El primer amor nunca funciona

Una pequeña broma

La ayuda médica de Jung me sirvió al menos un poco en lo que volvía a casa y mi padre llamaba a una ambulancia. Mi mano se fracturó. El médico me preguntó un par de cosas, y la mayoría de las respuestas mi padre se adelantaba para decirlas, opté por guardar silencio.

Creo que comprendí el mal carácter de Jung. Esa discusión tan repentina, sé que no era para mí, porque no soy un ingenuo y tengo claro que a pesar de todo lo que uno haga, la sociedad te criticará y lo notaré mejor que muchos, porque soy hijo de dos celebridades. Yo no era la típica y cliché etiqueta con la que Jung me conocía, el Bad Boy de las novelas adolescentes que las chicas escriben en Wattpad. Detesto ser clasificado de ese modo, porque sé que no lo soy, aunque mi apariencia me diga "¿Seguro que no lo eres?"

No tenía ganas de asistir al instituto la mañana siguiente y no iba hacerlo a pesar de haberme comprometido a traer a la gente para que probara nuestro juego. No hubiera ido si el estúpido nerd de Jung no me hubiera marcado desde la dirección escolar y mi padre no hubiera atendido. Me hizo alistarme a pesar de llevar una hora tarde. Y sí, recibí un sermón tan grande de una hora mientras colocábamos el puesto, pero aquí no acabó todo...

—¿Podrías callarte ya? Llevas toda la mañana regañándome y ni siquiera hemos terminado de traer los preparativos. Me estás haciendo cargar las cosas teniendo la mano fracturada.

—Nadie te mandó a golpear la mesa como un neandertal para que me callara.

—Pues a ver si tu carácter de anciano decrépito te ayuda a traer gente.

—¡Idiota! ¡No te necesito! — Gritó con furia Jung.

Nadie iba cambiar mi opinión, no iba ayudar otra vez a Jung ni volvería a pisar la pocilga llamada club de Biología. No hasta que se topó conmigo Hye y Shin.

—¡Lee Ryan! — saludó Shin formando una sonrisa con sus labios la cual se desvaneció al mirar mi mano lastimada— ¿Pero ¿qué te pasó?

—Es una larga historia...

—Ayer se lastimó cuando hacían los últimos preparativos de su puesto— aclaró Hye.

—¿Y estás bien?

—Lo estoy. Fui al médico por la noche y me dijo que necesitaba reposo, pero Jung me hizo venir y ya nada puedo hacer.

—¿Song te hizo venir? Ese niño... no ha cambiado en absoluto... cuando quiere algo no se detendrá hasta conseguirlo— Comentó Hye.

—Lo noté...— murmuré para mí.

—Por eso necesito que te quedes aquí hasta el final del festival ¿si, cariño? No quiero que Song se enfade más contigo. Mañana le diré a tus profesores que faltarás.

Con una súplica así de la persona que te gusta ¿quién no va querer hacer lo que prometiste jamás hacer? Claro que ayudaría a Jung si ella me lo pedía, no era algo que me iba a cuestionar por mucho tiempo.

Incluso la presidenta tenía un traje ya preparado para mí, no era la gran cosa, pero tampoco era pésimo, se trataba de una botarga de un pequeño zorro usando el uniforme deportivo de la escuela. Lo único que tenía que hacer era ponérmelo y atraer a la gente al puesto. Por la chica que me gustaba perdería el orgullo e iría al lugar donde se encontraba mi rival de amor.

—¿Dong sunbae? Creí que tardarías un poco más— me nombró Jung al ver la botarga que usaba.

Conociendo lo perra maldita que es Jung, pudo haberle pedido a Dong Hye que tomara mi lugar en el puesto, pero yo era más astuto que él; me haría pasar por ella para ver qué tan lejos llegaba ese nerd.

Alcé mi mano sana para saludarlo y un ligero sonrojo se apoderó de sus mejillas. Si no quería ser descubierto, no tenía que hablar. Era fácil, ¿No?

—Te estaba esperando, Lee Ryan me dejó plantado y eres perfecta para este puesto.

El mentiroso de Jung me hizo entrega de unos globos de distintas formas y colores. Sin decir nada, tomé los globos con mi mano sana.

—Es innecesaria la botarga, eres... linda sin ella

Posteriormente desvió su mirada hacia un costado, con los brazos cruzados.

“¿Qué estaba esperando? ¿una respuesta igual de acaramelada como su cumplido? ¿Qué me quitara la máscara? Pues no va ser así”, pensé. Esto apenas estaba comenzando.

La dinámica de nuestra actividad funcionó tal y como deseábamos. En nuestros tiempos libres fue extraño convivir con el ciego de Jung de manera pacífica, algunas veces me criticaba con cierta envidia. Lo más que podía hacer fingiendo ser la vicepresidenta era asentir en silencio y tragarme las ganas de darle un puñetazo. 

Los ingredientes para los panqueques se nos terminaron al final del día y cerramos el puesto, no había necesidad de seguir permaneciendo en el y recolectamos los fondos necesarios; eso significaba que debía quitarme el traje. No podía hacerlo en el baño de mujeres, porque no quería quedar como un pervertido e irme al baño de hombres sería delatarme frente a Jung. Mi última alternativa sería el salón del club, pero temía que todos los miembros y posiblemente Jung, descubrieran que no era la hermosa Dong Hye.

Todos cooperaban para limpiar los restos que quedaban del festival y esta era mi oportunidad para volver al salón del club y cambiarme. Cuando me quité la cabeza de la botarga, sentí como el frío clima entraba por los poros de mi transpirada cara y como era rápidamente refrescada. Me había acostumbrado al calor de ese disfraz que cuando me quité el resto del traje y quedé apenas en una camiseta blanca junto a una bermuda gris, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y mi piel se erizó. Fue difícil quitarme el traje y lo sería más volver a ponerme el uniforme sobre mi ropa interior completamente bañada de sudor. A todo esto, ¿cuánto habré sudado? 




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