El primer amor nunca funciona

Sí, parece que estoy viviendo en un sueño

Este viernes iba cumplir dos semanas sin asistir al instituto y no me preocupaba demasiado (bien, quizá no me molestaba en absoluto), al final de cuentas podría pagar para pasar los parciales. 

Ni siquiera me molestaba en levantarme de la cama y cambiarme. ¿Qué podría hacer con una mano rota?

Una mañana que estaba mi padre en la cocina preparando el almuerzo, tocaron el timbre de la casa. No acudió a abrir ya que siempre suelen venir a visitarnos trabajadores de la imprenta, reporteros o fanáticos, también recibimos mucha correspondencia. Como todas las veces, el timbre sonó más de una vez y una corazonada me hizo aventurarme a ver por la ventana para saber de quién se trataba; ¡Era la vicepresidenta del consejo estudiantil!

Le grité a mi padre que abriera por mí mientras me apresuraba a cambiarme y a arreglarme. Bajé a meras prisas las escaleras mientras trataba de arreglarme el cabello con mi mano sana. No puedo afirmar que me veía completamente arreglado, porque ni siquiera me había lavado la cara o planchado mi camisa.

Cuando me dirigí a la sala, pude ver la espalda de la vicepresidenta, sus largos y castaños cabellos que resplandecían por la luz del sol. Ella estaba sentada en mi sala, en el lugar donde siempre me sentaba.

Mi llegada pareció ser escandalosa, ella volteó hacia atrás y me observó con una tierna sonrisa.

—Lee Ryan, lamento haber venido de imprevisto— se levantó del sofá e hizo una reverencia.

—vicepresidenta... no me molesta en absoluto que vinieras a mi casa...— respondí apenado y me acerqué a la sala. — ¿quieres algo de tomar?

—No, no, no te molestes en servirme. Tu mano debe sanar lo más rápido posible para que vuelvas a la escuela ¿o no vienes por pereza? — me miró sonriendo pícaramente.

Mi respuesta fue una pequeña risa y me senté al lado suyo. No tenía idea de cómo había encontrado mi paradero o por qué había llegado, pero su presencia era suficiente para olvidar esas preguntas.

—Me lastimé la mano con la que escribo y Jung me echó del club, así que iré cuando esté mejor.

—¿Jung hizo eso? — preguntó con un notorio puchero— ¡es muy malo contigo!

—Tiene sus razones por haber hecho eso— agregué—, no es tan malo después del todo.

—Hablaré con él para que vuelva a meterte al club y te ayudaré con los apuntes de tus clases si asistes este lunes, ¿sí?

No podía estar más agradecido por la generosidad de Dong Hye. No todos los días tu crush te hace el favor de anotar los apuntes de la clase por ti o meterte en el club con tu socio. Couldn't it be more perfect?

—En serio, estoy muy agradecido contigo— sonreí.

No salió una palabra más de nosotros y lo único que se podía escuchar era como la mano de la vicepresidenta se movía dentro de la bolsa de su uniforme. 

Poco después me entregó un boleto de cine.

—¿Vienes conmigo al cine?

Acepté su invitación sin borrar la sonrisa de mi rostro. La función sería mañana al ocultarse el sol. Esto sólo me inducía a una sola respuesta: ella gustaba de mí y Jung había perdido.

 




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