El primer amor nunca funciona

¡No soy gay!

Hice una pausa en el relato. Sentía que el aire me faltaba y en esa pausa, Jiang tomó el turno de hablar.

—¿Debería decirte lo que pienso ahora o no has terminado? Ese viernes llegaste tarde a casa y me hace pensar que te estabas desahogando, enano; ¿dónde lo hacías?

—¡Estás seguro que quieres saber lo que pasó después?

—Sí. No me importa que tan larga sea tu historia.

—Bien...

Tomé una bocanada de aire y nuevamente me sumergí en mis pensamientos. ¿Qué había pasado después de mi rechazo? Ah, se cruzó en mi camino aquella chica.

—Pensé que no tenía por qué quedarme a contemplar su asqueroso romance, porque me sentía irritado y no podía soportarlo, creo que tenía envidia. Sentí como mi orgullo y mi dignidad habían acabado hasta el centro de la tierra.

 Salí de ese pasillo lo más rápido que pude y una chica del mismo grado que yo me impidió el paso; traté de rodearla, pero ella volvió a impedírmelo tomándome de la mano.

Ya que ella me insistió con esperarme tan solo un poco, no tuve más remedio que hacerle caso a sus suplicas y me entregó un sobre, evidentemente venía una carta ahí. No iba quedarme a leerla ¿para qué? Pero otra vez fui detenido por sus suplicas y la leí en voz alta frente suyo.

—¿Qué decía, ¿qué decía? — preguntó Jiang con intriga.

—Ah, no recuerdo con exactitud todo lo que decía— respondí, teniendo en mi mente el recuerdo de donde había guardado ese dichoso papel.

—No importa, lo que recuerdes— Jiang insistió.

—Decía algo como que no nos hablábamos mucho y que le daba miedo confesarme sus sentimientos. Que en el pasado dudó acerca de que si le gustaba o no. También que recordaba haber sido compañera mía creo que en octavo grado, cosa que yo no recuerdo. Me elogió.

—¿Te elogió? Cielos, dime que fue algo diferente a lo que todos te dicen— Jiang interrumpió.

—No te ilusiones. Fue lo mismo que todos me dicen— mordí mi labio interior y con pena ajena, proseguí—. Dijo que le gustaba que fuera duro con ella, porque es masoquista.

—¿A qué clase de chicas les gustas?— preguntó Jiang burlonamente.

—Me dijo también que anhelaba ser correspondida, que tal vez no era el tipo de chica que me gusta, pero que se esforzaría por serlo. También que entró a este instituto por mí y resaltó la idea de que yo había cambiado de un momento a otro.

—Que problema, niño— suspiró pesadamente y estiró sus brazos, acto seguido se acostó sobre la arena y me miró de reojo—. La rechazaste, te conozco.

Asentí en silencio.

—Y lo hiciste de una mala forma, lo sé. Fuiste muy cruel con tus palabras y apuesto a que la chica se sintió hecha un asco o como es masoquista... que dilema.

Era verdad sus suposiciones. No puedo creer que alguien como mi hermano mayor conociera mis modos. 

—¿A dónde fuiste después de rechazarla?

—¿Qué a dónde fui? Caminé por el sendero donde aprendimos a andar en bicicleta.

Jiang asintió con la cabeza. Nuevamente hubo un silencio entre nosotros, supongo que era porque Jiang preparaba una buena respuesta para mi situación y yo no tenía nada más que decir al respecto por ahora.

—Sinceramente, Jung, pensaba que eras gay.

Lo miré extrañado,me sentí algo ofendido por su pensamiento. Tenía la curiosidad de saber porqué.

—¡¿Qué te hace creer que soy gay?!

—Nunca te vi interesado en una chica y pensé que quizá lo que buscabas no era una mujer, sino un hombre. Tal vez querías que te complacieran de una forma distinta, no lo sé. Mis dudas crecieron más y seguro lo que te voy a confesar suene estúpido; le dije a mamá la idea que tenía sobre ti y ella también dudó de ello. Me dijo que si salías gay te corregiría para que fueras heterosexual, incluso si era a golpes.  

Miré desconcertado a Jiang. No sabía como actuar al respecto. Ahora me enfurecían sus suposiciones y me entraban unas ganas de golpearlo tantas veces pudiera.

—¡No soy gay! —grité con enfado.

Jiang respondió con una risilla— Ya, ya, sé que no eres gay. Ya comprobé que no lo eres ¿okay?

—Lo que dijiste... ¿qué dijiste?

—Que ya comprobé que no eres gay.

—No, tu pregunta... no quiero escuchar inglés por ahora...

—¿Por qué?

Decidí no responder a su pregunta y distraerme con el movimiento de las olas del agua. No quería escuchar algo en inglés porque me traía recuerdos de Lee Ryan. Sí le decía mi razón a mi hermano mayor volverían a nacer sus sospechas.

 

 

 

 




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