El primer amor nunca funciona

Las palabras se vuelven interesantes cuando las pronuncias tú

Tras llegar a Corea del Norte, nos hospedamos en el hotel más cercano al monte y hablé con la recepcionista. La profesora de Biología sólo me observó de mala gana, ¿qué iba a hacer ella si las habitaciones estaban a mí nombre? En fin, nos entregaron las llaves y procuré quedarme con la habitación que estuviera más cercana a la de Jung.

Nos veríamos en la sala de estar pública una hora después y mientras el tiempo transcurría, decidí hacerle una visita a Jung en su habitación. Al tocar su puerta, él no demoró nada en abrir.

—¿Ni siquiera preguntas quién puede ser?

Le pregunté, recargándome sobre el marco de la puerta.

—No creo que algún trabajador toque la puerta sin decir nada sí quiere limpiar mi habitación, además, No es horario para que ellos vengan.

—Pudo haber sido Young Mi.

—Es demasiado ruidosa, la descubriría enseguida.

—Good point, my love.

Dicho esto, me adentré en la habitación, coloqué mi mano sobre el dorso de la mano de Jung, la cual descansaba sobre la perilla de la puerta y acto seguido, cerré la puerta. Ambos intercambiamos miradas. Jung mordió su labio inferior y se apartó de la puerta.

—¿Por qué viniste?

—¿No puedo pasar tiempo con la persona que me gusta?

Jung se mantuvo inmóvil. Di unos pasos hacia él y rodeé su cintura, posteriormente lo apegué a mí, me encorvé y reposé mi mentón sobre su hombro.

Un silencio abrumó toda la habitación.

El cuerpo de Jung desde un principio estaba tenso y poco a poco fue dejándose llevar por la calidez de mis brazos. Levanté ligeramente mi cabeza y deposité un cálido beso sobre su mejilla, Jung volteó su torso y aceleró mis latidos con un tímido beso sobre mis labios; antes de que él pudiera retractarse, llevé mi mano hacia su nuca con el propósito de alargar el beso, hasta que nuestra respiración fuera tan débil como para separarnos.

El chico de cabellos castaños se alejó de mí lo más pronto posible y caminó hasta la ventana, con nerviosismo trató de abrirla.

—¿Qué intentas? ¿Huir? — pregunté.

—El clima no ayuda demasiado a que se sienta bien el aire de la habitación, ¿no crees?

—No tengo ni la menor idea de lo que hablas. ¿Puedo volver a besarte?

—¡Por supuesto que no!

—Oh, come on!

—He dicho que no. Vuelve a tu habitación antes de que alguien sospeche.

—¿Sospechar qué? ¿Qué estamos saliendo? Entonces sus sospechas serían verdades. ¿Le temes al éxito?

Jung volteó y su rostro estaba completamente ruborizado hasta sus orejas. Caminó hasta mí y colocó sus dos manos sobre mi pecho, acto seguido, me empujó con todas sus fuerzas hacia la puerta y antes de que pudiera salir, sostuve ambas de sus muñecas. Sin dar un previo aviso, le robé un beso y abrí la puerta.

—¡Nos vemos al rato! No olvides a lo que viniste, enano.

Salí de la habitación. Esperé a que llegara la hora indicada mientras jugaba mi consola portátil y al reunirnos quien parecía tomar las riendas de este viaje era carismática Yon. Ni siquiera el sujeto del periódico escolar podía detener el colorido liderazgo de esa muchacha.

Aún era temprano, aprovechamos para viajar a un tal templo Pohyon. La profesora siempre estuvo entusiasmada con la naturaleza y la diversidad Biológica que había de camino al templo, puesto que no paraba de conversar sobre ello con ella misma. A veces Jung le respondía, pero inmediatamente era interrumpido por alguna de mis estupideces.

Amo cuando se molesta. Es demasiado tierno.

Tampoco pudo faltar las intenciones fastidiosas de Kim Young Mi; siempre tratando de llamar la atención de mi novio. No obstante, todos sus intentos fallaron y no sólo porque Jung no le prestaba atención, sino porque el chico del periódico escolar trataba de conversar con ella.

Nang Yon y Gong Soo aprovecharon para tomarse algunas fotos entre ellas, algunas veces me unía a su relajo e incluía a Jung a la fuerza

Una vez que pusimos un pie dentro del Templo Pohyon, la fiesta que llevamos todo el camino se detuvo. Jung y yo fuimos los últimos en entrar por esa grande puerta. Observamos el establecimiento por fuera y me animé a sacar un tema de conversación.

—Oye enano, ¿no se supone que sólo sería un edificio?

—Por supuesto que no, no es una iglesia— Jung cruzó sus brazos— Esta es la puerta Haetal, pero no sólo existe esta puerta para ingresar al templo Pohyon, también están la puerta Chonwang y la puerta Jokye.

—¿En serio?

Jung asintió con la cabeza y entró por la puerta, lo seguí inmediatamente. Con una casi desapercibida sonrisa, señaló un largo edificio oriental de fachadas rojas.

—¿Ves ese edificio de ahí? Bueno, está claro que lo vez, no eres ciego. Es una pagonda y si cuentas las partes que lo componen, son exactamente nueve.

No dije nada al respecto. El castaño no tomó mi mano, pero sí una parte de mi manga. Ambos nos desviamos del camino tomando nuestro propio rumbo.




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