El primer amor nunca funciona

Hornear críticas

Prácticamente esto de ser la mascota del club de biología comenzó a agotarme a final del mes. Entregaba todas mis tareas, claro, con retraso. Mis horas de sueño se habían reducido. Pero no sólo ese era el problema, también teníamos que organizar el evento de nuestro club para el festival. Habíamos quedado una semana antes del festival para comenzar con el proyecto del club. Parecía que todos sabían los planes de Jung menos yo. Era molesto que a pesar de no ser nada más que el sirviente de los miembros del club, no estuviera ni enterado de cuando hacían sus pláticas. Todo esto llevó a que Jung me regañara frente a todos, ¡pero claro! No iba dejar que un idiota aprovechado como él acabara con la poca dignidad que me quedaba con ellos.

Después del todo ese dichoso proyecto no era la gran cosa que digamos; por lo que había entendido, Jung planeaba hacer una clase de trivia y el jugador que respondiera mal comería uno de los panqueques que el club prepararía, dichos panqueques estaban hechos con diferentes ingredientes; algunos sabrían pésimos, otros conservaban un dulce sabor. En cambio, el ganador se llevaría cualquier peluche de los que exhibiríamos.

Un día antes del festival, decidimos quedarnos más tarde en el instituto para comenzar a hacer los panqueques y terminar los preparativos del puesto. Para mi fortuna, Hye también se había quedado hasta tarde para ayudar con lo que pudiera al resto de los clubes. La presidenta entró al club de Biología para ver cómo iba nuestro proyecto.

—Hola chicos. ¿Ya están por terminar los preparativos? 

—Hola Dong sunbae. Los chicos están decorando el salón y nosotros prepararemos panqueques en la cafetería.

La presidenta dejó salir sin culpabilidad alguna una dulce y momentánea risa— ¿Panqueques? Que tiernos son ¿quieren ayuda?

—¡presidenta! Nos hace mucha falta ayuda como la tuya— respondí entusiasmado.

Sentí otra vez una mirada asesina viniendo de mi rival de amor ¿qué tenía de malo haber invitado a Dong Hye a ayudarnos con los panqueques? A ambos nos gustaba ¿no? Entonces sería una clara oportunidad para pelear por la atención de Hye o al menos eso creía yo. 

Por el temperamento fuerte de Jung, cualquiera pensaría que movería el ambiente en la cocina, pero lo había juzgado mal o la presidenta era su oposición en esta ocasión ¿cómo es que la criatura más malévola y conspiradora en toda la escuela se puede transformar en el niño más amable y obediente en la cocina? ¡era una persona completamente distinta y dispuesta a ayudarme en la elaboración de los panqueques que me tocaban! 

Cuando llevábamos aproximadamente 20 panqueques en una bandeja, la presidenta salió de la cafetería, iría a la tienda a comprar algunos papeles para envolverlos y nosotros nos quedamos a cuidar del horno. 

—Jung, Jung.

—¿Qué sucede?

Me recargué sobre el horno y lo miré con cierta curiosidad acerca de su anterior temperamento

—¿Qué fue lo de hace rato? —pregunté añadiendo una sutil sonrisa.

—¿Qué? ¿de qué hablas?

—Hace rato mientras cocinábamos con la presidenta eras un chico amable y dispuesto a ayudarme con lo que fuera, eras un amor. Deberías ser así más seguido y así tendrías más amigos verdaderos, que no se juntaran contigo por interés.

—¿Tú qué sabes? No tienes idea de lo que estás diciendo. Crees que dar la imagen de un chico cool y despreocupado puedes tener amigos de verdad, pero no es así, Lee Ryan. Las personas no van a ser tan sinceras como tú piensas.

—Jung, yo no me refería a eso...

—Piensas que por ser cool y muy social, nadie te va juzgar o porque tu padre es un gran actor y tu madre una cantante de renombre nadie lo hará, pero sabes, incluso ellos son las personas más juzgadas en este mundo y, sobre todo, tú, por ser hijo suyo. 

—Jung, detente.

—Ni siquiera las personas con las que tus padres conviven son sinceras, ni tu familia.

—Jung, suficiente.

—Es mejor tener una actitud dura con los demás para evitar ser lastimado.

—Jung, shut up!

Levanté mi puño y golpeé tan fuerte como pude la mesa. Fue de un instante a otro que el ardor se apoderó de mi mano y recorrió todo mi brazo, volviéndose un dolor insoportable. El tratar de ocultar el dolor infernal que sentía en ese instante, era imposible definitivamente. Jung me ayudó a ir a la enfermería, aunque no había nadie con experiencia que pudiera ayudarme en ese instante, él fue el único que me apoyó.

—Eres un idiota, pero no creí que lo fueras demasiado... ¿por qué demonios hiciste eso? ¿qué no sabías que podías lesionarte? 

—Lo hice para que te callaras, eres molesto y más cuando te pones así de pesimista.

—Cállate.

—Con esa actitud no tendrás oportunidades con la vicepresidenta.

—Las tengo y más que tú, ella prefiere a chicos como yo.

Terminó de colocar pomada sobre mi mano y posteriormente la vendó.

—¿Al menos sonríes?

Después de preguntar aquello, Jung había terminado de vendar mi mano y se apartó. Fue el primero en volver a la cafetería.




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