sé que también puedes ver el mundo como él solía hacerlo y que usas parte de su conciencia. Es lógico porque también soy una deidad – le explicó
-¿Deidad? – Repitió él – ¿Acaso tú eres… La guerrera dragón de hace 2.000 años? – le cuestionó ya un poco más calmado.
-Así es, mi nombre es Eluney – ella se presentó haciendo una reverencia – siento haberte asustado – dijo un poco apenada.
-No importa – contestó indiferente – ¿A qué viniste? Se supone que debes ayudar a Kalula para derrotar a ese monstruo – señaló con su tono serio de siempre cruzándose de brazos.
-Es verdad, pero esta vez haré una excepción. Vine a auxiliarte precisamente con ella
-¡Hmp! No necesito tu ayuda para esa tontería – le replicó – No siento nada por Kalula, que te quede bien claro – contestó fríamente desviando la mirada
-¿Estás seguro?
-¿Qué ganaría con mentir? – manifestó con voz algo severa
-Vamos a comprobarlo
Ella retrocedió quedando flotando por encima de la cabeza del namekusei con los brazos extendidos.
-¿Qué vas a hacer?
-Crearé algo para ti, algo en que podrás quitar esa confusión de tu interior… – con eso ultimo dicho, se produjo una fuerte explosión de luz.
Cuando esa luz cesó, Piccolo estaba tendido en el suelo y cuando abrió los ojos, vio a Kalula a su lado muy cerca de él.
Se incorporó con rapidez y al mirar a su alrededor, descubrió que se encontraba en un círculo de rosas blancas y éstas brillaban como joyas, la hierba parecía más verde, el agua había tomado un color turquesa brillante y fluía con mayor caudal, las aves volaban y el cielo estaba totalmente despejado, sin ninguna nube a la vista. ¿Qué significa este extraño fenómeno?
-¿Dónde estoy? – se preguntó mirando por los alrededores
-Estás dentro de tu mente – escuchó tras él.
Al girar la vista, vio a la guerrera dragón. Estaba sentada en la rama de un árbol mientras que algún que otra ave aterrizaba sobre sus hombros y jugaba con las ardillas tomándolas con sus manos.
-¿En mi mente? – le preguntó mientras se levantaba
-Así es, todo lo que ves aquí lo cree con mis poderes – le explicó.
-¡Regrésame ahora mismo al mundo real! – le ordenó
-Lamento decirte que no soy yo la que decide eso, no depende de mí – le dijo con calma, el nameku la miró confundido.
-¿Qué quieres decir?
-Solo crearé lugares, imágenes y ambientes para ti pero si llega a ocurrir algo más, no está en mi jurisdicción. Tú mismo controlaras tu mente, tu voluntad, tus deseos, a las personas que quieres ver y lo que sucederá a partir de estos momentos.
-Si creaste todo esto, entonces ¿Por qué está ella aquí? – preguntó dirigiéndose a la peli verde
-Te equivocas – ella negó con la cabeza – yo no hice eso.
-¿Dices que fui yo el que decidió que estuviera conmigo?
La guerrera asintió con la cabeza y con la suave brisa que apareció en aquel momento, su cuerpo fue desapareciendo poco a poco, como lo que se esfuma lentamente con la niebla. Piccolo intentó detenerla pero era tarde, ya se había ido.