A la mañana siguiente desperté gracias al tono de mi celular cuando entran los mensajes. Eran apenas las 8 de la mañana y con los ojos entrecerrados miré la barra de notificaciones. Uno de los mensajes que recientemente habían entrado eran de la presidenta del consejo estudiantil preguntándome si ya había despertado y posteriormente un Emoji de un rojo corazón. ¿Qué estaba pasando? ¿Era cierto lo que había pasado anoche? ¿Ella me había correspondido? Y si lo hizo ¿éramos novios? Todas esas preguntas me hicieron abrir del todo bien mis ojos.
—Señor, dime que esto no es un sueño— dije maravillado.
Respondí el mensaje de Hye con un simple "sí". Estuvimos chateando toda la mañana, aunque me tardaba en responder ya que como lo había dicho antes, mi caligrafía al igual que mi ortografía y la forma en como escribir con coherencia en coreano era pésima. Ella era dulce y comprensible, así que no le molestaba o se frustraba por no entender mis mensajes. Era la mejor mujer del mundo.
Pero ahora que me lo pregunto ¿a dónde habría ido a parar Jung cuando nos confesamos? Lo vi irse, pero no lo seguí. Tengo que confesar que me preocupaba que algo malo le hubiera pasado en camino a casa a esa hora. Tenía que saberlo.
Llamé al número de Jung por primera vez en mi vida y nadie respondió, llamé una vez y otra vez, lo hice por tercera vez, cuarta, quinta, décima... nadie respondía y tampoco los mensajes. ¿De verdad le habrá pasado algo?
Aún no salíamos de vacaciones, sin embargo, me reuní con Hye por la tarde. Ella lucía igual de hermosa como siempre; vestida con una falda rosa pastel y una remera blanca, su cabello era adornado con dulces de plástico. Claro, su belleza me distrajo por un instante y me hizo olvidar mis preocupaciones en ese lapso de tiempo.
—¿A dónde quieres ir? — pregunté.
En realidad, lo que quería preguntar era si sabía algo acerca de la desaparición de Jung.
—No lo sé. Tú me invitaste ¿a dónde planeas llevarme, cielo?
—Es cierto— sonreí sutilmente, apenado—. No conozco mucho por aquí y pensé que conocías algún lugar interesante.
—Conozco muchos.
Tomó mi mano y comenzó a caminar.
No tenía ni la más remota idea de a dónde íbamos o qué íbamos hacer. Dejé que ella tuviera las riendas, parecía tener conocimiento sobre las citas, porque en verdad dudo que yo fuera su primer novio.
Tomamos un autobús y ella se sentó al lado de la ventana. Recargó su cabeza sobre mi hombro y abrazó mi brazo. Nos dedicamos a ver el paisaje por un rato en silencio.
¿Ahora qué debía hacer? Shit, nunca había pensado que esto de tener una relación fuera tan complicado. También tenía que cuidarme de las personas que fueran capaces de reconocerme. A pesar de traer puestos unos lentes oscuros y un barbijo, no me sentía del todo seguro.
—¿Sabes algo acerca de Jung?
Ella apretó mi brazo, como si no quisiera dejarme ir y contestó entre dientes— No, no sé nada...
—Vaya... creí que sabrías algo de él, con eso de que son amigos.
—No he hablado con él desde la ceremonia, ni ha querido contactarse conmigo.
—Me preocupa que le haya ocurrido algo en el transcurso a su casa. Era demasiado tarde y seguramente se fue solo.
—Song Hobae sabe cuidarse solo— suspiró—. ¿Desde cuándo son amigos?
Medité su pregunta.
¿Éramos amigos? Es cierto que en el pasado compartíamos una rivalidad entre los dos y aunque así fuera, personalmente opino que podríamos ser amigos. No creo que de ley él tuviera que considerarme de la misma forma.
—Eso creo— respondí sin darle muchas vueltas al tema.
—Antes se llevaban mal ¿no? ¿O sólo les gustaba hacer escenas en público? — divertida, rio un poco.
—Nos llevábamos algo mal por tu culpa— respondí avergonzado.
—¿Por qué?
—Había practicado bastante para decirte que estaba enamorado de ti y Shin me ayudó en eso, pero al final todo lo que iba decirte se esfumó por los nervios— hice una pausa—. Una de las cosas que iba decirte es que me gustaste desde el primer momento en que te vi; no cruzamos miradas ni tuvimos cualquier tipo de contacto. Fui el único que se percató de tu presencia y tú la única que no se percató de mí el primer día. Todo iba de maravilla, a excepción de mi relación con Jung, que fue mala desde el principio, ya que ese chico les tiene cierto resentimiento a los extranjeros. No sé si lo notaste, pero a Jung le gustabas desde hace un largo tiempo y por ello también nos llevábamos mal.
La atención de Hye estaba en mí y en el camino. Supongo que no faltaba mucho para bajar y en lo que restó del tiempo en el transporte le explicaba sin tanto detalle todo lo que hice con Jung para poder conquistarla. Sin duda fueron buenos recuerdos.
No quería perder contacto con Jung por salir con Hye.
Llegamos a una plaza lujosa, nunca antes la había visitado con anticipación, ni siquiera sabía que existía.
—¿Para qué estamos aquí? — pregunté con la curiosidad de un niño de 5 años.