El primer amor nunca funciona

Cliché para tres

Salimos del baño como si nada de lo anterior hubiera ocurrido y volvimos con Dong Hye. Ella esperaba con dos bandejas de palomitas, sodas y algunas otras golosinas. Los dos cedimos a ayudarla con cada bandeja y entre empujones entramos a la sala de cine. 

No nos preguntamos dónde se sentaría cada uno, dejamos que la vicepresidenta tomara asiento. Creo que a propósito se sentó en el asiento de la esquina. Si me atontaba me sentaría al lado de Jung y no de ella. Me apresuré dejando un camino de palomitas y me senté al lado de mi primer amor, sin embargo, al haber definido mi lugar, sentí como algo pesado se situó sobre mis piernas; era Jung.

Dong Hye nos miró con desagrado

—¿Van a seguir con sus cosas gays?

—¡Jung! ¡Quítate, hombre! —traté de empujarlo, sin embargo, él ya se había levantado y se sentó al lado mío.

—Siempre eres así...

Creo que Jung había entendido que las esperanzas en que Hye saliera con él cada vez disminuían. Aun sabiendo yo esto, no tenía que bajar la guardia.

La película para empezar no era muy entretenida, una típica película norteamericana de adolescentes; the nerdy girl who falls in love with the most popular boy in high school and her relationship is a drama. ¡Tan aburrida! Escuchaba todo y nada a la vez y las imágenes pasaban frente a mis ojos, pero sin dejarme recuerdos de alguna escena a detalle. Estaba más concentrado en el sabor de las palomitas, sin voltear a ver la caja. Como deseaba que en una de esas veces mi mano chocara con la de Hye. En una ocasión en las que metí mi mano en el envase, dirigí mi atención a la visepresidenta y en cómo su mano se adentraba en la profundidad en las palomitas. Sentí la calidez de su mano, sus dedos se sentían igual de finos a como se mostraban y un impulso me hizo sostenerla con fuerza y no soltarla más.

Del lado contrario al de Hye, escuché un fuerte carraspeo y la mano de ella había salido del otro bote de palomitas, ¿esa femenina mano era de Jung?! 

—¡Lo siento! — rápidamente solté su mano y seguido sentí un fuerte ardor en la espinilla ¡Ese imbécil me había pateado!

—¿Por qué demonios hiciste eso? — murmuró Jung.

—Te dije que lo siento. Tienes la culpa de tener la mano igual de delgada a la de una chica y la confundiera con la de Hye.

—O tu pequeña mente estúpida te hizo ver mal las cosas, porque no tengo las manos de una chica.

No nos dirigimos una palabra más por lo que quedaba de la película y al salir del cine ya había anochecido. Supongo que por la hora que era no había mucho que hacer más que acompañar a Dong Hye a su casa.

—Es tarde— dijo Hye.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? — propuse.

—No es necesario, Lee Ryan. Su casa queda de paso para llegar a la mía— aclaró Jung.

—Gracias por tu amabilidad. No tienes que acompañarme a mi casa, no quiero que te pase nada.

—¡Insisto! Sé cuidarme solo.

—Lee Ryan, regresa tú primero a casa— ordenó Jung.

Ignoré a Jung y jalé de la manga de la vicepresidenta levemente, mostrándole una sonrisa

—por favor, ¿me permites llevarte a tu casa? Me invitaste al cine y pagaste por la comida, también soportaste la escenita que montamos Jung y yo. Es lo mínimo que puedo hacer para compensar todo eso.

—Está bien —respondió con una tímida sonrisa, mientras jugaba con su cabello—. ¿Nos vamos?

Mi mirada estaba fija en ella por unos segundos, porque sin notarlo, inmediatamente mis ojos estaban puestos en el desesperanzado rostro de Jung. 

—Ah, sí. Jung ¿Vienes?

¿Por qué le había preguntado eso? Sí lo que menos quería era la presencia de Jung cuando estuviera con Hye. Quizá lo que me gustaba era verlo sacando espuma.

—No tienes que preguntármelo si ya sabes la respuesta— adelantó su paso y se detuvo frente a la puerta—. Andando, se hará más tarde si siguen ahí parados.

por fortuna alcanzamos el último autobús que se dirigía hacia la estación más cercana a la casa de Hye y en esta ocasión ella pudo sentarse en medio de los dos. Por la hora que era, la vicepresidenta estaba exhausta y se notaba; cabeceaba. Jung me miró decidido y yo lo miré con determinación, creo que los dos pensábamos en lo mismo.

—Ni creas que aprovecharás una oportunidad como esta.

Murmuró Jung y acercó su hombro al cuerpo de Hye, con el fin de que ella se acomodara en una de las veces en las que cabeceaba.

—¿No? look what i'll do.

Sonreí malcriado y con sumo cuidado levanté mi mano, recargando la cabeza de Hye en mi hombro.

La vicepresidenta no tenía el sueño pesado, ¡Era más ligero que una pluma! Se levantó y bufó con molestia.

—Eres un pesado...— adormilada, dirigió sus palabras a mi persona y se recargó en el bajo hombro de Jung.

Jung sonrió victorioso, mientras miraba mi derrota.

— Un punto para mí.

Me molestó que la presidenta prefiriera el bajo hombro de Jung, pero bueno... si él es feliz con pequeños detalles, está bien, porque ella no lo preferirá a él al final.




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